domingo, 19 de diciembre de 2010

Lenguaje equívoco, doctrina equívoca I

La confusión invade a muchos cristianos.

Es obvio. Porque su doctrina es equívoca (arrianismo, pelagianismo, semipelagianismo...), y aún seguirá siendo equívoca hasta que no clarifiquen el lenguaje de su fe según el Magisterio de la Iglesia.

Si contemplamos nuestra vida cristiana desde la fe de niños que quiere nuestro Señor, descubriremos sorprendidos que nuestro lenguaje no es de niños, sino de adultos que se creen muy importantes.

Equívoco 1:
Hacer muchas y grandes cosas.
¡Qué importante soy en la Iglesia y qué grandes cosas estoy consiguiendo!

Hay quien enseña a cifrar la vida cristiana en clave de eficacia; hacer maravillas por Dios: grandes obras sociales y benéficas, convivencias exitosas y fraternales, provechosas jornadas de reflexión, creativas propuestas de evangelización, cursos bíblicos abarrotados de gente, convocatorias multitudinarias, una larga lista de obras solidarias y fundaciones de ongs...

Pero no, es Dios quien hace maravillas en nosotros, como reza el magníficat. Es Dios quien hace grandes cosas en nosotros y por nosotros, quien nos santifica con su Gracia, nos impulsa a hacer obras buenas, da vida sobrenatural a nuestra carne y nos libera del demonio y del pecado. Sólo tenemos que decirle sí y dejarnos hacer, y ser absolutamente fieles a los dictados de su Gracia.

Mira de qué forma preciosa lo explica San Josemaría en Surco, 285:

Aunque eres tan poca cosa, Dios se ha servido de ti, y continúa sirviéndose, para trabajos fecundos por su gloria.
—No te engrías. Piensa: ¿qué diría de sí mismo el instrumento de acero o de hierro, que el artista utiliza para montar joyas de oro y de piedras finas?

Clarificación 1: Dios nos dá el querer y el obrar lo que Él quiera.

Equívoco 2:
Ser generoso con Dios
.
Qué bien me estoy portando con el Señor, qué de cosas le doy: mi tiempo, mi dinero, mi...mi...

¿Pero...desde cuando somos nosotros los generosos, y no el Señor con nosotros? La vocación religiosa, los sacrificios, la caridad, la oración, la santidad.. todo esto ¿es algo que el hombre da a Dios, o que Dios nos concede con su Gracia y nosotros aceptamos, recibimos con docilidad? La castidad, por ejemplo."Sé generoso con Dios y sé casto". No, no es así! No es una muestra de nuestra generosidad con Dios. No. Si somos castos, es por la generosidad del Señor, que nos da gracias para ser castos.

Es Dios el generoso, el que da el querer y el obrar, Quien nos envía a la misión, quien nos convoca con su Gracia al sacerdocio, a la oración, a la santidad. El generoso es Dios, no el hombre. Y si el hombre responde con su fiat, es igualmente movido por la Gracia. Dios reconoce, por misericordia, un mérito en el hombre, pero por misericordia, y en base a los méritos de Cristo. Por tanto, el que da es Dios. El hombre recibe. El hombre lo hace con lo que Dios le da.

Esta verdad de fe la explica magníficamente el P. Iraburu:

La vocación –y toda obra cristiana– es un don de Dios, que el hombre recibe. Si hablamos el castellano usual, es generoso el donante, no el que recibe. Si un hombre dona una gran herencia a una familia numerosa que está en la ruina, el generoso es el donante, no la familia que recibe tan precioso donativo. Y esto es lo que sucede en toda vocación y acción cristiana. El generoso es Dios, que estando nosotros muertos por nuestros delitos y pecados, esclavizados por el mundo y por la carne, cautivos del demonio, «nos dió vida por Cristo: de gracia habéis sido salvados» (Ef 2,1-10: leerlo entero). El generoso es Dios. Si, por ejemplo, a uno le falta sabiduría, «que la pida a Dios y la recibirá, porque Él la da a todos generosamente, y sin reproches» (Sant 1,5).

