domingo, 2 de octubre de 2011

No nos preocupemos

Nos preocupa cómo hablar de Jesús y de su Iglesia sin que nos rechacen.

Qué hemos de decir para que nuestro oyente

no se asuste, ni se moleste, ni se indigne, ni se escandalice,
ni nos llame intransigentes, radicales, intolerantes...

sino que

nuestra palabra interese, nos acepten, les cautive nuestro mensaje, les convenza....

Pero primero hemos de tener en cuenta que no hemos de pretender crear nosotros el discurso, como si fueran nuestras palabras, nuestro discurso, o su brillantez lo decisivo,

ni cuanto ideemos, inventemos y programemos sea lo determinante.

Porque no, no es así.
Aceptemos lo que nos dice Jesús acerca de esto:

"no os preocupéis de cómo habéis de hablar o qué váis a decir: lo que debáis decir se os dará a conocer en ese momento, porque no seréis vosotros los que hablarán, sino que el Espíritu de vuestro Padre hablará en vosotros. (Mt 10, 19:20)

En segundo lugar hemos de comprender que el mundo odia a Cristo, su Salvador. ¿Por qué? El mismo Jesús nos lo explica en Jn 7, 7:

"el mundo me odia a Mí porque declaro que sus obras son malas"

Por esto, Jesús nos dice:

"Os odiarán a vosotros por causa de mi Nombre" (Mt 10)

Nos odiarán por ser de Cristo y no del mundo.

Pero algunos no nos odiarán, sino que se convertirán por la palabra de Cristo y el poder de Dios a través nuestra.

Por tanto, despreocupémonos de lo que hemos de decir por nosotros mismos, y de que nos acepten o no.

Y sólo entonces seremos instrumentos de Cristo.

No nos preocupemos. La Palabra Divina así nos lo dice en Filipenses 4, 6:

" No os preocupéis por nada".

Si predicamos a Cristo como Él quiere, nada debe inquietarnos. La paz de Dios será derramada sobre tu corazón y el mío. ¿Cómo es posible, si nos odian, si no nos comprenden, que nos inunde la paz de Dios? ¿Así podemos estar en paz?

Nosotros no lo comprendemos, porque no comprendemos del todo la misteriosa paz de Dios, que alegra y serena nuestras almas sobrenaturalmente como sólo el Señor sabe y puede. Porque

" la paz de Dios, que supera todo lo que podemos pensar, tomará bajo su cuidado vuestros corazones y pensamientos en Cristo Jesús" (Flp 4, 7)

Así pues, hablemos de Cristo como Cristo quiere y nada temamos. ¡El Señor es fuerte!

6 comentarios:

  1. Cercano Alonso:

    Buscad primero el Reino de Dios y todo os será dado¡¡¡
    No nos angustiemos por querer convertir a alguien sino más bien combatamos para convertirnos nosotros cada día y el otro al ver nuestra vida ansie la Fe.
    Esto lo digo por una frase que leí el otro día de un poeta francés, Paul Claudel:

    "Habla de Cristo sólo cuando te pregunten por Él; ¡pero vive de tal modo que te pregunten por Él!"

    ANIMO¡¡¡

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  2. La entrada de Alonso me gusta mucho, la veo muy acertada. Y denuncia algo que me pasa a mí. No sólo porque temo quedar mal ante el otro, sino -y este engaño es todavía más ladino- porque temo dejar mal a la Iglesia y a Cristo ante el otro. Pero Cristo y la Iglesia, -que son Uno-, son y serán siempre bandera discutida, y no hay que temer por ello, sólo hay que predicard e verdad la Palabra, como dice Alonso, no nuestras palabras.

    Pero ahora me voy a tomar la libertad de "liarla" un poco, creando polémica como para avivar el blog de Alonso... Porque yo creo que es verdad que el Señor nos mueve a evangelizar, a la vez que con la Palabra, con nuestra propia conversión, aunque de una forma que casi nunca se ve, que tiene valor sobrenatural. Pero sin olvidar que "la fe viene por la predicación, y la predicación por la Palabra de Cristo" (Rm 10,17). Y como esperemos a que Dios nos haga aparecer ante los demás tan santos que evangelicemos con el ejemplo, vamos listos... ¡tengo que cerrar mi blog...!

    AFortunadamente, no es así: Dios condesciende con nuestras debilidades, con que llevemos "su tesoro en vasijas de barro" (2 Cor 4,7). Y nos exhorta a predicar la Palabra, a insistir, "a tiempo y a destiempo" (2 Tim 4,2), no esperando a que se presente esa ocasión que nunca llega, sino urgidos por el amor de Cristo (2 Cor 5, 14). Así que hasta yo, que ando siempre esperando las ocasiones que nunca llegan y haciendo todo lo contrario, me atrevo en nombre de Cristo a predicar que eso que hago está mal, que tengo que dejarme mover por su gracia para hacer el ridículo por Dios muchas veces, para que de los que me escuchan, crean al menos algunos. No para convertirles por mi palabra, sino para que Dios les convierta por su Palabra y su gracia.

    Creo que hoy es un tópico lo de evangelizar con el ejemplo, no con las palabras. Yo no creo en eso, la verdad. El Espíritu Santo nos llama a evangelizar con la Palabra, y nos exhorta a no desdecir nuestra predicación con nuestras obras, pero cuando la desdigamos, nos arrepentimos, nos confesamos, y así daremos verdadero ejemplo de lo que es un cristiano: el que se sabe indigno y que todo lo necesita de Dios.

    Un abrazo en Cristo

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  3. Longinos, llevas toda la razón, hay que predicar también con la palabra,

    además de con el ejemplo. Hay que hacer apostolado de la Palabra de Dios, de las verdades de Dios. El ejemplo sólo no basta. Es necesario ser apostoles de la fe de Cristo, y la fe es por la Palabra.

    Esto es indudable, sin ninguna duda. ¡Ay de mí si no evangelizare!

    Un abrazo

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  4. Dios nos exhorta a predicar con la Palabra a tiempo y a destiempo. Esto es una gran verdad, y un deber de bautizados.

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  5. Cercano Cornelio, me reconforta eso que dices de buscar primero el Reino de Dios y todo lo demás... me reconforta porque sé que el Señor paga el ciento por uno, y mi indigencia y mi debilidad no son la garantía del éxito de mi apostolado, sino el poder de Dios.

    Porque nos hace pensar que el peso de nuestro apostolado lo lleva la Gracia. La Vida sobrenatural de Cristo en nosotros es lo que hace eficaz nuestro ejemplo.

    Como muy bien dice Longinos, hemos de predicar la Palabra, el ejemplo sólo no basta, pues por ella es la fe, y de la fe viene la regeneración del hombre viejo por la gracia de los sacramentos y la acción de la palabra divina.

    Sobre la frase de Paul Claudel, creo que es un lujo que no podemos permitirnos hoy en día. El mundo no conoce a Cristo, y hemos de dárselo a conocer a tiempo y a destiempo, para la salvación de las almas.

    Un abrazo y ánimo

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