viernes, 30 de diciembre de 2011

Que entre el sacerdocio común y el sacerdocio ministerial hay diferencia esencial u ontológica y no sólo de grado

La doctrina católica sobre el sacerdocio enseña que la diferencia entre un laico y un sacerdote NO ES SÓLO UNA DIFERENCIA DE FUNCIÓN. Entre un laico y un sacerdote existe una dierencia ontológica, una diferencia en el ser, en la esencia. Es decir, la diferencia no consiste sólo en el servicio (o función) especial que al Pueblo de Dios proporciona el sacerdote. La diferencia consiste ante todo en que el sacerdote, por la consagración que realiza el sacramento del Orden, ha sido configurado a Cristo Sacerdote- Cabeza de su Cuerpo para actuar como ministro suyo -in persona Christi- ( Conc. Vat. II, Presbyterorum Ordinis 2).

Debido a esta configuración ministerial, que le hace instrumento de Cristo-Sacedote-Cabeza de la Iglesia, el sacerdote puede realizar actos para los cuales el laico es absolutamente incapaz. Es decir, NO es que el sacerdote y el laico son ambos sacerdotes, pero el sacerdote puede hacer unas cosas que el laico no hace. No, sino que el sacerdote lo es de forma esencialmente distinta a como lo es el laico, y en virtud de esa diferencia puede hacer cosas que el laico no hace.

Entre el sacerdocio ministerial y el sacerdocio común de los fieles no existe, pues, una diferencia de grado o funcional, sino ontológica y esencial.

Veámoslo en el CATECISMO:

"1547 El sacerdocio ministerial o jerárquico de los obispos y de los presbíteros, y el sacerdocio común de todos los fieles, "aunque su diferencia es esencial y no sólo en grado, están ordenados el uno al otro; [...] ambos, en efecto, participan (LG 10), cada uno a su manera, del único sacerdocio de Cristo" (LG 10). ¿En qué sentido? Mientras el sacerdocio común de los fieles se realiza en el desarrollo de la gracia bautismal (vida de fe, de esperanza y de caridad, vida según el Espíritu), el sacerdocio ministerial está al servicio del sacerdocio común, en orden al desarrollo de la gracia bautismal de todos los cristianos. Es uno de los medios por los cuales Cristo no cesa de construir y de conducir a su Iglesia. Por esto es transmitido mediante un sacramento propio, el sacramento del Orden.

""In persona Christi Capitis...
1548 En el servicio eclesial del ministro ordenado es Cristo mismo quien está presente a su Iglesia como Cabeza de su cuerpo, Pastor de su rebaño, Sumo Sacerdote del sacrificio redentor, Maestro de la Verdad. Es lo que la Iglesia expresa al decir que el sacerdote, en virtud del sacramento del Orden, actúa in persona Christi Capitis

«Es al mismo Cristo Jesús, Sacerdote, a cuya sagrada persona representa el ministro. Este, ciertamente, gracias a la consagración sacerdotal recibida se asimila al Sumo Sacerdote y goza de la facultad de actuar por el poder de Cristo mismo » (Pío XII, enc. Mediator Dei)"

En la entrada siguiente veremos cuál es el estado de vida que MÁS CONVIENE a esta diferencia ontológica y esencial.

jueves, 29 de diciembre de 2011

Carta Pastoral de D. Rafael Zornoza Boy, Obispo de Cádiz y Ceuta

Carta Pastoral de D. Rafael Zornoza Boy, Obispo de Cádiz y Ceuta

Navidad 2011
El momento más valioso

Gloria a Dios en el cielo y paz en la tierra a los hombres. Las zambombás y los nacimientos nos dejan palpar la alegría de la Navidad. Revivir el misterio nos amasa y hermana con Dios, porque si la fiesta es cristiana nunca es sólo un simple recuerdo sino la presencia activa de Dios y un renacimiento vital para el hombre. Cuando Dios se encarna en María ella teje en sus carnes mortales a Jesús con un hilo de oro que es la naturaleza divina del Hijo de Dios. Desde entonces el Emmanuel -el Niño Manué- renueva todas las cosas porque Dios está con nosotros, entre nosotros y en nosotros.

Lo más grande que ha ocurrido en la historia de la humanidad ha sido el nacimiento de este Niño, un hombre que es precisamente el mismo Dios. Y el mejor periodista que dio la noticia fue un ángel suyo: Os anuncio un gozo grande, hoy os ha nacido un Salvador. No obstante sólo se enteró un rey miedoso de perder su poder, unos sabios de Oriente abiertos al Misterio y los más humildes pastores. El mensaje cristiano transmite, por tanto, que Dios está para siempre con nosotros, que le hombre no está solo, y la gran alegría de que Dios transforma la vida. El hombre dignificado es la consecuencia inmediata de nuestra fe, anterior incluso a cualquier anuncio o propuesta de vida moral o social.

Cada persona refleja al Creador y se hace aún más amable como redimido. Hasta el día de hoy no son separables el Dios trascendente de su carne amada y desposada con Él. Dios-hombre nos educa para encontrar en cada persona el misterio escondido de Dios, su dignidad, su vocación, su humilde grandeza junto a sus grandes miserias. Pero he aquí que es imposible hacerlo sin descubrir la grandeza incoercible de Dios a través de su humilde presencia.

Nada hay, por tanto, tan valioso como redescubrir ahora nuestra relación vital con Cristo. La Navidad es siempre un regalo: Dios se da a sí mismo, ha aparecido la gracia de Dios. Pero este obsequio inimaginable reclama acogida, lucidez, atención, ya que este Alguien que nos ama es Dios mismo que quiere ser amado, y convertir así nuestra vida en una fiesta. Por eso nos seduce -casi sin notarlo- invitándonos con su ternura y suplicando nuestro amor, identificándonos sin sentirlo con su pequeñez y humildad -que es la nuestra-, arrullados por su misericordia y calor.

A la arrogancia del pobre super-hombre sólo le queda la huida o, como hace Herodes, una ladina disuasión. Es la que hoy nos acecha con esa banalización moderna que fulmina cuanto toca, la que nos abriga de lujos fantásticos y promesas, pero nos deja -como a los maniquíes de los escaparates- perfectamente vestidos pero sin vida, como disecados, aturdidos, desalmados. El mundo secularizado, cada vez más encogido por su debilidad inconfesable y su incapacidad para salvar camina tan ciego que intenta reinventar la fiesta con un llamado espíritu de la Navidad que en realidad es su cara opuesta: consumismo, ajetreo, bullicio...

Este mundo que anhela la paz dichosa de la Navidad y paladea con gusto el sabor de sus frutos pretende abiertamente cortar sus raíces sin caer en la cuenta de la terrible orfandad que le sobreviene. Es más, ya ha experimentado que construir el mundo sin Dios termina inevitablemente atentando contra la dignidad del hombre. Lo que nos alegrará el corazón no será una meliflua canción ambiental, ni esos ambiguos deseos de bien (reducidos luego a bienestar), sino Dios mismo, el gran don, la unión con Él y nuestra propia unidad.

El extravagante desposorio de Dios con el mundo es una iniciativa milagrosa, un entrar en comunión que experimenta y encuentra su norma en la Eucaristía. Es, sin duda, la primera aportación que la Iglesia hace al mundo. Belén, etimológicamente, la casa del pan, vuelve a cada altar para dejarse adorar, para trascender nuestros límites con la carne de Hijo que nos da la Eternidad. ¡Que las zambombás nos despierten, y los belenes nos hagan renacer a la grandeza humana, a la dignidad, al gozo de ser hermanos y a la paz!

Cádiz, 24 de diciembre de 2011.
Monseñor Rafael Zornoza Boy
Obispo de Cádiz y Ceuta

miércoles, 28 de diciembre de 2011

Anotaciones sobre la idolatría del medio ambiente y el desprecio de las esencias creadas


Lo que sigue son anotaciones sueltas y desordenadas sobre la idolatría del medio ambiente, relacionada con el catarismo, y el desprecio de la naturaleza en cuanto Creación de Dios.

1. A raíz de mis conversaciones con mi amigo Longinos acerca de los enemigos del conocimiento natural de Dios y de la fe, y concretamente sobre el catarismo , ha venido a mi mente la imagen siguiente.
Muchas personas que, hoy día, tienen un vago deseo de creer, son como botánicos que inventan una flora imaginaria, porque creen que la existente y real no puede ser tan perfecta ni tan hermosa SI ES CREACIÓN DE DIOS (y además, es efímera-- se marchita, se pudre, llega un momento en que huele mal!!) .


2. ((--un técnico ambiental me dijo una vez: --Dios no ha creado las plantas, las plantas no necesitan que Dios las crea. la naturaleza se crea a sí misma--)).


3. Botánicos de mirada sucia, por así decir. Porque idolatrar la naturaleza es mirarla con ojos falsos y sucios, convertirla en ídolo, despreciando su naturaleza creada. Hacer que deje de servir de puente al conocimiento natural de Dios.

