jueves, 29 de abril de 2010

Cristo, Esposo de la Iglesia


Cristo se designa a sí mismo como "el Esposo" (Marcos 2, 19).
El apóstol presenta a la Iglesia como una Esposa desposada con Cristo el Señor.
Esta relación íntima de Cristo Esposo con su Iglesia Esposa es imagen misma del amor matrimonial: "amad a vuestras mujeres como Cristo amó a la Iglesia" (Efesios 5, 25)
Por esta unión, Cristo y su Iglesia se hacen un sólo Cuerpo, el Cuerpo de Cristo.

Cristo se designa a sí mismo la Verdad (Juan 14, 6).

Unas palabras de santa Juan de Arco a sus jueces resume la fe y expresa el buen sentido del creyente: "De Jesucristo y de la Iglesia, me parece que es todo uno y que no es necesario hacer una dificultad de ello" (Catecismo, 795)

Me parece que todo es uno. Santa Juan de Arco lo expresa a la perfección.

Esa comunión de Cristo y la Iglesia, icono de la unión de los esposos, implica la corporeidad sacramental de la Verdad: la Verdad (Cristo) unida íntimamente a su Cuerpo-Esposa (Iglesia) se hace presencia operante, acción viva. La Verdad actúa, tras la Ascensión del Esposo, a través de su Esposa, de forma sacramental.
***
APARTARSE DEL RÍO DE LA VIDA
Apartarse de esta comunión Esposo-esposa, cristo-Iglesia, comunión que realiza el Espíritu, es apartarse de ese Río de la Vida que mana de esa íntimidad unitiva.
la Verdad, agua viva, que fluye de esa comunión activa y real, llega asaciarnos por vía sacramental. Si nos retiramos de donde mana el Agua de la Vida, la Verdad no puede saciarnos.
Estamos solos. La fuente se seca. Caminamos solos.Ya sólo nos queda la opinión. Aguas estancadas que aparentan el Río de la Vida, pero sólo proporcionan oscuridad.

martes, 27 de abril de 2010

El Río de la Vida


Apenas entrevemos la hondura de la que brota el misterio de la Liturgia. Vamos a la Casa de Dios a beber de su agua cristalina. Vamos a la fuente a beber el agua que salva, que es Cristo.

Este Misterio caminó un día entre nosotros. Hizo llenar a rebosar las redes de los pescadores, dio de comer a la multitud, sanó a quien creyó. La Liturgia concibe, por la acción concreta del Espíritu, el mismo sendero de la Cruz, de cuyas piedras brota el agua de este Río.

La liturgia es más, mucho más que nuestra celebración. La Liturgia es celebrada junto al Padre por Cristo, en el Espíritu, con los santos y los ángeles en la Casa Total, prefigurada en esa casa de piedra que es la iglesia, y que es más, mucho más que una iglesia.




Un paso más


Llevamos el deseo de hogar con nosotros. Como una especie de segunda corporeidad, nuestro hogar es más que una casa, es un espacio más de nuestro cuerpo y nuestra alma, donde vivimos, amamos, trabajamos, comemos, dormimos, sufrimos. El hogar se vuelve espacio humano, espacio espiritual. Siempre espera a sus moradores.

La iglesia de piedra o ladrillo donde entramos a rezar es más que un espacio de piedra o ladrillo. Durante la Liturgia, es hogar de la Santísima Trinidad. Durante la Liturgia, somos también sus moradores, toda la iglesia, visible e invisible, lo es. Es el hogar de lo eterno, concentrado en un punto del altar. Es el icono mismo de la Casa del Padre, aquí en la tierra. La iglesia misma celebrando la Liturgia es el icono del Cristo total.

Es un hogar sacramental, un espacio que no es espacio, un puente sagrado que une cielo y tierra. Todos los espacios del universo se conciertan en su centro, el Sagrario, en que el Morador de la Casa nos espera y nos ama, en puro Sacrificio.

Un paso más, y somos, nosotros mismos, su casa. Por acción divina, el Morador de la iglesia mora en nuestro cuerpo, y nos hace, por su Gracia, su hogar latiente. Cristo mora en nosotros por la Gracia eucarística. Nuestro cuerpo, ya, no es sólo espacio que espera a su Morador, es hogar de Aquel que es, al mismo tiempo, centro de la Iglesia, centro de nuestro hogar. centro de nuestro cuerpo y nuestra alma. Y Cristo nos hace centro mismo del tiempo y del espacio e iglesia viviente.

