sábado, 23 de junio de 2012

Ordenado a Dios

El ser humano está naturalmente ordenado a Dios, de forma que el conocimiento de Dios es el fin natural del ser humano, que hasta no descansar en Dios, anda desordenado y profundamente inquieto, como diría San Agustín. 

Por tanto, el ateísmo no es natural, sino artificial. 

En segundo lugar, hay que recordar que en el estado actual de la naturaleza humana, enferma por el pecado original, el hombre no puede llegar a conocer y vivir a Dios sino con tremenda dificultad, por lo que necesita el auxilio de lo sobrenatural, sin cuya Gracia está absolutamente perdido.

De aquí la infinita misericordia divina, que por la crucifixión del Logos rehabilita nuestro confuso logos y nos da acceso a la vida sobrenatural.

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