Y desdeñan el estudio de la botánica real, para entregarse a prácticas alquímicas y pseudocientíficas con la esperanza de hacer realidad sus fantasías y crear un remedo de la realidad, más a su gusto, menos imperfecto, (ya se sabe: plantas que nunca se marchitan, plantas con poderes mágicos, superplantas, deificaciones de plantas, dioses-plantas, con flores de colores inimaginables, árboles de oro y plata, flores de luz fosforescente... ((Véase por ejemplo esa repelente flora artificial y antinatural de la película ecologista Avatar))

4. --No saben de la bondad de la creación, sólo alterada por el pecado.- ¡Curioso, en tiempos de ecologismo y ecoescuela! --Nunca se ha despreciado tanto la naturaleza EN CUANTO CREACIÓN DE DIOS como ahora en que se la endiosa panteísticamente-- por sorprendente que parezca.))

5. Se busca otra realidad. Se busca otro salvador.

6. Nunca más que ahora, pues, en tiempos de ideología ecológica, se desprecia más el mundo creado por Dios, pues deja de verse como lo que es, un mundo de naturalezas creadas, pero dependientes de Dios conservador y providente. El amor idolátrico a la naturaleza convierte la naturaleza en "medioambiente" divinizado, la diosa gea, la madre Tierra. Les parece poco la creación tal cual. Quieren deificarla y la idolatran. En el fondo es desprecio.

7. Una realidad iniciática, mágica, donde la realidad de las cosas no se respeta y puede alterarse a voluntad, como en Harry Potter: niños insolentes que desprecian la esencia de las cosas, que pueden alterar y modificar a su antojo con poderes ocultos que, desde luego, no proceden de Aquel que creó esas esencias y esas naturalezas.--ya sabemos quién anda detrás de ese remedo de la creación, el que San Jerónimo llama "mono imitador de Dios": el Maligno.

8. Loginos ha demostrado que el catarismo, ese escrupuloso desprecio de la Encarnación y sus mediaciones en orden a lo sacro, conlleva un desprecio a la Iglesia y por ello de toda mediación Visible entre el yo y el Otro Absoluto, entre el ego y Dios.
9. El catarismo desprecia a la Iglesia en cuanto mediadora visible, pero es capaz de aceptar una Iglesia vaporosa, invisible, de puros y perfectos escogidos.

Esto se relaciona estrechamente con algunos potentes PREJUICIOS CATARISTAS que la New Age ha inseminado en la mentalidad de las masas. Cito por ejemplo uno:

10. EL ELITISMO INICIÁTICO. Sobrevalorar a los expertos, a los técnicos, a los profesionales. Es el culto idolátrico a la gente experta.

La entrañable figura del naturalista que estudia con piedad y clasifica las plantas, (como nuestro Celestino Mutis) ha sido desplazado por el ecologismo de los técnicos ambientales, que son ahora los naturalistas de laboratorio y "los que entienden".

Se estima más, por ejemplo, la opinión de un teólogo famoso, que la del Magisterio de la Iglesia. Se cree que sabe más de la esencia de las cosas un catedrático televisivo famoso que el sentido común de los buenos cristianos.

Se confía más en las opiniones de un científico divulgativo que cautiva a las masas, que en los verdaderos cientíificos de labor callada y silenciosa.

Para tener opinión sobre la eutanasia, el aborto o la religión, se compran los libros del filósofo de moda que sale en la televisión.

Las películas están plagadas de héroes con poderes inciáticos y mágicos, que domeñan la esencia de las cosas como verdaderos expertos mágicos en la alteración -re-creación- de la naturaleza de las cosas creadas.

Este culto al experto y a supuestos poderes propios de una élite entendida e iniciada deviene en un declive de la razón recta, del sentido común y del conocimiento natural de la naturaleza de los seres creados, incluído el ser humano, y como consecuencia un eclipse de la conciencia y de la ley Natural.

11. --Este desprecio de la naturaleza de las cosas se observa en la obsesión de la cultura contemporánea por la Magia. Harry Potter transforma unos animales en otros, personas en cosas, sustancias en otras sustancias, a la manera de un remedo del Creador. Sólo necesita palabras y conjuros y el poder de una cosa con poderes, en este caso de una varita.

El culto a los expertos y a los iniciados está relacionado con el desprecio a la naturaleza de las cosas, el odio a lo sencillo, a lo natural, a lo normal. Es una búsqueda anormal de novedades artificiales. Una artificialidad. Un tecnicismo. Un odio a LO VIRGINAL, lo auténtico, lo no re-creado. El ecologismo no es sino ideología de expertos y técnicos. Incapacidad de ver unción en lo creado por Dios. Sólo ven valores. IDOLATRÍA DEL MUNDO MATERIAL. El amor a la naturaleza convertido en iniciación gnóstica.

12. El culto a los expertos y a los inciados impregna la cultura antiteísta, y es un síntoma indudable de catarismo, de eso que decía Longinos en su post de "búsqueda directa de los absoluto". --Quien tiene contacto directo con lo absoluto, puede manipular sus poderes creadores, puede alterar la esencia de las cosas. Es un inciado, un ser superior. -- la crítica catarista es: Los cristianos, que aceptan la mediación de la Iglesia, son sólo como un rebaño. No tienen espíritu crítico, ni individualidad, están enajenados.

13. Como vemos, se trata de neo-gnosticismo. Y su causa es la promiscuidad del corazón, una forma sucia y fea de ver las cosas creadas. Todo esto no es mas que mirada sucia. La mirada sucia y negra del pensamiento mágico. La suciedad del corazón proyectada sobre el mundo visible y, luego, sobre la Encarnación de Cristo y por ello sobre la Iglesia, Cuerpo de esa Encarnación.

14. Frente a esto, los cristianos tenemos a nuestra disposición las potentes armas de Cristo. Y junto a ellas, no hemos de descuidar la fuerza del sentido común, cuya acción primera brota con fuerza del poder de la conciencia.

Frente a esto, sin duda, es necesario vitalizar nuestra razón, no la razón técnica, experta o catedrática, e ilustradísima, sino la recta razón iluminada por la fe. La razón sencilla y directa. Y una sana teología, obediente al Magisterio, y luminosa en su autenticidad, puede ayudarnos mucho a combartir estos errores masivos y a descubrir la verdad.Frente a esto, hemos de poner en juego con la Gracia de Dios la virginidad del corazón, que vitaliza la razón recta y da profundidad a nuestro apostolado. Cito unas palabras de Javier Sánchez sobre esto:

"Esa virginidad del corazón le lleva a un uso inteligente de la razón para buscar y entender, para analizar y desglosar, para contemplar y mostrar. (...) Debemos deponer nuestras falsas certezas, nuestra soberbia intelectual, que nos impide percibir la proximidad de Dios”.

Es decir, contra el prejuicio del catarismo, hemos de promover la virginidad del corazón, la limpieza de la mirada, que permita contemplar toda mediación visible con ojos humildes y confiados en el poder de Dios, un conocimiento sencillo y humilde de las cosas. Deponer las falsas certezas, esos prejuicios elitistas que desprecian toda mediación, y deshacer ese prejuicio de suciedad a priori que impide ver a Dios en la proximidad de las cosas creadas, y que no es sino el conocimiento natural de Dios iluminado por la fe.

Frente a esto hay que reivindicar la razón como lo que es. No con exceso. No con defecto. Sino en su justa proporción. Con su potencia, y con su límite. Pero con su potencia intacta no ensuciada.

otra cita de Javier Sánchez Martínez, extraída de una reciente entrada:

"La virginidad del corazón le conduce a estar abierto al Misterio y su razón-inteligencia, por tanto, no se cierra en sí misma, sino que busca más y está abierta a la Verdad. La razón no lo es todo, ni la razón humana puede abarcarlo todo y comprenderlo todo ni siquiera ser la medida de todas las cosas. El criterio de la verdad no es lo que la razón humana pueda entender ni tampoco lo que la razón científica puede demostrar: en el fondo, cerrar la razón al Misterio, es desconfiar de la capacidad de la propia razón de recibir y percibir la Verdad."

15. Y es que el catarismo cierra la razón al Misterio no sólo de la creación, sino de la Encarnación del Verbo, anulando al mismo tiempo la razón natural, y encumbrando la razón técnica y artificial de los expertos.

16. Nada tan lejos del Misterio como el gnosticismo, verdadera promiscuidad del corazón.

¿Acaso no es tiempos de lujuria y promiscuidad cuando más abunda el catarismo? ¿Cuando más se estropea la recta razón? ¿Cuánto más se odia el Misterio?

17. Unas palabras de Jean Corbon:

"La Manifestación en la carne de la plenitud de la Gracia es un Misterio de unción: Cristo. (...) las personas sencillas no pueden dejar de maravillarse".

No dejemos pues de maravillarnos. Seamos sencillos por la Gracia.