Y cuando abandonamos la iglesia y su espacio, la abandonamos como hogares de Aquel que la habita inefablemente. La Liturgia, entonces, se prolonga a los espacios que pisamos, a los lugares a los que vamos, caminando con Él.

lunes, 19 de abril de 2010

Seguridades humanas


El salto de la fe. No hace mucho leí en el blog de Longinos algo sobre este tema que me pareció muy acertado. Al releerlo, he descubierto qué es lo que me pareció especialmente acertado, aunque en un primer momento no supe decirlo.
Creo que más o menos es esta idea, muy importante:

A menudo, nuestra necesidad de comprenderlo todo no es más que una muestra de nuestra incapacidad de abandonarnos en Dios. No podremos gozar de la auténtica libertad interior de hijos de Dios si no nos liberamos previamente del deseo de apoyarnos en seguridades humanas para confiar en Dios.

Incluso la confianza puramente subjetiva en Dios, directamente, sin iglesia, es una seguridad humana, pues es una forma de decir: antes de confiar en otros (la Iglesia) prefiero confiar en mí, que me conozco. Es decir, la desconfianza de la Iglesia, como Madre y Maestra, no es más que una muestra más de falta de libertad interior, de necesidad de fiarme sólo de mí mismo.

Pero así no seremos libres.

sábado, 17 de abril de 2010

Un pequeño lugar del mundo


La enfermería, el claustro, la lavandería, el pequeñito jardín de castaños... un diminuto, pobre lugar del mundo. A muchos hundiría en la rutina. Los malos modos de algunas hermanas, las manchas de humedad que hay que limpiar, los mismos trabajos de todos los días... La pobreza del mundo físico donde vivía Santa Teresa del Niño Jesús sorprende por su poquedad. Pero en este espacio gris lo que se despliega ante nuestros ojos no es una vida rutinaria y gris. Es un vida abierta a horizontes infinitos, derramada en torrentes de Gracia y abismos de Amor, un vida inmensa como un océano de luz, pletórica de gozo interior y luminosa plenitud.

Sorprende el heroísmo de esta pequeña muchacha. Camina entre paredes pequeñas como un gran guerrero entre los muros de una ciudad medieval, dispuesta a conquistar nuesvos espacios para Cristo, allende los mares. En un diminuto jardín conventual, entre las plantas humildes de verde rutinario, se entreabren al Cielo catedrales de Caridad.

Hay mucho que aprender de esta Doctora de la Iglesia. No es un sabio catedrático de teología, ni un erudito políglota, ni un sabio de los que el mundo honra en las actas de los Congresos y las Academias. Es una simple muchacha que lava la ropa en un pequeño lugar del mundo.
Pero es Doctora de la Iglesia, porque quería ser como un niño.
En la finitud del espacio que nos rodea. Aquí es donde debemos alcanzar esa pletórica vida interior. Abiertos a horizontes infinitamente dilatados, urgidos por Cristo a lanzarnos más allá de las fronteras de los números y los tonos grises. Allá donde se conciertan todos los acordes, en el abismo de Amor del corazón de Cristo.
Aparentemente, seremos como todos. Estaremos en las mismas colas de los supermercados, los mismos atascos del centro de la ciudad, los mismos escenarios del mundo prosaico. Pero en todos los espcios del gris de este mundo, nuestra voluntad estará movida y orientada por el Verbo y potenciada por su Luz: unidos a Él, allá donde estemos habrá un puente hacia lo Absoluto. Allá donde estemos se abrirán todos los mares a nuestro paso hacia el Costado de Cristo. Y nada será igual.

jueves, 15 de abril de 2010


He estado releyendo algunas cosas sobre la biología de pyrrochoris apterus, la chinche de las malvas. Comencé a interesarme por este hemíptero en el campo de la hermana de mi esposa. Las niñas lo traían en las manos y decían: mira, papa, he cogido una mariquita! Al principio, al verlo, pensé que era un coleóptero, pero al comprobar que el campo está lleno de malva silvestre, pensé que podía ser esta chinche. Luego, en casa, lo confirmé. Su diseño me recuerda al escudo carmelitano. En general, es un insecto beneficioso. A finales de febrero sale de sus refugios y se dispersa entre las hojas y flores de la malva. En otoño se reune en grandes comunidades para invernar. Tiene hábitos eusociales. Los artejos de las antenas son especialmente elegantes, largos y esbeltos. En el camino del colegio, juanto al muro del jardín, me entretuve observando varios en la palma de mi mano. Los deposité sobre mi cuaderno de dibujo e hice algunos trazos. Esta chinche, como otros hemípteros, tienes hábitos canívales.

