sábado, 28 de mayo de 2011

Caminos de renovación: las buenas lecturas

Los libros buenos son alimento del alma. Los libros que comunican la Gracia de Cristo propician la conversión, pueden cambiar una vida. Una buena lectura, basada en la Palabra de Dios y siempre obediente al Magisterio de la iglesia, puede sanar una vida, orientarla a la Luz del Espíritu, transformar a una persona, hacerla caminar en la vía del Señor. Los libros fieles al Magisterio nos confirman en la fe, aumentan nuestro gozo interior, nos transmiten paz, consolidan nuestra recta razón y nos inclinan a la práctica de la virtud. Son siempre caminos de renovación.

Los libros malos conducen al mal
. Libros apóstatas conducen a la apostasía. De esta máxima han de salir buenos caminos de renovación. Y es que la obra de los teólogos desobedientes al Magisterio de la Iglesia debe quedar absolutamente excluída de la vida de los cristianos, de las catequesis, y de toda predicación y apostolado.
Porque apartan a los fieles de la fe verdadera.

Nuestra fe bíblica y tradicional, apostólica y eclesial, es un don, una Gracia de la Revelación de Cristo, en que fundamos la totalidad de nuestra esperanza (1 Pe 1, 13), y hemos de defenderla como el precioso tesoro de salvación que hallamos en ese Campo de Gracia que es la Iglesia, y protegerla de ideas malas con atención y oración atenta y vigilante, sabiendo que somos débiles y que podemos resistir a ese don (Conc. Vaticano I. Dz. 1791), e incluso perderlo culpablemente cayendo en la apostasía.

La fe es principio y fundamento de nuestra justificación. (Concilio Tridentino, ses. 6) Es lo que nos hace capaces, inmerecida y gratuitamente, de creer en la Verdad revelada por Dios en Cristo, y como tal declarada por el Magisterio inerrante de la Iglesia (Dz. 1789 y 1792). Tenemos grave obligación de evitar los peligros u ocasiones próximas de ofender gravemente a Dios. "El que ama el peligro -nos advierte el mismo Espíritu Santo-, en él perecerá" (Eci 3, 27)
Suadeo tibi ne legas. Te aconsejo que no leas. No, no leas aquellos libros que pervierten la predicación apostólica de la Iglesia. Los errores doctrinales penetran fácilmente en las almas a través de la brillantez literaria o filosófica. Es preciso defender la fe perfecta de Cristo y mantenerse a salvo de la acción de los falsos profetas. No leas la obra de teólogos desobedientes al Magisterio de la Iglesia.
8 No se dejen esclavizar por nadie con la vacuidad de una engañosa filosofía, inspirada en tradiciones puramente humanas y en los elementos del mundo, y no en Cristo. (Col 2)
Audage nobis fidem. Señor, auméntanos la fe. Hemos de pedirlo insistentemente, conscientes de la fragilidad suma y la subjetiva debilidad de nuestro propio criterio. Siguiendo el consejo del Apóstol , los cristianos hemos de pedir al Señor que nos aumente la fe y que nos dé la valentía de apartarnos de todo aquello que sea un peligro para su integridad

Los errores doctrinales se propagan masivamente a través de malos libros. Seamos prudentes, cautos y estemos advertidos. Ya San Pío X advertía
"no os confiéis por el hecho de que algún autor haya obtenido el Imprimatur en otra diócesis, porque puede ser falso o porque se le ha podido conceder con ligereza o con demasiada blandura o por un exceso de confianza en el autor" (San Pío X, Motu pr. Sacrorum Antistitum, l-IX-1910)
Prediquemos la fe apostólica de la Iglesia con ardiente celo y luminosa obediencia de hijos de la Iglesia. Oremos por los falsos profetas, por su conversión, y mantengámonos libres de su influencia y alerta de sus errores, como quiere la Escrirura:
"Pero el Señor es fiel: él los fortalecerá y los preservará del Maligno. 4 Nosotros tenemos plena confianza en el Señor de que ustedes cumplen y seguirán cumpliendo nuestras disposiciones" (2 Tes 3, 1:4)
Los desobedientes no tienen fe, por muy brillante y seductora que parezca su falsa teología. Porque la fe es obediencia a TODO lo que el Señor, a través de su Iglesia, nos enseña. Como enseña Santo Tomás de Aquino, quien desobedece el más pequeño articulo de la fe no tiene fe sino opinión, pues quien no es fiel en lo poco no lo es en lo mucho, y el que rechaza una parte de la Palabra de Cristo la rechaza entera. La doctrina apostólica de la Iglesia, bíblica y tradicional, no es invención del ser humano. Lo transmitido por sucesón apostólica es la doctrina misma de Cristo
"Porque os hago saber, hermanos, que el Evangelio anunciado por mí no es cosa de hombres, pues yo no lo recibí ni aprendí de hombre alguno, sino revelado por Jesucristo" (Gál 1, 11)
No tienen fe. Los falsos profetas y escritores pseudoteológicos de moda, que a tantas almas conducen a la confusión, a la duda, y finalmente a la apostasía, son instrumentos del mal, a veces queriéndolo, a veces sin quererlo, como hombres carnales que combaten en las filas del Maligno. Recemos por ellos y combatamos sus falsedades con la caridad firme de Cristo, sabiendo la verdad de su apostasía Preservémonos de los que pueden falsear nuestra fe, que es lo mismo que preservarnos del Maligno.