El Verbo se ha hecho carne. Y desde entonces, "hay Árboles de Vida que fructifican doces veces, una vez cada mes. Y las hojas de los árboles pueden curar a las gentes" (Ap 22, 1-2)

martes, 27 de diciembre de 2011

De cómo se ahoga la verdad y cómo la verdad se defiende

Hay cosas que no podemos dejar de conocer, cosas que no podemos ignorar.
Cosas que Dios quiere que sepamos, Y NO PODEMOS DEJAR DE CONOCER y POR TANTO PONER EN PRÁCTICA sin grave daño.
Es todo aquello que pertenece a la llamada "Ley Natural".
La ley natural tiene dos "tablas" o listas de verdades, una para todo aquello que no podemos ignorar de Dios. Otra, para todo aquello que no podemos ignorar del ser humano, nuestro prójimo.

Todo pecado grave es un desprecio de la verdad, un aplastamiento de la verdad que late en la conciencia: no matarás, amarás a Dios, no dirás falso testimonio.... Para pecar hay que ahogar la verdad. ¿Con qué? Con injusticias, con crímenes, con más pecados.
Pero, ¿qué ocurre cuando premeditadamente son ignoradas, calladas, ocultadas?
Que el ser humano es acosado por LA CONCIENCIA.
El acoso de la conciencia es, pues, un mecanismo que cuando es silenciado y ahogado con injusticias, como dice el Apóstol Pablo en Romanos 1, levanta su voz y vuelve su queja contra la totalidad de la persona.
Este mecanismo de autodefensa de la conciencia es conocido desde muy antiguo, y fue estudiado en profundidad por la cultura grecolatina. Su máximo desarrollo lo encontramos en la tragedia griega, y especialmente en la obra de Esquilo.
El acoso de los remordimientos está personificado por las Erinias o Furias.
Las Erinias ( de ἐρίνειν erínein, ‘perseguir, acosar, atormentar’) eran personificaciones femeninas de la conciencia.

Tienen un lado oscuro, perseguidor, pero también un lado luminoso, creador de paz, y entonces se les llama Euménides ( Εύμενίδες, dadoras de benevolencia). Son venerables, tienen un carácter sagrado, que hace que se les adjudique el calificativo de σεμναί θεαί semnai theai, ‘venerables diosas’. El pensamiento religioso romano las conoce como Furias, Furiæ, ‘terribles’). la conciencia, pues, era algo sagrado y venerable para los griegos.

Pues bien, cuando el ser humano ahoga la verdad con injusticias, la voz de la conciencia emerge oscura y sacramente, en forma de remordimientos perseguidores, de Erinias que no descansan de atormentar al ser humano hasta que por el arrepentimiento, las Erinias se convierten en Euménides, en dadoras de paz, y crean deseos de penitencias restauradoras del orden perdido.

Con el sacramento de la penitencia encontramos este poder pacificador PERO notablemente enriquecido, es más, absolutamente enriquecido, porque al restablecimiento de la justicia natural y la pacificación interior del hombre, añada el restablecimiento de la Gracia y de la condición filial. Hay un abismo entre la justicia devuelta por las Euménides, y la justicia devuelta por el arrepentimiento y el perdón sacramental. Existe la dimension sobrenatural de la misericordia divina, que sobrepasa toda justicia natural antigua, es decir, natural, antigua.

De esto se ha percatado muy bien el teólogo Hans Urs von Balthasar, que dice :

"la gracia pacificadora siempre es restablecimiento ordinario de la justicia, no la justicia de la antigua época de las Erinnias carente de gracia, sino la de un derecho lleno de gracia" (de "Gloria")

Ese derecho lleno de gracia que dice von Balthasar es precisamente la misericordia divina, que transmuta el valor de la simple justicia natural de la ley moral, en caridad que rebasa la pura justicia retributiva, y conlleva una dosis sobrenatural de vida divina.

En todo esto de las Erinias observamos que a la cancelación de la culpa sigue la paz interior, y que la novedad infinita que aporta Cristo es la Gracia de una paz del corazón que rebasa la paz puramente retributiva de la cancelación de la deuda. Es una gracia conciliadora que no sólo cancela la deuda, sino que además sana, purifica, lava de pecado y santifica.

Pero volviendo al tema de las Perseguidoras.

¿Qué le ocurre a una sociedad, a unos individuos que pretenden sistemática e institucionalemente callar la boca a las Erinias, no escucharlas, sino convivir con ellas como si no existiesen y ADEMÁS CREER QUE NO EXISTEN Y QUE SE PUEDE SER FELIZ perseguido por ellas?

Bien, esto lo ha estudiado profundamente un gran filósofo católico, de nombre impronunciable:

Budziszewski, en su importantísimo libro "Lo que no podemos ignorar."

Pues bien, las sociedades inmersas en la cultura de la muerte, el mundo viejo, adámico, profundamente pecador y aferrado a sus pecados institucionales, el hombre duro de corazón, las sociedades perdidas en el ateísmo de masas, la apostasía o la apatía espiritual, escuchan en su interior el acoso de los remordimientos,

pero quieren dejar de escucharlo para seguir pecando y ser feliz pecando. Elaboran entonces unos mecanismos de defensa contra las Erinias, contra voz de la conciencia.

¿Cuáles son? Veámoslo sólo muy brevemente, aunque el estudio de estos mecanismos defensivos daría para todo un libro.

Contra el remordimiento es aparentemente eficaz el alcohol, la promiscuidad sexual, las drogas.

Perdido todo arrepentimiento, la segunda Erinia, la necesidad de confesar el pecado, puede verse satisfecha por vías indirectas: por ejemplo ir al psicólogo, para que nos diga que el problema es que no tenemos autoestima, y justifique todo lo que hacemos, nos escuche pacientemente y nos diga que debemos afirmarnos asertivamente y no convivir con la culpa.

¿Cómo se calla a la tercera Furia, la necesidad de pagar la deuda, de restaurar el orden perdido? Pues volver a hacerlo otra vez, afianzarse en el mal hecho, asumirlo como lo normal, como lo habitual, y consolidarlo. Autoafirmarse en el pecado para que este sea el nuevo orden de la vida. Y si el nuevo orden es el pecado justificado que no hay que expiar, así evitamos a la Cuarta Furia, la reconciliación. Si conseguimos que la ley apruebe nuestro pecado, este se verá inmerso en el orden vigente, y no tendremos que reconciliarnos con la sociedad. Pero para ello, hace falta eludir a la Quinta Furia, la justificación. Nada mejor que hacerse apologeta del pecado que queremos seguir cometiendo, su defensor, convertirlo en uno de nuestros valores, mostrar que es justo, y promover cambios sociales que lo justifiquen.

Como dice Budziszewski: "Perseguido por las Cinco furias, el ser humano se vuelve más malvado y a la vez más necio: más malvado porque su comportamiento se degrada; más necio, porque se traga más mentiras suyas". Mentiras con las que pretende en vano acallar a las Furias. Acallar el deseo interior de arrepentirse, acallar el deseo interior de confesar y contar su culpa; el deseo interior de expiar su falta, el deseo interior de reconciliarse con el prójimo, el deseo interior de volver a ser justo.

En definitiva, la defensa legal, política, moral, propagandística, de por ejemplo crímenes como el aborto, no es más que un intento de acallar a las Furias de la conciencia ultrajada. El desarrollo intelectual de doctrinas antiteístas, agnósticas, materialistas, utilitaristas, etc., etc., no es más que un intento de acallar la voz de la conciencia, por la que Dios quiere ser escuchado.

A menudo nos pasa, cuando hacemos apostolado, que nos frusta que personas que nos rodean se empeñen en defender cosas malas (aborto, adulterio, sexo prematrimonial, eutanasia, materialismo, anticristianismo.....). pero hemos de pensar que, en muchas ocasiones, esa obstinación en la defensa de sus valores contrarios a la ley natural no es más que un intento desesperado de acallar la voz de su conciencia y encontrar una falsa, falsa paz que les permita lo que ellos quieren creer que es ser feliz

Y para ello, han de ahogar con injusticias la verdad.

lunes, 26 de diciembre de 2011

Sobre el conocimiento natural de Dios, el ateísmo y la conciencia

Después del intermedio novelístico,

dejo atrás las andanzas ficticias del padre Gabriel en su paisaje natal y vuelvo al discurso teólogico y a una reflexión que últimamente me está interesando mucho.

Quien haya leído el debate sobre el ateísmo con Físicus y Máximo y los muy interesantes y oportunos comentarios posteriores de d. Javier Sánchez y Miserere, habrá comprobado la dificultad de este tema y, al mismo tiempo, la importancia que cobra en estos tiempos (en que la tónica general en teología y filosofía es el ataque a la potencia metafísica de la razón).

Así pues, para enriquecer el tema y poder entre todos profundizar en él, voy a comenzar lanzando y recordando una afirmación ya comentada:

La existencia de Dios creador y remunerador es una verdad de Ley Natural inserta en la

conciencia humana y factible de deducir por la razón natural, y es una verdad de tal índole, que...

...no podemos ignorarla sin grave daño personal, moral y psicológico.

Es, pues, una verdad cognoscible con certeza por la luz natural de la razón.

¿Por qué el ser humano es capaz de conocer y amar naturalmenter a Dios? La explicación reside en Dios mismo. Como mencionó d. Javier Sánchez Martínez en un comentario acerca de su homilía relativa al tema:

Dios quiere que le conozcamos para que le amemos.

