domingo, 16 de diciembre de 2012

jueves, 13 de diciembre de 2012

Reduciendo las cosas a nada más que sí mismas

Foto: Un magnífico boceto rápido del Liber Veritatis, dibujado por el gran Claudio de Lorena.

La verdad ontológica es participación de la Idea divina,
 
y no reside en la cosa concreta, sino en su participación, que la hace signo de la misma idea.
 
Reducir las cosas a nada más que sí mismas, y negarles su participación en la Verdad del numen divino, es el principio de la secularización. (Era el proyecto de Nietzche)

En este sentido, secularización es lo mismo que desontologización.

sábado, 17 de noviembre de 2012

Irresistible por eficaz

¿Qué adjetivo es más adecuado para la gracia que no falla, "irresistible", o "eficaz"?

La gracia que no falla no es irresistible en el sentido de no poder ser rechazada debido al estado depravado de la voluntad, como sostiene la teología calvinista.

La gracia que no falla es irresistible en el sentido de que siempre se acoge libremente, porque habilita y fortalece de tal manera la libertad, que ésta siempre la recibe.

Por tanto, mejor que decir irresistible es decir eficaz. Porque la razón de no ser nunca resistida, aun pudiendo serlo, es positiva: la libertad infaliblemente perfeccionada para el caso.

domingo, 23 de septiembre de 2012

Haciendo también apostolado de la razón natural

La razón no es prisionera de su propio lenguaje, como creía Heidegger, de forma que nuestra capacidad para pensar a Dios transcendente está limitada por sí misma, y encerrada en su propia inmanencia -como opina el teólogo Chauvet.

No. El enemigo de la razón no es su lenguaje, sino el pecado, que la ofusca, y la vuelve oscura.

La razón natural es capaz de alcanzar a Dios por su propia potencialidad, y no es víctima de sí misma sino del mal que la confunde.

Doctrina de la Iglesia sobre las Obras explicada por Cayetano

A continuación, exponemos la doctrina verdadera acerca de la relación entre las obras y el mérito en la explicación bellísima del Cardenal Cayetano, 1532, primera parte.

Sobre las ObrasPostura de los luteranos sobre las obrasPositio Lutheranorum de operibus


Enseñan los luteranos que nuestras obras no merecen ni la gracia ni la vida eterna, ni satisfacen tampoco por los pecados, porque Cristo nos mereció muy suficientemente la gracia de la remisión de los pecados y de la vida eterna y satisfizo muy suficientemente por todos. Por eso, no es lícito decir que nuestras obras merecen la gracia (o remisión de los pecados), ni la vida eterna, ni que satisfacen por nuestros pecados. Decir eso sería hacer un agravio a Cristo, pues es una blasfemia atribuirnos a nosotros mismos lo que es propio de Cristo, y sería quitarle valor al mérito satisfactorio de Cristo, ya que si le hiciesen falta nuestros méritos y satisfacciones, sería insuficiente. Apoyan esta afirmación con muchos textos de la Sagrada Escritura. En primer lugar, prueban que nuestras obras no merecen la remisión de los pecados con lo que dice San Pablo a los Romanos y a los Gálatas, de que no somos justificados por las obras sino por la fe, según lo que dice Abaduc 2, 4: el justo vivirá de la fe.
Y luego con lo que le escribe a Tito [3, 5]: nos salvó no por las obras de justicia que hicimos, sino según su misericordia, y con lo que les escribe a los Efesios 2, 8:con la gracia habéis sido salvados por la fe, y eso no por vosotros sino que es un don de Dios, y no por las obras, para que nadie se enorgullezca.
Que no merecemos la salvación por las obras sino por un don de Dios, se apoya en lo escrito a los Romanos 6, 23: la paga del pecado es la muerte y la vida eterna es un don de Dios.
Y para lo mismo y para probar igualmente que las obras, por muy justos que seamos, no satisfacen por los pecados, se añade aquello de San Lucas 17, 10: cuando hayáis hecho todo lo que os está mandado, decid siervos inútiles solitos, "hicimos lo que teníamos que hacer".
Si los que hacen todo lo que Cristo les manda son siervos inútiles, no merecen entonces recompensa; y por lo tanto, mucho más inútiles serán para satisfacer los que no han guardado todos los demás mandamientos sino que necesitan satisfacción por sus pecados.