De una vez para siempre fue comunicada nuestra fe. Puede aumentar nuestra comprensión de su contenido, pero la revelación ya se produjo, sólo queda guardarla y comprenderla y extraer todas sus riquezas latentes, cada vez más. El contenido de lo que creemos fue comunicado de una vez para siempre.

La virtud de la fe exige perseverar siempre en ella. Puede enriquecerse, pero no cambiarse por opiniones humanas. El contenido de nuestra fe siempre es el mismo porque es eterno y no puede cambiar. Es idéntico a sí mismo desde el principio, en que fue revelado
"En cuanto a vosotros, lo que habéis oído desde el principio permanezca en vosotros" (1 Jn 2, 24) "Quiero recordarosa vosotros, que ya habéis aprendido todo esto de una vez para siempre..." (Jud 5) "...exhortaros a combatir por la fe que ha sido transmitido a los santos de una vez para siempre" (Jud 3) "Aun cuando nosotros mismos o un ángel del cielo os anunciara un evangelio distinto del que os hemos anunciado, ¡sea anatema! (Gál 1, 8)
Corruptio optimi pessima (la corrupción de lo mejor es lo peor). Es duro de decir, pero es verdad- Un cristiano que, por sus lecturas, pierde la integridad de la fe, se vuelve peor. Abre sus puertas al mal, su razón queda herida de muerte, y la pérdida de la gracia sucede por la pérdida de la obediencia de la fe. Se hace dúctil entonces a las insinuaciones del demonio, del mundo y de la carne y deviene en apostasía.

Una sociedad apóstata es capaz de lo peor, pues de haber conocido lo mejor y haberlo rechazado por influencia de los peores, renuncia a la Verdad y se hace juez de sí mismo. Se permite comer del árbol del bien y del mal, y queda alejado del árbol de la vida, que es la Gracia
"Pues más les hubiera valido no haber conocido el camino de la justicia, que una vez conocido volverse atrás del santo precepto que le fue transmitido" (2 Pe 2, 21)
Hemos de estar prevenidos, porque no somos fuertes, sólo Dios es fuerte y de Él viene la perseverancia. En la fe debemos perseverar. Las lecturas de obras que nos hacen dudar y debilitan nuestra fe nos inclinan a la apostasía, que es lo peor en que podemos caer .La lectura de libros buenos es buena para la fe-. la lectura de libros malos es mala para ella.

Terminamos con unas palabras de San Antonio María Claret, apostol de la buena lectura, sobre este tema:
Siempre la lectura de libros buenos se ha considerado una cosa de grande utilidad; pero en el día se
considera de suma necesidad. Digo que en el día de hoy es una necesidad, porque hay un delirio de leer, y si la gente no tiene libros buenos, leerá malos. Son los libros la comida del alma, y a la manera que si al cuerpo hambriento le dan comida sana y provechosa le nutrirá y si la comida es ponzoñosa le perjudicará, así es la lectura, la que, si es de libros buenos y oportunos a la persona y a las circunstancias propias, le nutrirá y aprovechará mucho; pero si es de libros malos, periódicos impíos y folletos heréticos y demás escritos perniciosos, corromperán las creencias y pervertirán las costumbres. Empezando por extraviar el entendimiento, luego a corromper el corazón, y del corazón corrompido salen todos los males, como dice Jesucristo; hasta llegan a negar la primera verdad, que es Dios y origen de todo lo verdadero.

