jueves, 13 de septiembre de 2012

Pasividad activa, o de la acción deponente de la gracia

Pasividad activa. 
La acción salvífica requiera primero pasividad: receptividad a la gracia, ductilidad: -la voluntad como un vaso que recibe el auxilio de Dios. Aquí no hay quietismo, sino obediencia.

Segundo, actividad-- poner a trabajar, con las fuerzas recibidas, voluntad, afecto y entendimiento, la fuerza de ese auxilio, para realizar a toda costa la acción, para cuya ejecución Cristo mismo ha dado su potencia, que vitaliza y fortaleza nuestras propias potencias. --Aquí no hay pelagianismo, sino cooperación libre sobrenatural, sin destrucción de lo natural.

En esta pasividad activa consiste lo que se denomina acción deponente de la gracia.

 En la colaboración entre gracia y libertad hay que destacar dos elementos: la pasividad receptiva, y la actividad consiguiente. 

El pelagianismo limita la acción a pura actividad sin receptividad, y el quietismo a pura receptividad sin actividad consiguiente. 

Solamente con los dos elementos es completa la relación, que nunca es al modo de una suma de sumandos iguales, sino de una acción en que hay un elemento principal, la gracia, y otro subordinado, la libertad.

1 comentario:

  1. La extensividad es la pasividad formal del alma, en orden a su intensividad, que su verdadera actividad salvífica y sentido mismo de la acción sobrenatural.

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