Es decir, Dios QUIERE que el ser humano sea naturalmente capaz de Él. Y en base a esta voluntad divina le confiere la luz natural de la razón, que le ilumina primera y fundamentalmente en la conciencia. Es por tanto un conocimiento de Ley Natural, conformador de la propia natutraleza humana, y que no se puede ignorar sin grave detrimento para ese propio ser humano, en cuanto supone en desorden de su ser creatural, y un artificial enfrentamiento con la voluntad del Creador, que quiere ser conocido para ser amado.

Y digo que no se puede ignorar, AUNQUE por diversas circunstancias puede verse efectivamente DIFICULTADO, PERO NO imposibilitado de forma total SIN QUE EL SER HUMANO DEJE DE SER LO QUE ES.

Para dar pie a esta reflexión voy a citar algunos textos de Joseph Ratzinger, cuando nuestro actual Papa Benedicto XVI era prefecto de la Congragación para la Doctrina de la Fe.

Los primeros textos proceden de "Mirar a Cristo. Ejecicios de fe, esperanza y caridad", Edicep, 1990.

"Hemos dicho que la cuestión de Dios es ineludible, que no nos podemos abstener de ella. Para acercarnos a tal cuestión son necesarias algunas cuestiones fundamentales, que son, por así decirlo, sus presupuestos metodològicos: la escucha del mensaje que proviene DE NUESTRA EXISTENCIA y DEL MUNDO EN SU TOTALIDAD"

Fijaos que aquí nos está hablando de las dos fuentes de conocimiento natural de Dios:

la interna: la ley moral en nuestro interior y nuestro propio existir moral,

y la externa, el orden admirable del mundo creado.

Son las mismas fuentes de conocimiento natural de Dios que San Pablo resume en la Escritura, al hablar del conocimiento natural de Dios accesible a los paganos, y que los paganos CEGARON por el pecado. Veámos y recordemos el impresionante pasaje de Romanos 1, 18:23:



20 ya que sus atributos invisibles –su poder eterno y su divinidad– se hacen visibles a los ojos de la inteligencia, desde la creación del mundo, por medio de sus obras. Por lo tanto, aquellos no tienen ninguna excusa:




Joseph Ratzinger comenta este mismo pasaje de Romanos 1 en el punto 3 de Cap. 1 de "Mirar a Cristo". Voy a citar algunos pasajes.

"3. Conocimiento natural de Dios".

"¿Existe una respuesta a la cuestión (de la capacidad de conocer a Dios por la razón natural)? Si sí, ¿que tipo de certeza podemos esperar? El apóstol pablo, en su carta a los Romanos, se planteó exactamente la misma problemática"

Y continúa:

"Y respondió con una reflexión filosófica, que se apoya en la historia de las religiones. En la megalópolis de Roma, la Babilonia de la época, se encontraba ante una decadencia moral, que tenía su raíz en la pérdida total de las tradiciones, en la desaparición de aquella íntima evidencia, fruto de los usos y costumbres, que en otro tiempo le llegaba al hombre. "

"la respuesta del apóstol (...) es sorprendente. Afirma que dicha sociedad, en realidad, conocía mucho y bien acerca de Dios. "porque lo que puede conocerse de Dios lo tienen a la vista. Dios mismo se lo ha puesto delante" (Rom 1, 19)

"Y fundamenta así dicha afirmación: "desde que el mundo es mundo, lo invisible de Dios, es decir, su eterno poder y su divinidad, resulta visible para el que reflexiona sobre sus obras" (1, 20) Pablo saca de aquí sus propias conclusiones: "de modo que no tienen disculpa". la verdad les resultaría accesible, pero no la quieren, rechazan las exigencia que la misma verdad les reclamaría. El apóstol habla de que "reprimen con injusticias la verdad" (1, 18). El hombre se opone a la verdad que exige de él sometimiento en la forma de alabanzas y gracias a Dios 81, 21). "

Y continúa más adelante:

"El ateísmo, o incluso el agnosticismo vivido de forma atea, no es para Pablo una postura sin culpa. Se basa, para él, en una resistencia contra un conocimiento que en realidad es accesible al hombre, pero cuyas condiciones rechaza. El hombre no está condenado a la ignorancia con respecto a Dios. Le puede ver si escucha la voz de su propia naturaleza, la voz de la creación, y se deja guiar por esta voz. Pablo no conoce el ateísmo puramente ideal"

"El "ahogar la verdad" fue un hecho manifiesto." "Por cuanto podemos observar, no ha existido un tiempo en que la cuestión ante el Otro Absoluto, ante lo Divino, haya permanecido extraña al hombre. Y por todas partes, en la historia de las religiones, encontramos de formas distintas la extraña ruptura entre el conocimiento del único Dios y la entrega a otras potencias que se consideran más peligrosas"

Muy esclarecedor este texto de Joseph Ratzinger.

En el libro "Elogio de la Conciencia", cap. I, nuestro actual Papa nos habla de nuevo del conocimiento natural de Dios en la Carta a los Romanos:

"Algo semejante encontramos también en San Pablo, quien nos dice que los paganos conocen muy bien, aun sin ley (de Moisés) lo que Dios espera de ellos ((Rom 2, 1-16)) La entera teoría de la salvación por medio de la ignorancia se derrumba en estos versículos: existe en el hombre la presencia inevitable de la verdad- de una verdad del Creador- que más tarde se puso también `por escrito en la Revelación de la historia dela salvación.

"El hombre puede ver la verdad de Dios en virtud de su ser creatural. No verla es pecado. Sólo deja de verse cuando y porque no se quiere ver. Porque el hecho de que no se encienda el piloto automático se debe a una deliberada ceguera para todo lo que no queremos ver" (pág.17) "

Fijaos que habla de PRESENCIA INEVITABLE DE LA VERDAD.

y ¿Por qué es inevitable?

Porque Dios quiere que le conozcamos y le amemos. Ir deliberadamente contra esta voluntad de Dios que nos hace capaces de Él es emprender un camino de autodestrucción del que sólo Jesucristo podrá liberarnos por la Gracia.

No puedo dejar de citar el maravilloso texto de Pablo VI que nos recordó d Javier, y que tanto ilustra el tema. En él nos habla de una indispensable rehabilitación de la razón, de pensar rectamente. Veámoslo:

Basta razonar bien. Y esto lo pueden hacer todos, incluso los incultos; incluso con frecuencia las almas simples, los muchachos, la gente humilde, especialmente los puros de corazón, tienen una lógica natural más sana y concluyente que quienes en el desarrollo de la racionalidad han violado u olvidado ciertas exigencias suyas.

"Exactamente es lo que sucede hoy a muchos pensadores que impugnando ciertas leyes del pensamiento, ciertos principios primeros y evidentes del mismo no le consienten sobrepasar los límites dentro de los cuales no puede ser alcanzado Dios.

"Un conocimiento mortificado de la verdad no puede comprender la suma Verdad, que es Dios. Sería lógico aquí aludir a las famosas cinco vías, siempre válidas si se comprenden bien, que indicaba la teología escolástica como las que pueden llevar el pensamiento a un conocimiento seguro de Dios, aunque oscuro.

"Pero el hombre actual no quiere oír hablar de ellas; aunque tal vez sin darse cuenta, las recorre de alguna manera, especialmente la quinta, que revela la existencia de la necesidad (cf. Galileo, Dial. gior., 1) de un orden, de una finalidad, de un pensamiento en las cosas (cf. Danusso); vías que conducen más allá de la experiencia científica a reconocer en ellas una presencia anterior e interior, pensante y creadora"


domingo, 25 de diciembre de 2011

En que se expone el semblante del cazador

IV. DE JUAN NAVARRO EL CAZADOR


Dijeron adiós a la cruz de hierro y volvieron a entrar en el coche. Ahora venía el tramo de paisaje más hermoso. Acantilados en flor, el monasterio trapense en ruinas, la pendiente de los abetos...

Pero quiso renunciar a contemplar esa belleza, y decidió mortificarse para ofrecerlo al Señor por su cuñado. Así que cerró los ojos y no quiso ver nada.

Juan le estaría esperando. Hacía tanto que no le veía. Una persona difícil, alejada de Dios y de la Iglesia. El marido de su hermana era un hombre duro y feroz, de trato difícil, acostumbrado a la intemperie y a enfadarse con Dios.

Cuando el coche arrancó y atravesaron la puerta del acantilado, cerró los ojos sin que se dieran cuenta, y renunció al paisaje por la conversión de su cuñado.

El coche dejó a la derecha la pendiente de los abetos, donde Juan cazaba y se escapaba de montería. Desde la casa de su hermana se escuchan sus disparos como si estallasen allí mismo.


Juan Navarro era un hombre obstinado. No había talento natural que no hubiera malgastado, ni tiempo que no hubiera perdido. Juan Navarro era un hombre de esparto, admirador de sí mismo, amante de sus errores, corazón correoso y seco presto a prenderse, de ánimo hirsuto e imprudente como una escombrera de rastrojos resoleados bajo el sol de agosto.