Los libros buenos son alimento del hombre interior. Los libros obedientes a la fe de la Iglesia son luminosos, nos hacen felices, nos confirman en el bien de Cristo y aumentan nuestra fe. Las lecturas que comunican la Gracia de Cristo propician la conversión de nuestro corazón y nos ayudan a enriquecer nuestro entendimiento con la belleza de los dogmas y la alegría perfecta de la doctrina de Cristo.

Una buena lectura, basada en la Palabra de Dios y siempre obediente al Magisterio de la Iglesia, puede sanar una vida, orientarla a la Luz del Espíritu, transformar a una persona, hacerla caminar en la vía del Señor y ayudarla a descubrir al Bien de todos los Bienes, el dulce Señor Jesús. Los libros fieles al Magisterio nos confirman en la fe, aumentan nuestro gozo interior, nos transmiten el equilibrio de la verdad, consolidan nuestra razón con la luz de sobrenatural del Verbo eterno, y nos inclinan a la práctica de la virtud por el camino gozoso de la obediencia, luz del alma.
Son siempre caminos de renovación.

4 comentarios:

  1. Muy de acuerdo con esto, Alonso. Creo que un criterio clave para discernir las lecturas y enseñanzas que nos pueden contaminar, es si muestran amor a la Iglesia. De lo que no muestra ese amor, hay que huir como de la peste. Y otro criterio es no morder más de lo que podemos tragar. Muchas personas leen libros que no están realmente a su alcance intelectual, se los tragan y los repiten como papagayos, pero ellos carecen de sentido crítico para discernir si ese autor dice algo sensato o si está en contra de todo lo que dice la Iglesia. Lo primero que hay que conocer bien es el Catecismo. Sin conocer la doctrina católica, ponerse a leer "teologías" es un error.

    Por supuesto, es imprescindible archivar cuidadosamente en la basura todo aquello que es manifiestamente contrario a la doctrina de la Iglesia, como lo que escriben Pagola, Castillo y demás desviadores de cristianos. Ellos sabrán para quién trabajan y por qué. Los malos libros hacen mucho daño. Sin darnos cuenta, nos introducen ideas que nosotros incorporamos a nuestro pensamiento. Y no sólo los libros: las enseánzas orales, las películas, etc. Hay que huir de la falsa doctrina, de la levadura de los fariseos que dicen trabajar para Cristo pero sólo trabajan para engrandecerse a sí mismos, hay que alimentarse del pan vivo de la enseñanza de la Iglesia, de sus santos, de los Padres, de los doctores, de los teólogos fieles al Magisterio.

    Los malos libros son temibles. Poco hay más devastador que la mentira mezclada con la verdad y bien presentada, como plato apetitoso a los gustos actuales.

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  2. De acuerdo absolutamente, Longinos, con tu comentario.

    Hoy, al releer esta entrada, pensé que me faltaba nombrar un criterio para discernir lecturas.

    Pero tú lo has aportado, dando en el clavo:

    "Creo que un criterio clave para discernir las lecturas y enseñanzas que nos pueden contaminar, es si muestran amor a la Iglesia."

    Exacto. Así es.

    Muchas gracias y un abrazo en Cristo, desde María Inmaculada

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  3. Comparto todo lo dicho, querido Alonso. Solo pondría un pero muy pequeñito en un aspecto muy puntual.

    A veces es conveniente leer algún texto peligroso, ya que nos informa de cómo piensan aquellas personas que pugnan contra la Iglesia y la Revelación de Dios. Pero reconozco que para hacer esta incursión en tierras peligrosas hay que estar muy bien pertrechado y saber dónde se pisa.

    Por ejemplo, a mi me gusta leer algunos blogs contrarios al magisterio y doctrina eclesial. Lo hago por dos razones, la primera para darme cuenta de lo necesaria que es la humildad en nuestra vida cristiana, lo segundo para entender que se mueve en las cabezas de estas personas. Conociéndolas, es posible amarlas y tenderles una mano caritativa. Pero confieso que normalmente rechazan la mano y escupen sobre ella. Dios les ilumine y ayude.

    Lo que no se me ocurriría nunca es recomendar estos blogs o lecturas a nadie.

    Un abrazo en Cristo :)

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  4. Gracias por tu comentario, Miserere. Creo que leer blogs contrarios al magisterio es negativo e inconveniente para la inmensa mayoría de los fieles. Tal vez para los que estamos dedicados al apostolado sea una necesidad apostólica, un campo de misión, pero hay que estar bien pertrechado doctrinalmente, como dices, y desconfiar de uno mismo. No nos creamos fuertes.

    un abrazo en el Señor

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