La violencia de unos individuos contra otros de una misma especie. El deterioro sustancial de la naturaleza creada se observa a todos los niveles. Junto a la belleza, coexiste el mal.

La belleza, sin embargo, es desbordante y gratuita, desbordando el concepto utilitarista de selección natural. Dios es artista supremo. En algunas criaturas derrocha formas fabulosas, barrocas. El desarrollo de diseños exuberantes no puede explicarse únicamente en términos de utilidad biológica. El desarrollo del pronoto, por ejemplo, de los membrácidos, demuestra la gratuidad de las formas: existen criaturas cuya belleza es puro goce, puro arte divino.

Asimismo, existen criaturas cuya morfología parece contradecir sus necesidades biológicas. El barroquismo corporal merma la eficacia. Criaturas surrealistas, extrañas, misteriosas, extaídas de un cuento fatástico. Es el caso, por ejemplo, de Gargara genistae, membrácido sobre el que hice un trabajo cursando la asigntura de entomología.

La existencia de una disciplina como la teología natural favorecía la investigación, entre otras cosas, de la presencia del bien y del mal en la etología de los seres vivos, incluso de las plantas. Ante el declive de esta disciplina, pienso la posibilidad de una morfología metafísica de los seres vivos. A esto se dedicó, por ejemplo, Ernst Jünger, escritor, filósofo, botánico y entomólogo

Un primer estudio de morfología metafísica podría tratar sobre la relación que existe entre el exoesqueleto de los insectos y las construcciones y productos de la técnica. Llegará un día en que el ser humano se relacione con los sistemas tecnológicos que usa para desplazarse, trabajar, crear, o incluso entretenerse, cada vez más ligados a su fisiología, como los insectos usan su armadura de quitina.






domingo, 11 de abril de 2010

Elogio de la Conciencia. Joseph Ratzinger, Benedicto XVI


Entresaco algunas frases importantes, que me han impresionado, de este inteligentísimo libro.

La Iglesia no fue creada para sí misma, sino que existe para ser el ojo a través del cual nos llega la luz de Dios; para ser la lengua que habla de Dios (pág. 134)

De ahí que esta predicación sea anuncio del Juicio, anuncio de nuestra responsabilidad. El hombre no puede hacer o dejar de hacer lo que le apetece. Será juzgado. Ha de rendir cuentas. (...) De este modo, el artículo de fe sobre el Juicio, su fuerza formativa de las conciencias, constituye un acontecimiento central del Evangelio, además de ser realmente una buena nueva.
Pág. 131

Nuestro modo de celebrar la Liturgia es con frecuencia demasiado racionalista. La liturgia se convierte en enseñanza, cuyo criterio es hacerse entender. (...) En el mundo actual tenemos necesidad precisamente de silencio, del misterio supraindividual, de la belleza (pág. 128)

El recurso al argumento del deber de seguir la propia conciencia no puede legitimar el disenso. Ante todo, porque ese deber se ejerce cuando la conciencia ilumina el juicio práctico en vista de la toma de una decisión, mientras que aquí (en el disenso doctrinal) se trata de la verdad de un enunciado doctrinal. (...) La recta conciencia del teólogo católico supone, consecuentemente, la fe en la palabra de Dios, cuyas riquezas debe penetrar, pero también en el amor a la Iglesia, de la que ha recibido su misión, y el respeto al Magisterio asistido por Dios (...) Separarse de los pastores que velan por mantener viva la tradición apostólica es comprometer irreparablemente el nexo mismo con Cristo. (Pág. 114)

La libertad del acto de fe no justifica el derecho al disenso. (Pág. 112)

No se puede apelar a los derechos humanos para oponerse a las intervenciones del Magisterio (Pág. 113)

Cuando el Magisterio de la Iglesia se pronuncia de modo infalible declarando solemnemente que una doctrina está contenida en la Revelación, la adhesión que se pide es la de la fe teologal (Pág. 104)

Podemos decir que la raíz última del odio y los ataques contra la vida humana es la pérdida de Dios (Pág. 50) En mi propia opinión: esto apoya la consideración de las víctimas del aborto como verdaderos mártires, tal y como hablamos Longinos y yo hace unas semanas.