Nació fuerte y taheño; creció bárbaro al amparo de una familia de cazadores. Su padre le enseñó a abatir el ciervo desde muy corta edad. Y a poco de la barba adolescente, ya era todo un experto en el arte mayor, en la bronca de taberna y el frecuenteo de malos ambientes.
Pero era un hombre sin doblez que mostraba cuanto tenía mostraba.

Cuando se enamoró de su prima Sofía, se enamoró como cazador que era: se dispuso a cobrarla, se aparejó de todo lo bueno que encontró en los posos de su alma, y logró casarse con ella. Pero en su corazón fue creciendo un amor arrollador por ella.

De su incomprensible unión nació, al año de su casamiento, el pequeño Juan. Él sabía cuánto quería su esposa a su hermano y cómo estaba influenciada por él. Ella se dejó amar y proteger y se cobijó en su carácter pétreo y en su corazón de lobo.

¿Cómo una mujer tan culta y exquisita alcanzó a darle su consentimiento a un hombre como él?
Para el joven sacerdote era un misterio. Pero tal vez la explicación fuera entrevista en el futuro, en los ojos de un ciervo herido.

En que recuerda una Homilía de su Obispo y toma notas de un paisaje hermoso sin querer prenderse de él.

III. DE UNA HOMILIA Y UNAS NOTAS
Por el camino en coche a casa de su hermana iba recordando la primera Homilía del santo obispo de Peñalosa. Se la sabía casi de memoria. Tantas veces la había leído y escuchado, tantas veces la había meditado, recordándola como lo que era, la historia de su llamada al sacerdocio.

Mientras desfilaban por la ventanilla los pétreos paisajes de su pueblo natal, iban reapareciendo en su memoria, de forma más o menos exacta, aquellas profundas palabras de don Tomás.

""Y caminando a lo largo de Galilea vio a Simón y a Andrés, hermano de éste, que estaban echando las redes al mar, pues eran pescadores (Mt 1, 16)

Echaban las redes. No dice la Escritura que hubieran recogido peces. Trabajaban cuando llegó Cristo, que les ve trabajabar. Pero no dice que su trabajo hubiera sido fructuoso.

"Y les dijo Jesús: venid en pos de Mí, y os haré pescadores de hombres (Mt 1, 17). Los apóstoles pasaron así de ser pescadores de peces, a ser pescadores de hombres. Cristo les pescó primero a ellos, que eran peces humanos en el mar de las tinieblas, pero al caer en la red sublime de Cristo, pasan a ser pescadores de hombres, como peces ellos mismos del mar de la Luz, como Cristo mismo, que es el Pez Luminoso, de cuyas entrañas mana toda medicina para toda enfermedad, para todo mal.

"Y al instante, dejando las redes, le siguieron (Mt 1, 18) Los pescadores oyen a Jesús, le ven, y se vuelven peces que Cristo pesca con su red de gracia.

Pero para pescar hombres hay que dejar las redes humanas y lanzar las redes de Cristo. Debemos dejar nuestras redes humanas, que no dejamos de remendar infinitamente, para hacernos con la red indestructible de Cristo."

Aquella homilía de don Tomás, con ecos de San Jerónimo, no dejó nunca de motivarle.

"Hablamos de Cristo. Queremos pescar hombres para Cristo. Pero que Él no nos vea remendando nuestras redes humanas en una barca de madera, sino usando su Red en esta su divina Barca, que es la Iglesia. Así pondremos en Él toda la esperanza de nuestros trabajos y pescaremos, no lo dudéis hermanos, pescará el Gran Pescador por nosotros, instrumentos de su pesca divina. "En el Señor pongo mis esperanzas" (Sal 10, 2)."

Llegaron al último tramo de su viaje, y quiso el Padre Gabriel detenerse unos instantes en el Puerto de la Cruz. Allí, junto a la gran balautrada que da al valle, se levanta una capilla al mártir de Peñalosa. Al fondo, sobre un montículo rocoso triangular, una gran cruz de hierro se levanta sobre el valle, tapizada de flores violetas.

Cerca de aquel puerto de montaña, junto a la Gran Proa, se yergue un grupo de pequeñas casas y huertos junto a un viejo monasterio trapense en ruinas. Allí vivía su hermana, a unos veinte kilómetros de Peñalosa.

Tras unos momentos de oración, el sacerdote hizo un breve apunte con lápices de colores en su Diario, y prosiguieron el viaje. Le gustaba dibujar y anotar en rápidos trazos algunas cosas que veía. Aquella cruz del valle, erguida sobre un peñasco de roca, le parecía impresionante. La dibujó rápidamente y prosiguieron el viaje. Estaban a punto de llegar.

¡Cuántos recuerdos! Era un privilegio hacer nacido en aquel lugar tan hermoso. Pero no quería sentirse atado a la belleza natural de esos paisajes. Nada debía atarle a este mundo, ni siquiera la hermosura de todo lo creado. De todo quería desprenderse, sabiendo, como dice el Príncipe de los Apóstoles en 1 Pe 1, 22, que sólo somos peregrinos y forasteros en este mundo, y que toda la belleza visible no es nada comparado con Cristo y su vida sobrenatural.

La Divina Liturgia de cada día es incomparablemente más hermosa que cualquier paisaje.

sábado, 24 de diciembre de 2011

En que se cuentan recuerdos del Padre Gabriel y cómo se reencuentra con su hermana y su sobrino

II. UN CAMINO
Diez años hacía que el Padre Gabriel no contemplaba aquel camino hacia el mar de Peñalosa, desde la ermita del santo. Allí, en aquella orilla, Cristo le llamó al santo holocausto y él no dudó en seguir aquel excelso Plan de Dios.

Mientras se acercaba a su hermana y su sobrino, que le hacían señas desde abajo, dejó la maleta en el brocal y atajó por un sendero de matorrales de incienso y alhucema. Aquí huele a Liturgia--pensó.

La imagen de aquella playa, estremecida de cañas y redes, le trasportó a la memoria de aquel día santo y al corazón de aquel santo obispo que tanto representó para él, a los comienzos de su vida sacerdotal.

Aquel hombre le enseñó la excelsitud incomparable de la vida religiosa.

Había en Peñalosa un pastor llamado don Tomás que dejó el nombre de Cristo grabado en muchos corazones. Recién llegado al pueblo, su primer afán fue suscitar vocaciones y dotar al pueblo de sacerdotes santos. Era hombre recio y mortificado, de constante oración y muy alegre y muy pobre, que leía y estudiaba mucho y se postraba muchas horas en oración.

Gabriel lo conoció a orillas del mar de Peñalosa, frente a la Capilla de San Sebastián. Él estaba remendando redes con su padre, cuando el santo obispo pasó por allí, le llamó y él le siguió al instante.

--Tú serás mi primer seminarista.

Nunca olvidará el rato de oración frente al Señor Sacramentado en la capilla del mar, esa que estuvo consagrada al santo de las flechas desde mucho antes de ser edificada.

Era un torre neogótica levantada sobre un peñasco erguido en un sima bastante profunda, a la que se accedía por un estrecho camino de rocas en la bajamar. La Santa Misa sólo podía celebrarse observando el rito de las pleamares. Aquella gran hondonada marina, cuando subía la marea, se cubría totalmente de agua, y sólo se veía la iglesia y parte del camino. Cuando bajaba el mar la sima quedaba totalmente abierta, y un impresionante abismo aparecía rodeado por el mar.

Don Tomás la llamaba "la capilla de las conversiones".

--¡Tito, tito!-- su sobrino le llamaba desde la orilla.

Por fin llegó a la arena. Hacía un poco de frío porque era diciembre. Pero él siempre se dejaba la chaqueta negra abierta y no usaba abrigo.

--¡Tito!--estás todo lleno de alhucema.

--La planta preferida de tu padre--respondió él mientras besaba al niño.

--Bendíceme que te quiero!--le dijo su hermana Sofía, que le abotonó la chaqueta y le cerró el alzacuellos, y él la bendijo en la frente.

--Y tú, ¿quien eres, que no te conozco?--le dijo Gabriel al perro, que se le arrimaba--

--Es Murillo-dijo el niño--

--¿Y qué estábais buscando?--se me perdió la crucecita de oro, pero Murillo la encontró escarbando en la arena y se le enredó la cadena en la pata.

El camino bajaba y subía atravesando el Sendero de la Sangre.

Así se llamaba desde tiempo inmemorial el surco que floreció del Martirio, cuando crucificaron al joven patrón de Peñalosa en lo alto del Cerro, en esa peña donde se levanta hoy la ermita. Aquel lejano día lluvioso, el agua del cielo se mezcló con la sangre del joven mártir y descendió por todo el pedregoso peñasco seco, dejando un rastro de flores que ya nunca se marchitan.

Cuando llegaron arriba, el padre Gabriel cogió la maleta y el perro la olisqueaba.

