jueves, 15 de diciembre de 2011

De teologías y obediencias

El problema de la teología de Congar es que quiere dar un salto de quince siglos, como si hasta el Concilio Vaticano II la Iglesia no hubiera existido, y entre los Padres de la Iglesia y los peritos teólogos del Concilio no hubiera nada más que desierto. Y luego su antropocentrismo, su historicismo.
Creo sinceramente que son necesarios nuevos tiempos para la Teología.
Esta mañana, desde muy temprano, he proseguido el estudio de "Situaciones y tareas de la teología". Es una teología quen considera el Magisterio de la Iglesia como una coacción, como una norma vigilante. Tiene un concepto negativo de la doctrina sana y autoritativa, a la que denomina ortodoxia.
Una teología así, subjetivista, puede tener fondo bueno, cosas positivas, valores parciales, pero en general creo que es incoveniente.

El problema de Congar y de otros teólogos que quieren "humanizar a Dios", alterando la relación exacta entre Dios y su criatura, que no es de semejanza recíproca,

es que no comparten el gozo crucificado y sobrenatural de la obediencia y no aman el Magisterio, al que ven como un límite, y no como la verdad que libera y guía. Tienen cualidades, tienen buenas ideas, pueden tener buenos propósitos y destellos de luz teológica, pero no aman la obediencia. La Iglesia docente ha de estar subordianada a su inteligencia, y no aman ser siervos, como el Siervo de todos los siervos, que no vino a ser servido sino a servir.

Cuando se les llama y ordena el silencio, se disgustan, se abaten, en lugar de amar el sufrimiento y amar el silencio, no quieren la cruz. No aman la cruz. No comprenden que la voluntad de la iglesia jerárquica sobre ellos es un signo de la voluntad divina.

No hay comentarios:

Publicar un comentario