martes, 6 de abril de 2010

Vuelta al trabajo

En el tren, he terminado la lectura de Elogio de la conciencia de Joseph Ratzinger , Benedicto XVI. Destaco este pasaje:

"El sentimiento de culpa, que rompe una falsa tranquilidad de la conciencia, y puede definirse como una protesta de la conciencia en contra de mi existencia satisfecha de sí misma, es tan necesaria para el hombre como el dolor físico en cuanto síntoma que permite detectar el trastorno de la funciones normales del organismo". He puesto en cursiva las palabras clave, en especial falsa, relativa a esa triste "tranquilidad" que siente la persona que realiza el mal y se conforma y adecua a él.
Luego, en el colegio, como siempre, he profundizado mucho con los niños en los temas de matemáticas y de lenguaje. Procuro que trabajen el doble, para que aprendan el doble. Hay que paliar la crisis del entendimiento infantil con una exigencia que, sin perder alegría, ponga las cosas en su lugar. A última hora les he enseñado algunas técnicas de ajedrez y han jugado todos.
Luego, a la vuelta, me sentía muy cansado. Me irrité conmigo mismo, al ver que le daba excesiva importancia al estar cansado. Qué blandos somos con nosotros mismos y cómo nos regalamos.
Pasé junto al muro del jardín botánico, como siempre. Pero no tenía gana de buscar coleópteros ni de observar las flores. Iba rezando, aunque no me sentía especialmente encendido, pero no quise dejar de rezar mientras andaba, porque el Señor no debe ser servido con deficiencia.
Y pensé con intensidad: no quiero estar cansado. Así que, para no cansarme más, tomaré la medida de no descansar nunca. ¡Militia est vita hominis super terram!
Otra vez en el tren me puse a rezar las siete nadas:
Señor, que no desee nada, sino sólo tu Cruz. (Padre Nuestro...)
Señor, que no tenga nada, sino sólo tu Cruz.
Señor, que no espere algo de nada, sino todo de tu Cruz.
Señor, que no tema algo de nada, sino alejarme de tu Cruz.
Señor, que no me gloríe de nada, sino que sólo tu Cruz sea loada.
Señor, que no quiera gozar de algo en nada, sino sólo tu Cruz.
Señor, que no quiera lograr algo en nada, sino crucificarme contigo en la Cruz.

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