--A Murillo le interesan sobre todo mis libros de teología--bromeó.

viernes, 23 de diciembre de 2011

En que comienza la primera estampa de Disonancia y Fulgor

I. UNA MIRADA

El padre Gabriel se asomó a aquel horizonte de pastizales de sombra y olivares dormidos desde la roca madre del balcón del Cerro. Y contempló el majestuoso vuelo del águila imperial de Peñalosa. Y el fulgor de aquel azul vibró en su pecho como una melodía de oro líquido.

Las nubes llameaban.

Hacia la cumbre del Arcornocal, cuyo nombre es la Gran Proa, desembocaban los cielos.

Y escuchaba a lo lejos el berrido de los ciervos de cobriza blancura de Peñalosa. El príncipe de los ciervos, pensó, estaría cruzando ahora los pasos musgosos del bosque crepuscular.

Y pensó en el Gran Ciervo de la sierra plateada de su pueblo natal, el nunca cazado, el siempre invicto, aquel que según la leyenda se dejó un día cazar y abatir para salvar a un hombre.

Habían pasado diez años desde su marcha. Ahora volvía, con cuarenta y cinco, a un pueblo descreído que ya no sabía contemplar su cielo.

Nada más apearse del autobús y poner un pie en la parada de la playa, escuchó estrellarse las olas y recordó la Cruz del mar, en cuya capilla gustaba postrarse cuando seminarista, durante la bajamar, mientras su padre pescaba.

Desde lo alto del Cerro contempló la playa salvaje de Peñalosa cortando en oleaje el atardecer. Su mirada abarcaba la falda del Cerro, que desembocaba en la arena dorada. Y sus ojos traspasaron el telar del tiempo y fueron a recaer sobre dos figuras negras que divisaba a lo lejos, tal vez una madre y su hijo.

Los miró. Ella se acercaba a él, él se acercaba a ella. El niño iba caminando y se medio tropezaba como buscando algo entre la arena y las conchas, y un perrillo le seguía a distancia.

La madre le llamaba. --¡Juan!-- . Y el niño le respondía y volvía con su madre.

El padre Gabriel los contemplaba a media distancia, desde el Brocal de la Sombra, cortando la playa.

Tal vez, pensó, aquel muchacho sería su sobrino, y aquella mujer esbelta y decidida su hermana Sofía. Vivían cerca. Lo confirmó con la mirada. Y comenzó a bajar la falda en flor del cerro hacia la playa, sujetándose en los troncos delgados de los tamarindos y recogiendo, a veces, las florecillas tiernas del jacaranda siempre estrellado.

Y contempló el sendero florecido que dejó trazado para siempre, según se cuenta, la sangre del joven mártir y patrón de Peñalosa, crucificado allí mismo hacía ya, tal vez, doscientos años.

Y el padre Gabriel volvió a escuchar a la madre llamar a su hijo, y cómo éste se abrazaba a un perro labrador y recogía algo dorado de entre una de sus pesadas y blancas patas.

FIN DEL PRIMER CUADRO

jueves, 22 de diciembre de 2011

De nieblas y matemáticas

Al salir de casa una espesa niebla invadía el mar muy silenciosamente. Camino de la estación, bajo las hileras de acacias, chorreaba el amanecer y me empapaba. Pero no enfríaba mi devoción.

Lectura de Péguy, que me recordó a Trakl. Luego, van Thuan. Curioso eso que dice el arzobispo vietnamita de que Jesús no entiende de matemáticas. La ciencia del pesebre y de la cruz es escándalo para la sabiduría de este mundo.

Hace poco tuve un curioso pensamiento: la teología no es cálculo de probabilidades, y empapada de matemáticas es gris y deprimente, como la que escribía Newton.

La misericordia divina no entiende de cálculo, y por eso es perfecta en su aritmética infinita y absoluta y nunca se equivoca al hacer las cuentas.

Hacia mi lugar de destino fui pidiéndole muchísimas cosas a San Isidoro de Sevilla y al Beato Diego José de Cádiz. Y dándoles gracias por todas las gracias que me consiguen.

En que recuerda a su madre

Aquella mujer tenía tanta luz en su seno...

Hacía varios años que mi madre había fallecido a los sesenta años. Elegante, lánguida y melancólica, sin embargo siempre alegre...
Melancólico, nervioso e irritable, di un beso a mi esposa, y marché a la playa a tranquilizarme y a orar.

Me descalcé y bajé a la arena pensando con mucho dolor en mi madre.
Caminaba despacio hacia el mar de tinieblas. Pisaba la arena ardiente y dorada esquivando pedazos de conchas, lascas de piedras azules, lacadas y brillantes como fragmentos de oleaje

Me corté en el talón al pisar una ostra quebrada y comencé a sangrar. Una ola de espuma me aclaró la piel y vi el corte, superficial. No hice caso de la herida y volví a caminar hacia el espigón ostionero, donde un velero plateado naufragara tal vez en días antiguos, un día de lluvia torrencial.

Me sentía oprimido, saturado de sombras densas, agobiadas de pasado.

Sea tu Voluntad, Señor... Pero dame algo a cambio de mi madre... te lo ruego...

Sí, mi madre guardaba tanta luz en su seno, que casi reventaba de esplendor.

Muchos años atrás ella solía caminar por este mismo malecón, los días de julio y agosto, conmigo niño y mis hermanos cogidos de la mano. Fátima correteaba las olas y picaba la plata de los charcos de las rocas tostadas de sol.

Mi hermano y yo cogíamos cangrejos moros, camarones, sapos, a veces algún pulpo. Mientras, la madre leía, sentada en la arena, alguna revista o un libro, y nos vigilaba por el rabillo del ojo, siempre pendiente.

Sea tu Voluntad, Señor... Pero dame algo a cambio de mi madre... te lo ruego...

Cerca del Castillo de san Sebastián, donde el Puente Canal, las olas aprietan y las lapas son más grandes; hay quien pesca con grandes cañas sin carrete, como en los viejos tiempos, y quien escarba en la arena, en los boquetes de las piedras, en busca de tesoros.

Comenzó a llover, como el día de mi boda. Levante de cara. Una llamada al móvil. Mi esposa. Estoy bien, dije.

Y me acerco con los pies descalzos al agua fría, al mar del olvido. Pero no lo hay.

Sea tu Voluntad, Señor... Pero dame algo a cambio de mi madre... te lo ruego...

Bajo el arco de entrada un niño blanco y rubio coge cangrejos. Se acerca en cuclillas, roza el papel de vidrio, que se arrugaba en ondas, e introduce un alambrito negro en un pequeño escondrijo. Yo me encamino ya, vacío, hacia el final del espigón. Pero la Caleta me tiene algo reservado. El mar del olvido tiene para mí un tesoro guardado en su azul.

Por el malecón se me acerca un hombre viejo.

—¡Mire, allí! —Y me señala algo en la orilla, en la calita de la curva que tira camino del castillo.

Es una cruz, flotando en el agua. ¿De dónde habría venido? ¿Quién la habría arrojado allí?

Y yo me acerco, bajo otra vez, me acerco a la orilla y veo un crucifijo de madera, como mi brazo de grande, que ha traído una ola a la orilla. La cruz flota entre las olas, se estrella contra una roca, pero no se rompe. El sol refulge en la corona de espinas del Señor de las aguas.

Un anciano mariscaor se acerca. Coge el crucifijo, lo mira y lo remira.

—Quédeselo usted—me dice, y se va, dejando en mis manos un bello crucifijo de madera.

--te he pedido algo a cambio de mi madre, y me has dado tu cruz salvadora, Señor.

De vuelta al hogar la lluvia arrecia y el corte del talón me comienza doler. Yo camino con la cruz que me ha venido del mar del dolor. Y me siento sanado, rehabilitado, fortalecido.

--Has ido al Cielo a enviarme la cruz de mi Señor. ¡Cuánto me quieres, madre!

Aquí vine hace un rato, sin nada en mis manos, sólo cosas que olvidar. Y vuelvo a casa, me voy a mi hogar, con el Señor en las manos.

No me he ido de esta playa con las manos vacías.

martes, 20 de diciembre de 2011

En que comienza el debate acerca del ateísmo contemporáneo

FÍSICUS: Pienso que en el proyecto de Jesús no entra convertir a nadie.

ALONSO: ¿?

MÁXIMO: Estoy de acuerdo con eso, no me chirría como le está chirriando a Alonso :) --Que espero no monopolice el debate, como hace siempre!! :)

FÍSICUS: Verás, si alguien no desea creer en Jesús, simplemente puede limitarse a una vida puramente natural, a una vida ética, sin la dimensión sobrenatural. Por eso, el ateísmo no tiene por qué ser anti-Teísmo como equivocadamente afirma De Lubac .

MÁXIMO: El cristianismo es una opción ÉTICA, libre, voluntaria, y si algo es voluntario, no es culpable rechazarlo. El ateo conforma su vida según los moldes naturales del bien, simplemente. Por cierto, qué antipática es esa frase de León Bloy que siempre citas. ¿cómo era? la moral....

FÍSICUS: "La Moral ha suplantado a la Revelación y ya nadie entiende nada de las Escrituras". Me la sé de memoria.

