Casi todos los errores en teología proceden de una confusión de órdenes:
el orden de lo natural
y el orden de lo sobrenatural.
El ser humano tiene capacidad para conocer a Dios de forma natural,
si bien dificultada por el pecado originario.
La fe teologal, sin embargo,
que no es creencia subjetiva, sino virtud gratuitamente infundida por Dios
a través de la Iglesia,
da acceso de no visión a las verdades reveladas,
ante cuyo misterio es impotente la razón sin la Gracia.
Pero esto no implica que las verdades de fe sean irracionales, sino sobre-racionales.
La fe perfecciona con su luz la razón humana.
Por esto la Revelación recuerda verdades accesibles a la sola razón natural,
porque ésta está ofuscada por el pecado,
pero estas verdades de luz natural no son propiamente doctrina cristiana revelada,
sino preámbulos de la fe.
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