En cuanto a los textos con los que se manifiesta la suficiencia del mérito de satisfacción de Cristo para nosotros, podemos omitirlos porque en esto no hay discusión.
Por consiguiente: los luteranos enseñan que hay que practicar las buenas obras porque han sido mandadas por Dios y porque son frutos de la fe que justifica, no porque merezcan para la vida eterna ni porque sean satisfactorias por los pecados.

Qué se entiende por ‘mérito’ y de qué modo se entiende en el tema que tratamos
Quid et quomodo intelligatur meritum in proposito

Antes de declarar si nuestras obras son o no meritorias, hay que explicar brevemente qué significa el «mérito» y cómo entienden los teólogos que se dé en nuestras obras según el tema que tratamos. Se llama mérito a la obra voluntaria, tanto interna como externa, a la que en justicia se le debe una retribución o premio, según dice el Apóstol a los Rom. 4, 4: al que obra, la retribución no se le imputa como un favor sino como algo que se le debe.

El mérito supone entonces cuatro cosas, a saber: la persona que merece; la obra voluntaria, que es el mismo mérito; la retribución debida al mérito; y la persona que da la retribución, pues en vano merecería alguien si no mereciese de alguna persona la retribución que se le debe dar. Y corno aquí se trata de nuestro mérito ante Dios, hay que explicar como es que los hombres merecen de parte de Dios una retribución por su obra.

Parece difícil que en justicia Dios le deba una retribución a nuestra obra, porque entre nosotros y Dios no hay relación de justicia en sentido simple y absoluto, según aquello: No entres en juicio con tu siervo, Señor [Sal. 142, 2], sino que la relación de justicia se da sólo en cierto modo, mucho menor que la que hay del hijo hacia su padre o de un esclavo hacia su dueño, puesto que nosotros somos más pequeños en relación a Dios que un esclavo humano en relación a su dueño humano, o que el hijo en relación al padre que lo engendró según la carne. Por eso, si es cierto, como se dice en el libro 5 de la Etica, que entre el esclavo y su dueño, y el padre y su hijo, no hay una relación de justicia sencilla y absolutamente sino sólo en cierto modo, mucho menos la habrá entre nosotros y Dios.

Como todo lo qué es del esclavo es de su dueño y el hijo no puede devolverle lo equivalente a su padre, se niega que entre el dueño y su esclavo, y el padre y su hijo, haya relación de justicia sencilla y absolutamente. Con mucho más motivo, todo lo que es del hombre es de Dios, y mucho menos puede el hombre darle a Dios lo equivalente.
Por consiguiente, el hombre no puede merecer algo de parte de Dios de modo que se le deba en justicia, a no ser que se le deba con una justicia tan atenuada que sea muchísimo menor que la relación de justicia del dueño a su esclavo y del hijo a su padre.
Con todo, esta relación de justicia tan atenuada ni siquiera se halla entre el hombre y Dios de modo absoluto -porque hablando absolutamente, toda obra voluntaria buena del hombre se le debe a Dios, y cuantas más y mejores obras, internas o externas, posee el hombre, más se las debe a Dios, puesto que el mismo Dios es quien obra en nosotros el querer y el llevarlo a cabo [Fil. 2, 13] y todas nuestras obras-.

Sino que, este deber de justicia atenuado entre el hombre y Dios existe por la ordenación Divina con la que Dios ha ordenado que nuestras obras sean meritorias de parte de El. Esto se prueba, porque cuando el hombre merece algo dé parte de Dios, Dios no se hace ni es deudor del hombre, sino de Sí mismo; si por el contrario, este deber de justicia atenuado existiese entre el hombre y Dios de modo absoluto, Dios le debería al hombre la retribución que mereció; mas está claro que Dios a nadie le debe, como dice San Pablo a los Rom. II, 35: ¿quién le dio a El primero para que se le retribuya?

De modo que Dios se debe sólo a Sí mismo el cumplir su voluntad con la que le confiere a la obra humana que sea meritoria, dándole al hombre la retribución de su obra.
Esto es algo cierto y fuera de duda, hablando de modo simple y absoluto; pero por otra parte se da por supuesto el acuerdo hecho entre Dios y el hombre sobre una cosa, pues así como entre los hombres si un dueño cierra un trato con su esclavo de ahí nace un deber de justicia entre ambos, así si Dios se digna hacer un pacto con el hombre de ahí nace una obligación entre ambos sobre lo que quedó pactado. A menudo leemos en el Antiguo Testamento que Dios se dignó hacer pactos con los hombres.