MÁXIMO: Comparto plenamente lo dicho por Físicus. De hecho, yo diría más, diría que el mensaje de Jesús es un mensaje ético, de valores humanos, naturales, perfectamente asumibles por tantos cristianos anónimos, como decía Rahner.

ALONSO: Bueno, permitidme matizar. A lo que dice Físicus de que el ateo puede limitarse inculpablemente (y por ello se supone que "felizmente") a una vida de ética natural, niego rotundamente.

FÍSICUS: Vaya, ¿no has leído lo que tiene escrito Ignacio Lepp sobre eso: "El ateísmo de nuestro tiempo"?

ALONSO: Sí lo he leído, de hecho tu idea es la tesis central del libro que citas, que procede de "Psicoanálisis del ateísmo moderno". Déjame, por favor, comentarte por qué rechazo esta idea.
En primer lugar, hay que decir que el ser humano está naturalmente ordenado a Dios, que el conocimiento de Dios es el fin natural del ser humano, y que hasta que el ser humano no descansa en Dios, su corazón anda desordenado y profundamente inquieto, como diría San Agustín. Por tanto, el ateísmo no es natural, sino artificial. En segundo lugar, hay que recordar que en el estado natural de la naturaleza humana, enferma de muerte por el pecado original, el hombre no puede llegar a conocer y vivir a Dios sino con tremenda dificultad, por lo que necesita el auxilio de lo sobrenatural, sin cuya Gracia está absolutamente perdido. De aquí la infinita misericordia divina, que por la crucifición del Logos rehabilita nuestro confuso logos y nos da acceso a la vida sobrenatural.

FÍSICUS: ¡Vaya idea! ¿Quieres decir que a Dios se le puede conocer?? Yo, como matemático y físico, he de decirte que...

ALONSO: Permite que te cite el Compendio del Catecismo, por favor, que explica esto muy bien.

3. ¿Cómo se puede conocer a Dios con la sola luz de la razón? A partir de la Creación, esto es, del mundo y de la persona humana, el hombre, con la sola razón, puede con certeza conocer a Dios como origen y fin del universo y como sumo bien, verdad y belleza infinita.
4. ¿Basta la sola luz de la razón para conocer el misterio de Dios? Para conocer a Dios con la sola luz de la razón, el hombre encuentra muchas dificultades. Además no puede entrar por sí mismo en la intimidad del misterio divino. Por ello, Dios ha querido iluminarlo con su Revelación, no sólo acerca de las verdades que superan la comprensión humana, sino también sobre verdades religiosas y morales, que, aun siendo de por sí accesibles a la razón, de esta manera pueden ser conocidas por todos sin dificultad, con firme certeza y sin mezcla de error


FÍSICUS: Entonces, según eso, yo, que soy agnóstico, como sabes, no estoy usando bien mi razón, y además de forma culpable. ¡! Eres un grosero :)

MÁXIMO: Alonso, no debemos juzgar a nadie, y no podemos afirmar que un agnóstico o un ateo son culpables de no creer en Jesucristo.

ALONSO: Bueno, sólo Dios sabe el grado de culpabilidad y sus atenuantes :)) . Pero sabemos que reside en las conciencia humana, por ley natural, la capacidad racional de conocer a Dios y de ajustar la propia vida a su ley moral. El ateísmo es artificial, lo natural es creer en Dios. El ateísmo es un fenómeno ideológico relativamente reciente, que contrasta con la abrumadora evidencia de la multitud de religiones naturales. El problema está en la naturaleza adámica del hombre, enfermo por el pecado. El ateo, o el apóstata, no vive en un estado natural, vive en pecado.

FÍSICUS: Qué visión más negativa del ser humano! El agnosticismo es más positivo! Alonso, de verdad, me deprime escucharte. Hace poco leí unas palabras de Sádaba donde habla del miedo como componente de las religiones...

ALONSO: Sin entrar a refutar a Sádaba, que es profundamente superficial, sobre todo en bioética, quiero decirte que en ideas como las que has expuesto, según Lepp y tantos otros, está latente la negación del mal que es el ateísmo y concretamente la infidelidad y la apostasía. Y contiene falsedades acerca de la relación entre el orden natural y el sobrenatural.

FÍSICUS: ¡Ay Alonso, ¿no sabes que este autor (Ignace Lepp) acepta la gratuidad de la fe??

ALONSO: Sí, claro, pero de forma que REDUCE la creencia en Dios a la fe en Dios, confundiendo lo natural con lo sobrenatural, la trascendencia natural con la sobrenaturalidad santificante. Niega la capacidad natural del hombre para creer en su Creador.


MÁXIMO: Y así lo que consigue es colocar el mundo de lo sobrenatural y el mundo de lo natural en estratos paralelos que nunca se entrecruzan.

FÍSICUS:Bueno, yo no creo eso. Si niega el conocimiento natural de Dios, es porque la fe es algo absurdo, y creemos precisamente porque es absurdo, como diría Kierkegaard.

ALONSO: ¡Nada de eso! Como dice el fragmento del Compendio que te he citado, es una verdad de fe de la doctrina católica y una realidad objetiva de la naturaleza humana que el hombre es capaz de Dios, como dice el comienzo del Catecismo, y negar esto es muy grave. Parece que un ateo vive en un estado ético natural, y no es así. De aquí que la Gracia y la naturaleza se vean, bajo esa errada perspectiva, como mundos paralelos: dos fines para el hombre. ¡Qué error! la Gracia absorbe el fin natural del hombre, lo eleva, sana y perfecciona, introduciéndose en su esencia y divinizándola. Tras la encarnación del Verbo, sólo hay un fin, el sobrenatural, que contiene dentro de sí, a la manera de preámbulo, el fin natural del hombre.

lunes, 19 de diciembre de 2011

En que me pide e insiste el buen Máximo que continúe dando a luz a nuestros debates

Me insiste mi buen amigo cuyo nick es Máximo en que publique en este blog nuestros debates,

y me confiesa le está sirviendo de mucho verlos aquí enriquecidos y completados.

Ya que a él le está sirviendo, y a mí me está ayudando igualmente, proseguimos la discusión, esta vez en el marco de un coloquio entre amigos y conocidos, cada cual con su pseudónimo.

Todos esperamos puedan ser de utilidad y provecho a quien los lea y esa es nuestra intención.

sábado, 17 de diciembre de 2011

En que se continúa el debate, esta vez centrado en la Eucaristía y en la lucha del bien contra el mal.


Por deseo de mi buen amigo Máximo, y debido ante todo a su cordial insistencia, reproduzco aquí, ligeramente enriquecidos, algo de nuestros diálogos.


MÁXIMO: Hola, Alonso, de nuevo nos encontramos. Ayer comenzamos a debatir y no pudimos profundizar mucho en el tema. Hoy tenemos más tiempo.

ALONSO GRACIÁN: Hola Máximo. Ayer la verdad es que nos quedamos con lo mejor del debate suspendido en la última parada de nuestro tren.

MÁXIMO: He de decirte que no estoy nada de acuerdo con esa idea de De Lubac que citaste ayer. No sabía que leyeras a teólogos conservadores.

ALONSO: No creo que De Lubac sea ni conservador ni progresista. Hay cosas en este autor que no comparto, concretamente su filosofía de lo sobrenatural, pero en general su obra es valiosa y de gran precisión doctrinal. Su lectura es provechosa. Además, realiza una crítica a Nietzsche que comparto especialmente.

MÁXIMO: Tú hiciste un trabajo sobre Nietzsche cuando estudiabas filosofía.

ALONSO: Así es. Coincido con las consideraciones de De Lubac acerca de la inhumanidad del humanismo ateo transmutador de valores. Le debo a un sacerdote amigo el haber descubierto a DeLubac. Esa idea importantísima, concretamente, de la edificación de la Iglesia causada por la Eucaristía, se recoge en el Magisterio de la Iglesia, por ejemplo Cat 241

MÁXIMO: Pienso que no es la Eucaristía la que edifica la Iglesia, sino nosotros, la comunidad, la que damos sentido a la Eucaristía y la que edificamos la Iglesia. La Misa es compartir, y al venir a la Misa a compartir creamos unidad. Nosotros edificamos la Iglesia. Aquí reside el humanismo. en darle centralidad a la humanidad entrañable, que diría Castillo.

ALONSO: Bueno, la enseñanza del Magisterio, que De Lubac recoge en el cap. IV de "Meditación sobre la Iglesia", es exactamente esta: la Eucaristía es el corazón de la Iglesia, y de sus latidos de Gracia viven sus miembros y se unifican sus miembros vivos en una sociedad espiritual. No hay humanidad entrañable sin Gracia. Sin Cristo el ser humano está irremediablemente perdido en su voluntad de poder, que siempre es deshumanizadora.

MÁXIMO: No me seas espiritualista. De Lubac es verticalista. Como tú. La unidad fraterna es lo que nos une. Después de la teología de Rahner el verticalismo es un vestigio de la Iglesia medieval.