Se ponen así de manifiesto dos criterios para discernir la presencia de una auténtica voz de la conciencia: que no coincida con los propios deseos y gustos, y que no se identifique con lo que resulta socialmente más ventajoso (Pág 22)

Una firme convicción subjetiva y la consecuente ausencia de dudas y de escrúpulos no justifica en absoluto al hombre (Pág. 14)

Podría citar cientos de ideas más, a cada cual más rica y provechosa.

miércoles, 7 de abril de 2010


Lecturas.Epístolas de Séneca. En la 95, una idea magnífica: Nullum intra se vitium est, ningún vicio queda contenido en sí mismo, o lo que es lo mismo: todo vicio tiende a expandirse, y hacer daño. Refleja a la perfección el alcance suprapersonal de todo acto malo, de todo mal hábito: con el mal que uno comete, aunque sea a sí mismo en soledad, se perjudica a muchos.

Hablando con A***. Es un cristiano ecuménico. Así se autodenomina. Cree que hay que dialogar constantemente con los hermanos separados (con esto estoy de acuerdo), rezar por ellos (con esto también estoy de acuerdo) y sacrificar la parte de nuestra doctrina necesaria para llegar a consensos, (con esto jamás estaré de acuerdo)

No podemos sacrificar parte de la doctrina verdadera de la Iglesia porque la doctrina no nos pertenece, pertenece al Logos, al Verbo eterno e increado, y la custodia la Iglesia. Perder un milímetro de Verdad es traicionar a Cristo (y a nuestra conciencia) Por otra parte, ¿puede aumentar la caridad abandonando la Verdad, aunque sólo sea en parte? Yo creo que no. Veo muy claro que jamás hay que rechazar ni un milímetro de la Verdad. Permanezcamos en la Verdad Eterna e Increada que custodia la Iglesia, para que aumente nuestro Amor. Este es el auténtico ecumenismo, el de la santidad. Y no hay santidad sin toda la Verdad. Pues el error, como el vicio, no se contiene a sí mismo, tiende a expandirse, a hacer daño. O como se cuenta en El Señor de los Anillos: el señor oscuro siempre encuentra caminos para los orcos y las sombras.
"Corren los siglos, pero la verdad permanece.
Permaneciendo la verdad,
permanece el hombre y permanece el mundo.
Por todas partes nos engañan y nos desvían,
pero la verdad nos sostiene.
Amigo, detén la huída.
Ponte en el centro,
donde nada se mueve
sino la vida,
la vivificante Vida!"
Séneca.

martes, 6 de abril de 2010

Vuelta al trabajo

En el tren, he terminado la lectura de Elogio de la conciencia de Joseph Ratzinger , Benedicto XVI. Destaco este pasaje:

"El sentimiento de culpa, que rompe una falsa tranquilidad de la conciencia, y puede definirse como una protesta de la conciencia en contra de mi existencia satisfecha de sí misma, es tan necesaria para el hombre como el dolor físico en cuanto síntoma que permite detectar el trastorno de la funciones normales del organismo". He puesto en cursiva las palabras clave, en especial falsa, relativa a esa triste "tranquilidad" que siente la persona que realiza el mal y se conforma y adecua a él.
Luego, en el colegio, como siempre, he profundizado mucho con los niños en los temas de matemáticas y de lenguaje. Procuro que trabajen el doble, para que aprendan el doble. Hay que paliar la crisis del entendimiento infantil con una exigencia que, sin perder alegría, ponga las cosas en su lugar. A última hora les he enseñado algunas técnicas de ajedrez y han jugado todos.
Luego, a la vuelta, me sentía muy cansado. Me irrité conmigo mismo, al ver que le daba excesiva importancia al estar cansado. Qué blandos somos con nosotros mismos y cómo nos regalamos.
Pasé junto al muro del jardín botánico, como siempre. Pero no tenía gana de buscar coleópteros ni de observar las flores. Iba rezando, aunque no me sentía especialmente encendido, pero no quise dejar de rezar mientras andaba, porque el Señor no debe ser servido con deficiencia.
Y pensé con intensidad: no quiero estar cansado. Así que, para no cansarme más, tomaré la medida de no descansar nunca. ¡Militia est vita hominis super terram!
Otra vez en el tren me puse a rezar las siete nadas:
Señor, que no desee nada, sino sólo tu Cruz. (Padre Nuestro...)
Señor, que no tenga nada, sino sólo tu Cruz.
Señor, que no espere algo de nada, sino todo de tu Cruz.
Señor, que no tema algo de nada, sino alejarme de tu Cruz.
Señor, que no me gloríe de nada, sino que sólo tu Cruz sea loada.
Señor, que no quiera gozar de algo en nada, sino sólo tu Cruz.
Señor, que no quiera lograr algo en nada, sino crucificarme contigo en la Cruz.