Que algo parezca ridículo no significa que esté mal.
Esto es
lo que nos pasa a nosotros, los hijos de la Iglesia, en el mundo de hoy:
que a menudo tenemos que hacer el ridículo por Cristo, si hace falta,
--pero no por ello hemos de pensar que hemos actuado mal, sino todo lo contrario!!
Porque la sabiduría de Dios es locura a los ojos del mundo.
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