En Génesis 9, 11 está escrito el pacto de Dios de que ya no habrá más un diluvio universal. En Génesis 15, 18 Dios hizo un pacto con Abraham sobre la tierra de Canaán que le iba a dar a su descendencia. En Génesis 17, 4 se cuenta el pacto de la circuncisión y en Éxodo 24, 8 Moisés dice: Esta es la sangre del pacto, etc. También en Jeremías 31, 31-33 Dios habla claramente del pacto de la nueva y antigua ley.
En el nuevo Testamento, nuestro Salvador muestra a Dios en la figura de un padre de familia que lleva a los obreros a la viña y que conviene con ellos sobre la paga diaria, como queda claro en Mateo 20, 2: habiendo convenido en un denario por día, los envió a la viña; y luego: ¿acaso no os pusisteis de acuerdo conmigo?

Con esto queda claro que la razón de mérito, incluso en justicia, puede halla sé en nuestras obras con referencia al premio, sobre el cual Dios hizo un acuerdo.
Desde luego, hay que saber que por mucho que intervenga un pacto entre Dios y el hombre sobre un premio, Dios nunca va a ser ni es deudor nuestro, sino deudor de Sí mismo, de modo que una vez hecho el acuerdo, a nuestras obras se les debe el premio que se convino, pero no por eso Dios es deudor de nosotros sobre ese premio, sino de su voluntad antecedente con la que se dignó hacer un pacto con nosotros y por eso con mucha verdad decirnos que Dios no le debe a nadie sino a Sí mismo.

En nuestras obras, con relación a Dios, podemos hallar entonces una doble razón de mérito: o según un derecho atenuado o según un acuerdo, y así nunca nos debe nada a nosotros. He dicho esto para que se entiendan todos estos términos cuando se usan para hablar de nuestros méritos ante Dios

domingo, 16 de septiembre de 2012

Lo propio de esta frágil criatura

Lo sobrenatural absoluto según la esencia (quod substantiam) .

Un don divino extraordinario, que está absolutamente por encima de toda naturaleza, que la naturaleza no puede generar ni reclamar, ni producir por sí: un don finito, limitado, pero real, gratuitamente participado, y capaz de portar lo absoluto en lo particular, sin merma de absolutidad. 

Y para darnos cuenta de la grandeza inusitada de este don, saber que sólo hay dos formas de sobrenatural absoluto por esencia: 

--la forma hipostática, exclusiva del Verbo divino por la Encarnación.

--y la forma participada, "propia" de esta frágil criatura caída que denominamos ser humano

jueves, 13 de septiembre de 2012

Pasividad activa, o de la acción deponente de la gracia

Pasividad activa. 
La acción salvífica requiera primero pasividad: receptividad a la gracia, ductilidad: -la voluntad como un vaso que recibe el auxilio de Dios. Aquí no hay quietismo, sino obediencia.

Segundo, actividad-- poner a trabajar, con las fuerzas recibidas, voluntad, afecto y entendimiento, la fuerza de ese auxilio, para realizar a toda costa la acción, para cuya ejecución Cristo mismo ha dado su potencia, que vitaliza y fortaleza nuestras propias potencias. --Aquí no hay pelagianismo, sino cooperación libre sobrenatural, sin destrucción de lo natural.

En esta pasividad activa consiste lo que se denomina acción deponente de la gracia.

 En la colaboración entre gracia y libertad hay que destacar dos elementos: la pasividad receptiva, y la actividad consiguiente. 

El pelagianismo limita la acción a pura actividad sin receptividad, y el quietismo a pura receptividad sin actividad consiguiente. 

Solamente con los dos elementos es completa la relación, que nunca es al modo de una suma de sumandos iguales, sino de una acción en que hay un elemento principal, la gracia, y otro subordinado, la libertad.

domingo, 9 de septiembre de 2012

Que se alimentan mutuamente

Heterodoxia y heteropraxis se alimentan mutuamente, como en un anillo de poder, 

una agranda la otra y la otra a la una, en crescendo, en aceleración hasta el fin de los tiempos. 

La inter-relación aumenta a medida que el tiempo en el mundo caído se adentra en el remolino final, 

hacia el gran maelstrom.

martes, 28 de agosto de 2012

Profundizando en la doctrina de la gracia

El lenguaje de la teología de la gracia está influído por el lenguaje de la lógica y la sintaxis grecolatina, que forma un sustrato de pensamiento ideal para expresar la doctrina sobrenatural. 

