sábado, 18 de diciembre de 2010

La Gracia y la libertad en sinergia

Yo andaba siempre buscando qué hacer para atraer a la gente a la Iglesia, qué programar, qué evento organizar, qué decir, qué cosas organizar...

Lo decisivo, sin embargo, es la Gracia, no los eventos, ni los programas de pastoral.
No buscaba en la Fuente, sino en cisternas agrietadas que quería hallar...en mí mismo: en mi creatividad, en mi inteligencia, en mi capacidad organizativa...

En primer lugar, debemos meter dentro de nuestra mente esta idea:

«Misterio verdaderamente tremendo, y que jamás se meditará
bastante, el que la salvación de muchos dependa de las oraciones
y voluntarias mortificaciones de los miembros del Cuerpo
místico de Jesucristo, dirigidas a este objeto, y de la cooperación
que Pastores y fieles –singularmente los padres y madres de familia–
han de ofrecer a nuestro divino Salvador» (Mystici Corporis
1943,19).

La salvación, el apostolado y la santificación de un cristiano debe confiarse totalmente a la Gracia de Dios. La salvación no procede de la Gracia de Dios MÁS la libertad humana. No. La salvación procede TODA de la Gracia de Dios, porque ésta no es una fuerza exterior que salva por imputación,

sino una cualidad sobrenatural inherente que transforma y activa íntimamente la libertad humana.

El mejor apostolado y la mejor forma de atraer a la gente a la Iglesia es la Gracia:

Gracia y libertad en sinergia divina. No Gracia contra libertad, ni Gracia más libertad, sino Gracia y libertad en sinergia sobrenatural.

La Gracia divina genera la acción libre. No es Gracia más acción libre. No. Sino que la acción sobrenatural es libre por la Gracia. Cuanta más gracia, más libertad.

No es en gracia, pero libre. Sino sobrenaturalmente libre por la Gracia

Por el fiat, por el hágase en mí según tu Palabra, somos más libres que nunca.

El esclavo del Señor es el libre más libre del mundo. Las obras que proceden de la Gracia son las decisivas, porque lo decisivo es la Gracia. No las obras que proceden del yo, de lo que quiero, de lo que opino es mejor. Y aunque lo haga por Cristo, si no es lo que Cristo quiere, y no procede de la Gracia de Cristo, no sirve para nada.

En esto consiste el error semipelagiano tan extendido entre los activistas cristianos. Hay que hacer esto, seguir este Plan,organizar grandes eventos, elaborar programas de pastoral y disponer de recursos humanos y materiales.... no, no.

Lo que salva no son los las cosas, sino la Gracia que actúa a través de las cosas que Cristo nos empuja a hacer a través de nuestro fiat y que hacemos con Amor sobrenatural.

Lo que salva es la Gracia divina, y es la Gracia divina la que transforma. Cuanto actúa la Gracia, se pueden hacer maravillas con unos pocos recursos, con unos cuantos peces y unos cuantos panes.

La santificación es un maravilla que hace el Señor con el ser humano. Para ser santo no tengo que hacer esto y aquello y lo otro que yo quiero hacer por Cristo. No es lo que yo quiero hacer por Cristo, sino lo que Cristo quiere que haga. No lo que creo que me pide que haga, como si lo que yo le diera fuera lo decisivo, y no lo que Él me da y yo acepto. No, sino lo que me empuja a hacer y yo acepto hacer.

Para ser santo tengo que hacer lo que Dios quiere. Nunca lo que yo quiero. Siempre y sólo lo que Dios quiere.

No son las cosas que hacemos, sino la Gracia latente en las cosas que hacemos, lo que salva y santifica y transforma. Cuanta más caridad, más Gracia. Cuanta más Gracia, más valor salvífico, más valor apostólico.

Puede ser que Dios, por su Gracia, me conduzca a realizar libremente trabajos innumerables y heroicos. Puede ser que Dios, por su Gracia, quiera que me dedique a pequeñas cositas a los ojos del mundo, como barrer un convento, atender a niños pequeños, o hacer mesas y sillas en una pequeña carpintería de un pequeño pueblo perdido en el mundo.

¿Por qué? Porque la santificación procede de la acción de la Gracia en sinergia con la libertad humana movida por ella, no del hombre ni del mundo. No es el mundo ni las obras del mundo lo que nos santifica, sino la Gracia de Cristo.

Nuestro fiat nos convierte en arcilla, y Cristo se hace nuestro alfarero.

1 comentario:

  1. Alonso, creo que en esto has estado acertadísimo. Esta idea clave:

    "Gracia y libertad en sinergia divina. No Gracia contra libertad, ni Gracia más libertad, sino Gracia y libertad en sinergia sobrenatural".

    ...¡Esa es la verdad, claro!

    Muy acertado. El otro día, precisamente estábamos sopesando si una acción que parecía que había que hacer así, era o no la voluntad de Dios. Abrimos la Biblia y leímos este pasaje (2 Sam 7,7-17):

    7 1 Cuando David se estableció en su casa y el Señor le dio paz, librándolo de todos sus enemigos de alrededor, 2 el rey dijo al profeta Natán: “Mira, yo habito en una casa de cedro, mientras el Arca de Dios está en una tienda de campaña”. 3 Natán respondió al rey: “Ve a hacer todo lo que tienes pensado, porque el Señor está contigo”.
    4 Pero aquella misma noche, la palabra del Señor llegó a Natán en estos términos: 5 “Ve a decirle a mi servidor David: Así habla el Señor: ¿Eres tú el que me va a edificar una casa para que yo la habite? [...] Yo te he dado paz, librándote de todos tus enemigos. Y el Señor te ha anunciado que él mismo te hará una casa. [...] Tu casa y tu reino durarán eternamente delante de mí, y tu trono será estable para siempre”.
    17 Natán comunicó a David toda esta visión y todas estas palabras".

    Moraleja: si de verdad queremos servir a Dios, tenemos que preguntarle su voluntad, no andar continuamente realizando nuestras propias ocurrencias, por buenas que nos parezcan.

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