Dice León Bloy que sólo existe una tristeza: la de no ser santos.
A esto añadiría que sólo existe un temor: que la muerte nos alcance sin ser todavía santos.
Y no me cabe duda que esta tristeza y este temor nos lo envía el Señor para volvernos a Él, para que reaccionemos, nos dejemos convertir y recomencemos a vivir en una más íntima y profunda unión con su Amor.
Porque es lo único que importa.
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