Es lo que ocurre con la palabra deponente. Los verbos deponentes son aquellos que tienen forma pasiva pero significado activo. Es la analogía morfológica de la acción de la gracia.

Significante pasivo, significado activo. Receptividad de la sustancia sobrenatural, en orden a la acción salvífica. La voluntad recibe, y una vez que ha recibido, actúa con la potencia deificadora.

Es la teoría de la acción deponente de la gracia.

En la vida cristiana, a medida que el hombre carnal va muriendo y deja paso al hombre espiritual, va tomando un papel preponderante la gracia que podríamos llamar, usando un símil gramático, gracia deponente.

Aquella que requiere un estado pasivo, para significar actividad, para producir obras sobrenaturales. Una pasividad activa orientada hacia la acción santa. Aquella que pide a lo humano pasividad, quietud, receptividad absoluta, para que sea la vida de Cristo quien actúe. Aquí el alma es como cera, y Dios quien la modela.

Forma Christi. La unión por Gracia con el Señor es un proceso teándrico, teocéntrico, cristoconformante, por el cual adquirimos la mente del Hombre-Dios y pasamos a pensar como Él piensa, a sentir como Él siente, a movernos por el mundo como Él se movía por el mundo.

No conocemos la Redención sino por la fe.

Luego los frutos de la Encarnación no se nos aplican automáticamente, como si fuéramos muñecos o títeres que reciben algo pasivamente y son manipulados por el Verbo; 

sino a través de la fe eclesial, por medio de la gracia, y con la acción de la caridad que la informa una y aumenta otra, en un entramado de acciones plenamente libres, deliberadas y conscientes movidas por la gracia.

La gracia santificante se obtiene ordinariamente por el bautismo y se recupera por la confesión. La mera contrición no basta sin el sacramento. Lo demás es misterio.

lunes, 30 de julio de 2012

De almas que idolatran cuerpos


En esta hipócrita y hedonista sociedad del bienestar corporal, cuyos templos son los espás, puede venir bien recordar las duras palabras de la sabiduría griega.

Epícteto:
"abiecti animi esse corporis studio inmorari"


Que significa: "es propio de un ánimo abyecto dedicar demasiado tiempo al cuidado del cuerpo"

La idolatría del cuerpo: Séneca la denuncia así:

"!quorum corpora in sagina, animi in macie et veterno sunt". Es decir:

deportistas cuyos cuerpos están saciados de vigor, y su alma está macilenta y aletargada

viernes, 20 de julio de 2012

Por miedo a no entender

Ya pocos predican la predestinación, por miedo a no entender la libertad humana. 

Pero a poco que se medite sobre esto con profundidad y en el Espíritu, 

se apreciará que la salvación es predestinación a la Gloria desde la libertad humana ---habilitada por la fuerza predestinante de Dios;

y la condenación un veredicto divino y al mismo tiempo una opción (no predestinada) de autoexclusión del mismo Plan de Dios.

lunes, 16 de julio de 2012

Sin que te falte nada.

Decídete. Vive de fe, aliméntate de fe, subsiste de fe.

Que por tu vivir únicamente en la fe en Jesucristo, su gracia opere en ti la caridad que salva, y te mantenga en la verdad, bien erguido,

sobreviviendo únicamente de esperanza en tu Salvador.

Y lo tendrás ya todo, sin que te falte nada.

domingo, 8 de julio de 2012

De todo destello

Cristo transforma nuestro modo de mirar las cosas que nos rodean.

Aporta la luz bajo cuya incidencia resplandece todo en su nueva esencia.

Todo destello de belleza procede de la Transfiguración de Cristo en el Monte Tabor.

Y toda mirada estética verdadera, de la mirada de Cristo.

viernes, 6 de julio de 2012

Por lo que nunca te he dado


Señor mío y Dios mío, me conformo con seguirte, detrás tuya, a duras penas, tras tu manto, o tras tu sombra. Tal vez en un momento del camino mires hacia atrás, y tu Mirada se cruce con la mía, y entonces yo sabré vivir al fin, y no me importará el silencio, ni la sombra, ni las esperas largas, muy largas, de lo que nunca viene.

Pues tu mirada es mi vida, Señor, y en ella soy fuerte y resplandezco en tus ojos, como si nunca hubiera sido pecador, como si nunca hubiera desesperado, como si ahora y siempre te hubiera merecido, Señor, por lo que nunca te he dado.

domingo, 1 de julio de 2012

Que necesita de su Madre.

