martes, 28 de agosto de 2012

Profundizando en la doctrina de la gracia

El lenguaje de la teología de la gracia está influído por el lenguaje de la lógica y la sintaxis grecolatina, que forma un sustrato de pensamiento ideal para expresar la doctrina sobrenatural. 

Es lo que ocurre con la palabra deponente. Los verbos deponentes son aquellos que tienen forma pasiva pero significado activo. Es la analogía morfológica de la acción de la gracia.

Significante pasivo, significado activo. Receptividad de la sustancia sobrenatural, en orden a la acción salvífica. La voluntad recibe, y una vez que ha recibido, actúa con la potencia deificadora.

Es la teoría de la acción deponente de la gracia.

En la vida cristiana, a medida que el hombre carnal va muriendo y deja paso al hombre espiritual, va tomando un papel preponderante la gracia que podríamos llamar, usando un símil gramático, gracia deponente.

Aquella que requiere un estado pasivo, para significar actividad, para producir obras sobrenaturales. Una pasividad activa orientada hacia la acción santa. Aquella que pide a lo humano pasividad, quietud, receptividad absoluta, para que sea la vida de Cristo quien actúe. Aquí el alma es como cera, y Dios quien la modela.

Forma Christi. La unión por Gracia con el Señor es un proceso teándrico, teocéntrico, cristoconformante, por el cual adquirimos la mente del Hombre-Dios y pasamos a pensar como Él piensa, a sentir como Él siente, a movernos por el mundo como Él se movía por el mundo.

No conocemos la Redención sino por la fe.

Luego los frutos de la Encarnación no se nos aplican automáticamente, como si fuéramos muñecos o títeres que reciben algo pasivamente y son manipulados por el Verbo; 

sino a través de la fe eclesial, por medio de la gracia, y con la acción de la caridad que la informa una y aumenta otra, en un entramado de acciones plenamente libres, deliberadas y conscientes movidas por la gracia.

La gracia santificante se obtiene ordinariamente por el bautismo y se recupera por la confesión. La mera contrición no basta sin el sacramento. Lo demás es misterio.