domingo, 11 de abril de 2010

Elogio de la Conciencia. Joseph Ratzinger, Benedicto XVI


Entresaco algunas frases importantes, que me han impresionado, de este inteligentísimo libro.

La Iglesia no fue creada para sí misma, sino que existe para ser el ojo a través del cual nos llega la luz de Dios; para ser la lengua que habla de Dios (pág. 134)

De ahí que esta predicación sea anuncio del Juicio, anuncio de nuestra responsabilidad. El hombre no puede hacer o dejar de hacer lo que le apetece. Será juzgado. Ha de rendir cuentas. (...) De este modo, el artículo de fe sobre el Juicio, su fuerza formativa de las conciencias, constituye un acontecimiento central del Evangelio, además de ser realmente una buena nueva.
Pág. 131

Nuestro modo de celebrar la Liturgia es con frecuencia demasiado racionalista. La liturgia se convierte en enseñanza, cuyo criterio es hacerse entender. (...) En el mundo actual tenemos necesidad precisamente de silencio, del misterio supraindividual, de la belleza (pág. 128)

El recurso al argumento del deber de seguir la propia conciencia no puede legitimar el disenso. Ante todo, porque ese deber se ejerce cuando la conciencia ilumina el juicio práctico en vista de la toma de una decisión, mientras que aquí (en el disenso doctrinal) se trata de la verdad de un enunciado doctrinal. (...) La recta conciencia del teólogo católico supone, consecuentemente, la fe en la palabra de Dios, cuyas riquezas debe penetrar, pero también en el amor a la Iglesia, de la que ha recibido su misión, y el respeto al Magisterio asistido por Dios (...) Separarse de los pastores que velan por mantener viva la tradición apostólica es comprometer irreparablemente el nexo mismo con Cristo. (Pág. 114)

La libertad del acto de fe no justifica el derecho al disenso. (Pág. 112)

No se puede apelar a los derechos humanos para oponerse a las intervenciones del Magisterio (Pág. 113)

Cuando el Magisterio de la Iglesia se pronuncia de modo infalible declarando solemnemente que una doctrina está contenida en la Revelación, la adhesión que se pide es la de la fe teologal (Pág. 104)

Podemos decir que la raíz última del odio y los ataques contra la vida humana es la pérdida de Dios (Pág. 50) En mi propia opinión: esto apoya la consideración de las víctimas del aborto como verdaderos mártires, tal y como hablamos Longinos y yo hace unas semanas.

Se ponen así de manifiesto dos criterios para discernir la presencia de una auténtica voz de la conciencia: que no coincida con los propios deseos y gustos, y que no se identifique con lo que resulta socialmente más ventajoso (Pág 22)

Una firme convicción subjetiva y la consecuente ausencia de dudas y de escrúpulos no justifica en absoluto al hombre (Pág. 14)

Podría citar cientos de ideas más, a cada cual más rica y provechosa.

1 comentario:

  1. Este papa es un hombre extraordinario.
    Mucha salud, Benedicto xvi

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