Señor mío y Dios mío, ayúdame con tu Gracia a hacerme niño, contra lo que quiere mi carne de adulto. Tu Espíritu quiere hacerme niño según el hombre interior, pero mi carne me dice: eres adulto según la carne exterior.

Como niño, pues, estoy a tus pies, mi aliento te pido.

No me prives de tu aliento, te lo debo todo. No me prives de tu Palabra. Mi aliento es tu Palabra. No me retires tu Palabra o morirá el hombre interior que quiere crecer en mí, y todavía es niño que necesita de su Madre.

lunes, 25 de junio de 2012

La encrucijada interior

La tensión perfectiva que suscita la gracia en el hombre renacido, supone que el alma ya no puede convivir con su pecado, le resulta insoportable,

de forma que o lo acalla en la conciencia aprisionándolo, haciendo enmudecer la voz de Dios en él y regresando a la sombra anterior,

o expulsa su pecado mediante el arrepentimiento y la reparación por el sacramento de la penitencia, y aumenta así la gracia todavía más, en un proceso de repugnancia progresiva al mal y aborrecimiento del pecado, hacia la perfección interior.

Así pues la encrucijada es esta:

o aplastar la conciencia, o aumentar la gracia.

domingo, 24 de junio de 2012

De palabras que no se lleva el viento

Te parece que a las palabras se las lleva el viento. 


Sin embargo te digo que las palabras son la vida de los hechos. Sí, su vida, su sentido, su alimento. 


Mira lo que dice Jesús de sus palabras:


El cielo y la tierra pasarán, pero mi Palabra no pasará (Mateo 24, 35) 


Las que se lleva el viento son las nuestras, ¡pero no las de Jesús!

De teodidactas

La Teología de la Fidelidad que ahora necesita la Iglesia no será una teología para teólogos que aprenden de sí mismos, 

sino de teólogos que aprenden del Logos, de teodidactas. 

Porque sólo aprendiendo del Cristo Total, en la fidelidad a las verdades que viven en su Cuerpo, que es la Iglesia, el teólogo es teólogo y no se estudia a sí mismo.

sábado, 23 de junio de 2012

Ordenado a Dios

El ser humano está naturalmente ordenado a Dios, de forma que el conocimiento de Dios es el fin natural del ser humano, que hasta no descansar en Dios, anda desordenado y profundamente inquieto, como diría San Agustín. 

Por tanto, el ateísmo no es natural, sino artificial. 

En segundo lugar, hay que recordar que en el estado actual de la naturaleza humana, enferma por el pecado original, el hombre no puede llegar a conocer y vivir a Dios sino con tremenda dificultad, por lo que necesita el auxilio de lo sobrenatural, sin cuya Gracia está absolutamente perdido.

De aquí la infinita misericordia divina, que por la crucifixión del Logos rehabilita nuestro confuso logos y nos da acceso a la vida sobrenatural.

sábado, 16 de junio de 2012

Un apostolado de la recta razón

Es necesario vitalizar sobrenaturalmente nuestra razón --no la razón técnica, experta o catedrática e ilustradísima, sino la recta razón iluminada por la fe; --la razón sencilla y directa. 

Y una sana teología, obediente al Magisterio, y luminosa en su autenticidad, puede ayudarnos mucho a combatir errores y descubrir la verdad. La teología, pues, tiene un papel fundamental en la rehabilitación de la razón.

No me cabe duda: hemos de hacer un apostolado de la recta razón. Un apostolado que siempre ha sido propio de la Iglesia. Un apostolado que aumentará nuestro cristocentrismo, al encauzar las fuerzas de la inteligencia hacia la verdadera sabiduría y potencia del Logos viviente.

miércoles, 6 de junio de 2012

No significa que esté mal.

Que algo parezca ridículo no significa que esté mal.

Esto es lo que nos pasa a nosotros, los hijos de la Iglesia, en el mundo de hoy: que a menudo tenemos que hacer el ridículo por Cristo, si hace falta,

--pero no por ello hemos de pensar que hemos actuado mal, sino todo lo contrario!!

Porque la sabiduría de Dios es locura a los ojos del mundo.

sábado, 2 de junio de 2012

De iluminar también las sensibilidades

Es obra del pecado original la ofuscación de las sensibilidades, de forma que es común que los errores emocionen, y así simulen ser verdades. La mentira de disfraza de sentimiento y se convierte en apariencia de verdad.