Clarificación 2: El Señor es generoso con nosotros y nos colma de gracias. Seamos dóciles a ellas.

Equívoco 3:
Nuestra esperanza está... y esta es la solución.
Somos la esperanza de la Iglesia, de mi parroquia, de mi asociación...la solución está aquí.

Pero nuestra esperanza cristiana reside ...¿en qué? Se dice que la esperanza de la sociedad está en la familia, en los jóvenes, en un sínodo, en un plan pastoral, en un evento multitudinario, en la obtención de recursos y un cambio de mentalidad, en la catequesis de adultos, en los políticos católicos.... no, no y no, la solución está en Cristo, y nada más:

1 Timoteo.1:1 Pablo, apóstol de Jesucristo por mandato de Dios nuestro Salvador, y del Señor Jesucristo nuestra esperanza

La esperanza de la sociedad, de la familia, de los jóvenes, de los sínodos, de los planes pastorales, etc., está en Cristo, y en nada ni nadie más.

Te aseguro que todo hemos de esperarlo de Él.

Clarificación 3: .El Señor es nuestra única esperanza. Amémosle de forma que le pertenezcamos totalmente y sea nuestro único pensamiento, en que lo esperaremos todo.

Equívoco 4:
Dale a Dios lo que Dios te pide.

Dios te pide que.... que... que...

¿Cómo es que Dios pide? ¿Quien pide no es el ser humano, que lo necesita todo de Dios? Más bien hay que decir: pídele a Dios lo que Él quiere darte. Dios te infunde esto, te empuja a hacer aquello, te alienta, te da...lo que pidas tú, si te conviene.

Qué bien explica esta verdad de nuestra doctrina el Padre Iraburu en Caminos Laicales de Perfección:

"¿Pedirles Dios? ¡Pero si lo que precisamente quiere Dios es darles, darles con una abundancia que ni siquiera imaginan!..."

La devaluación terrible de la oración impetratoria que sufre hoy la Iglesia se debe a esto: a que se cree, pelagianamente, que es Dios el que pide y el hombre le da a Dios, y que lo que el hombre da es lo que le salva. Nosotros sin embargo decimos: Que el hombre pida sin cesar, para que Dios dé. Pidamos a Dios, en todo tiempo y a toda hora.

Clarificación 4: Lo que el Señor nos da, y no lo que damos nosotros de nosotros, es lo que nos salva y santifica. Pidamos sin cesar a Dios su Gracia. La oración impetratoria es la clave de nuestra santificación.

Mira, somos niños, seamos niños. Pidamos a Dios, Él es generoso con nosotros, Él hace maravillas en sus hijos, todo lo nuestro, créeme, no es nada comparado con la acción de su Gracia.

«Pedid y se os dará; buscad y hallaréis; llamad y se os abrirá. Porque todo el que pide, recibe; y todo el que busca, encuentra; y al que llama se le abrirá. O ¿quién hay entre vosotros, al que si su hijo pide un pan le da una piedra? ¿O si le pide un pez, le da una culebra? Pues si vosotros, siendo malos, sabéis dar a vuestros hijos cosas buenas, ¿cuánto más vuestro Padre que está en los Cielos dará cosas buenas a quienes le pidan?». (Mateo 7, 7-12)

2 comentarios:

  1. Alonso, éste es para enmarcarlo. No lo pierdas, por lo que más quieras. ¡Cómo has dado en el clavo! Esto es lo que llevo oyendo desde hace un año en las enseñanzas de los carismáticos, la verdadera doctrina de Cristo y su Iglesia. Pero la exposición que has hecho es magnífica. Es ideal para leerla en una renión o algo así.

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  2. Ejem... tengo que leer este post de vez en cuando para no olvidarme de lo evidente y terminar dando culto a lo aparente.

    Gracias. Que Dios te bendiga :)

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