ALONSO: En el estado actual del hombre adámico, herido por el pecado y enfermo de muerte, toda unión fraterna es imposible sin el auxilio divino de la Gracia. Es la Gracia la que confiere la unión humana, y no la unión humana la que confiere la Gracia.La unidad de la Iglesia es efecto sobrenatural de la Eucaristía, y NO un constructo humano fraterno. Esa unidad es la res sacramenti. la realidad del sacramento, su efecto objetivo. La cruz tiene dos maderos, uno vertical y otro horizontal, que se entrecruzan, formando el signo de la liberación del mal, el signo por el que el Pueblo Santo somos liberados de Egipto, el signo escrito en las puertas del mal para su destrucción.

MÁXIMO: Bueno, verás, yo creo que la solidaridad debe ser el centro de la eucaristía. El problema de la Misa es que debe ser un símbolo de la unión entre todos los hermanos.

ALONSO: Mira, la unión entre hermanos, en el estado actual de la naturaleza caída del ser humano, es efecto de la Gracia, y la Gracia nos viene principalmente por el Sacrificio de Cristo, es decir, por la Eucaristía. Además, has de contar con la presencia activa de las fuerzas del mal, del demonio y sus ejércitos, en esta batalla que, como dice la Gaudium et Spes 37, y nos recuerda a menudo el P. Iraburu, viene librando la humanidad desde los tiempos antiguos contra el poder de las tinieblas. El cristianismo es realista, sumamente realista, porque sabe que, como dice León Bloy, todo en este mundo es incomprensible sin la actuación del Demonio. Es cierto que la Eucaristía es signo (más que símbolo) de unidad, porque la genera sobrenaturalmente.

MÁXIMO: No comparto nada esa visión del cristianismo. Eso del demonio es influencia gnóstica, en especial del maniqueísmo; el cristianismo de los primeros cristianos nada tiene que ver con eso de luchar contra el demonio.

ALONSO: Te equivocas, De hecho, fíjate que fue el propio De Lubac el que nos enseña que el mundo antiguo estaba atormentado por la presencia demoníaca, y que acogió la Buena Nueva de Cristo como una liberación real y efectiva del poder del Demonio. Esto nos lo recuerda Benedicto XVI en su libro Jesús de Nazaret.

ALONSO: La presencia dominadora del mal en la tierra herida por el pecado original, y la escalada de poder que el Demonio realiza a través de la historia, es uno de los grandes temas del cristianismo, es el tema central incluso de la cultura y el arte cristiano. Fíjate, por ejemplo, en "El señor de los anillos" de Tolkien. El Demonio, Sauron, pretende dominar a los seres humanos tentándolos a través del anillo de poder, que representa el mal en sí mismo, incorporado al hombre, aunque no como parte esencial del hombre, sino como algo que desea tener. La batalla desigual contra las fuerzas del Señor Oscuro no podrá realizarse sin el auxilio de lo sobrenatural. Fíjate como De Lubac, precisamente, en su crítica al humanismo ateo, habla del poder destructivo del la voluntad de poder de Nietzsche. Es la voluntad de poder, simbolizada por el anillo de poder, desamparada del auxilio sobrenatural, lo que deja al humanismo desamparado ante las fuerzas del mal, significadas por ese afán de dominio.

MÁXIMO: Bueno, y, ¿qué tiene que ver todo esto con lo que empezamos a hablar ayer?

ALONSO: Mucho. Yo te argumenté ayer que la renovación de la Iglesia tiene que venir por el cuidado de la liturgia y no por la transformación de la opinión pública eclesial, como tú argumentabas. Es decir, la renovación viene por la centralidad de la Eucaristía, que libera a los miembros de la Iglesia del poder de las fuerzas del mal y le confiere la Gracia que proporciona el don de la unidad. La división eclesial, producida por la fragmentación litúrgica y la mundanización de la Iglesia, es un elemento perturbador que impide la renovación de la Iglesia.

MÁXIMO: Nada de eso. De nada vale ir a Misa si antes no se comparten nuestros bienes y somos solidarios.

ALONSO: Pero date cuenta que es gracias a la Gracia, que nos proporciona la Eucaristía, por la que somos capaces de compartir y liberarnos de nuestros egoísmos. "No habrá amanecer para los hombres", profetiza el malvado Saruman en "Las dos torres", aludiendo a la victoria del Señor Oscuro sobre el ser humano. Es el pronóstico de Nietzsche en "El crepúsculo de los ídolos". Para Nietzsche, una vez expulsado a Dios, no habrá aurora a no ser que el ser humano fabrique su propios valores en contra de lo ya crepuscular, que es lo divino.

MÁXIMO: Pero Nietzsche no es antihumanista, sino que va contra Dios.

ALONSO: Exactamente, y al ir contra Dios va contra el hombre. El humanismo ateo no es, pues, sino Anti-Teísmo, como señaló ya Dostoievski, tal y como recuerda De Lubac, y en sus Diarios de los años noventa, Ernst Jünger, otro convertido por influencia de Bloy, por cierto..

CONTINUARÁ...

De un diálogo mantenido hace poco en el tren acerca de la renovación de la Iglesia

MÁXIMO: Alonso, creo sinceramente que la Iglesia necesita el tercer Concilio ya.

ALONSO GRACIÁN: ¿Para qué otro Concilio? Tenemos el CVII, que está todavía sin aprovechar y sin conocer.

MÁXIMO: Hay que renovar la Iglesia. La Iglesia se renueva en sus opiniones.

ALONSO: No estoy de acuerdo con eso, amigo mío.

MÁXIMO: ¿Ah no? ¿Dónde se renueva entonces la Iglesia? ¿En las conferencias episcopales?

ALONSO: La Iglesia sólo podrá renovarse en el tiempo y lugar de la Divina Liturgia. Que, por cierto, como diría Corbon, son un no-tiempo y un no-lugar.

MÁXIMO: ¿En la Liturgia? ¿Quieres decir que la Iglesia se hará más actual, más conforme al mundo que vivimos, si la gente va más a Misa? La gente necesita conocer a Cristo, no ir a una Misa que no le dice nada.

ALONSO: La gente no conoce a Cristo porque no conoce la Iglesia. En la Liturgia el rostro de la Iglesia se hace visible , y ese rostro de la Iglesia es el rostro de su Esposo, Jesucristo, que nos habla a través de gestos, Palabras, música, belleza.... Que la gente no conozca a Cristo es ante todo un problema de pecado, primero, y, segundo, de alejamiento de la Liturgia, de falseamiento antropocéntrico de la Liturgia.

MÁXIMO: No sé, mi párroco no sabe qué hacer para que la gente vaya a Misa. A la gente le parece un rollo. Dice un teólogo de cuyo nombre no quieres nunca acordarte :) que la Iglesia ha de tener más humanidad en sus celebraciones, para que la humanidad vaya a las celebraciones.

ALONSO: Mira, la gente podrá descubrir lo bello, lo sagrado, en el ámbito de lo litúrgico. Por una parte, la belleza lleva a Dios. Por otra, es en el ámbito de la Liturgia divina donde los sacramentos proporcionan la Gracia que abrirá la inteligencia ofuscada, ya dilatada por la belleza de la celebración.

MÁXIMO: No sé, si el centro de todo eso no interesa...

ALONSO. En Luz del mundo, Benedicto XVI habla sobre ese centro, y dice algo así como que lo que importa es que la palabra eterna y la realidad sanadora del sacramento estén en el centro de la Liturgia.

MÁXIMO: Mi párroco dice que nosotros debemos ser lo más importante de la Misa, que nuestra humanidad, nuestros sueños, nuestros valores deben ser el sustento de la Misa.

ALONSO: Mira, yo creo que eso es un error tremendo, y ese antropocentrismo está vaciando las iglesias. Es todo lo contrario. Nuestra creatividad dispersa la acción divina del Logos celebrado.

MÁXIMO: ¿Qué significa eso? ¿Qué no podemos crear nosotros lo que celebramos? Entonces la liturgia sólo es repetición de lo que han creado otros.

ALONSO: Eso significa que es el Logos eterno, es decir, Cristo, crucificado incruentamente en la Liturgia, el que ha de crear la acción terapéutica, el que ha de atraer, de llamar, de convocar, de congregar, de edificar la Iglesia eucarísticamente (como diría De Lubac) Significa que si el ser humano se pone por delante, Dios va por detrás. Y lo que mueve a conversión, a renovación, a purificación, es siempre el pensamiento de Dios, que ha de ir siempre por delante.

Dice Bloy en un pensamiento que la Liturgia la percibimos como ciertos seres perciben los cambios atmosféricos. Y creo que tiene parte de razón. La belleza que se MUESTRA en la Liturgia cala y penetra, como una lluvia, casi sin darse cuenta, y el fervor litúrgico enciende el corazón como cuando hace calor en un día de verano. Si la Liturgia se vuelve racional, renuncia a mostrar, y se empeña en DECIR COSAS, en soltar mensajes, ya no es algo inefable, sino un rollo moralista que no empapa. Ese moralismo es como si nos pusiera un impermeable y nos impidiera dejarnos calar por esa lluvia azul de la Gracia.

CONTINUARÁ