martes, 18 de octubre de 2011

De estrellas y torrentes

Por la mañana muy temprano, camino de la estación, iba rezando el Rosario bajo las hojas de la pequeña fila de árboles, muy consolado y con tremendo fervor, y parecíame que el Señor me estaba golpeando el corazón con toda su fuerza divina como si pretendiera arrancármelo para ponerme el suyo, como diciéndome:

"Doy mis gracias a los que la mendigan con sus lágrimas"

Bajo la gran hilera de acacias, hacia el andén, pasaba las cuentas de ébano con verdadera pasión.

Luego, en el tren, lectura de san Alfonso María de Ligorio: "Práctica del amor a Jesucristo". De pronto, al salir en mi estación, como un torrente de devoción y vida. Lágrimas por Cristo. Mis pecados. Cristo en la cruz. Sus llagas abiertas como grandes flores, como volcanes, como estrellas.

Una confianza muy grande, de pronto, traspasó todas mis miserias, mis vanidades, mis apegos y mis carencias; traspasó todo el bronce, todo el durísimo espesor del pecado, y deshizo los temores y las viejas cortezas de carnalidad como rompiéndose en luz, desde una fuente antigua, muy nueva, siempre fresca y limpísima.

Un alegría fontal, como llegada de un venero inmarcesible, se derramaba sobre mi vida como una fuente de esperanza inquebrantable, y se abría bajo mis pies a medida que me aproximaba al trabajo.

Y ya no me dejó el Señor hasta infundirme una enorme gratitud por todas las antiguas humillaciones.

3 comentarios:

  1. Gracias por compartir esta bella oración que el Señor ha hecho en tí.

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  2. Gracias Alonso por abrir el corazón, y compartir tus vivencias.¡Genial! ¡que grande es el Señor!Te comprendo. Yo tengo un poco de cuidado en expresar mis sentimientos...algunos me han despreciado por ello. Pero como yo actúo intentando agradar a Dios solamente, me da igual lo que piensen de mi.
    Dios le bendiga.
    Unidos en oración.

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  3. Muchas gracias por vuestros comentarios.

    Un saludo en Cristo.

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