Es labor habitual de los demonios: no sólo tentar, sino confundir, envolver la falsedad con capas de sentimentalismo, de forma que en no pocas ocasiones aquello que emociona esconde un grave error que daña y destruye, aparentando bienes que no son tales, y felicidades que no son sino desgracias.

Y es que la gracia redentora de Cristo no sólo ha de iluminar el conocimiento, sino también las sensibilidades.

domingo, 27 de mayo de 2012

De los cristianos de ahora

Los cristianos de ahora necesitamos una medicina fuerte.

La del quebrantamiento, el llanto por los pecados propios y ajenos, la felicidad del anonadamiento en Cristo.

Los cristianos de ahora no podemos conformarnos con menos que con la renovación total de nuestra mente por el Espíritu y la transfiguración del corazón,

de manera que el tiempo de las tinieblas, que es el tiempo en que vivimos, no sea sino el tiempo de la victoria del poder de Dios a través de nosotros, embajadores de la gracia salvadora de Cristo, en este mundo caído.

sábado, 26 de mayo de 2012

De lo único que importa

Dice León Bloy que sólo existe una tristeza: la de no ser santos.

A esto añadiría que sólo existe un temor: que la muerte nos alcance sin ser todavía santos.

Y no me cabe duda que esta tristeza y este temor nos lo envía el Señor para volvernos a Él, para que reaccionemos, nos dejemos convertir y recomencemos a vivir en una más íntima y profunda unión con su Amor.

Porque es lo único que importa.

miércoles, 16 de mayo de 2012

""cualquier uso del matrimonio en cuyo ejercicio el acto, por industria de los hombres, quede destituido de su natural virtud procreativa, infringe la ley de Dios y de la naturaleza, y los que tal cometen se mancillan con mancha de culpa grave."" DENZ 3717
 
No sólo habla, pues, el Magisterio, de impedir la concepción, sino de privar al acto conyugal de la virtud que le es propia por naturaleza. Se condena pues no sólo el ataque a la unión del ovulo y el espermatozoide, que se realiza en el cuerpo de la mujer;
       
    •  sino también el "uso" del matrimonio, la forma del acto conyugal, que le arrebate su fuerza natural procreadora, destituyendo esa virtud, es decir, quitándole su ejercico rector. Se condena pues, aparte de la anticoncepción, quitarle el mando a la virtud procreativa (eso significa destituir) del acto por un uso utilitarista, que lo desnaturalice anulando su virtud propia.

martes, 8 de mayo de 2012

La música se vuelve icono

En esta economía de mediaciones salvíficas instaurada por el Verbo Encarnado,

lo visible y lo audible son tocados por el Espíritu, que planea sobre la belleza y la convierte en mediadora del poder de Dios.

La Teologia aporta a la estética "la mirada pródiga",

esa forma de mirar las formas estéticas que traspasa lo visible y llega más allá, al hueso de lo inefable.

Lo mismo con la música, es la escucha generosa, la mirada pródiga por el oído, imagen de la obediencia de la fe por la escucha de la Palabra.

La música se vuelve icono de la voz del Verbo

lunes, 7 de mayo de 2012

Frente a esto, la Gracia

Existe una relación muy estrecha entre el Espíritu de Vértigo, (efecto de la Caída), su velocidad acelerada hasta el fin de los tempos, y la concupiscencia de los ojos:

ese afán de información visual rápida, el ansia de imágenes efímeras, la mirada nerviosa y sedienta de imágenes nuevas cada vez más impactantes, que el intelecto no es capaz de procesar....

Los ojos miran más rápido, pero ven má...s despacio.

Es lo que llamo la mirada vertiginosa, que es mirada superficial.

Frente a esto, la Gracia proporciona un equilibrio, un punto de reposo. La Gracia permanece quieta, en la quietud del Verbo atemporal, y fortalece la razón proporcionándole la paz y el sosiego que necesita su mirada. La mirada ya no es vertigionosa y mezquina, sino serena y pródiga.

Por la quietud alcanza el hueso de las cosas y el alma de la profundidad, y se detiene la huída en Cristo.

Por ello, todas las artes que favorecen la contemplación quieta de las cosas -pintura, fotografía, escultura- contribuyen a forma y conformar en nosotros el hábito de mirar pródigamente la realidad y detener en nuestra sensibilidad el Espíritu de Vértigo.

Penetramos en el ámbito quieto de la estética transcendental.