sábado, 15 de enero de 2011

Apostolado de la salvación del alma

Esta entrada es una invitación a los cristianos a vivir ofreciéndonos por la salvación de las almas. Hagamos ayuno, hablemos de Cristo Salvador, velemos en constante oración, pidamos gracias al Señor por la conversión de cuantos nos rodean, convertidos por la Gracia en hostias vivas de expiación, unidos a Jesús Crucificado y Salvador.
Es grande y preciosa la misericordia del Señor con quienes se arrepienten y convierten, y hacen penitencia de sus pecados. Nunca nos faltará misericordia, por muchas iniquidades que podamos cometer. Pero si falta nuestro arrepentimiento, y rechazamos al Espíritu de Cristo, ¿qué será de nosotros?

–«Yo os lo aseguro: si vosotros no os arrepentís, todos moriréis igualmente» (Lc 13,3).

La caridad de Cristo nos urge, nos apremia, nos empuja al apostolado, al celo por la salvación de tantas almas que viven, a nuestro alrededor, como si Dios no existiera, y como si Cristo no fuera a venir a juzgar a vivos y muertos.

Hacemos un apostolado desvirtuado e inútil transmitiendo a los demás tranquilidad respecto al infierno, creando la falsa expectiva de, para el que está privado de la Gracia, y carece de arrepentimiento, un perdón obligatorio y a toda costa de Dios misericorde,

como si el pecado sin arrepentimiento ni conversión no tuviera nefastas consecuencias por sí mismo y no volviera humanamente imposible la conversión en ausencia de la Gracia,

y aleja, por su propia potencialidad, de la comunion con Dios tras la vida terrenal.

¡Como si fuera posible para el ser humano arrepentirse de sus pecados estando alejado culpablemente de la fuente del arrepentimiento, que es el Cuerpo Sacramental de Cristo, dispensador de Gracias de conversión y arrepentimiento!

¡No es posible, para un bautizado, arrepentirse de forma agradable a Dios si está separado de los sacramentos del perdón y de la Vida. Pues la Iglesia no es accesoria, sino necesaria, y Dios reserva caminos extraordiarios de arrepentimiento a los que desconocen inculpablemente su Iglesia, pero no a los que desprecian culpablemente la Gracia que ésta les puede infundir.

¿Cómo vive la gente que nos rodea? Vive únicamente para el mundo y para disfrutar del mundo y de la carne. Sus únicas preocupaciones son las de la carne y sus fruiciones mundanas: el nuevo coche que ha comprado, el lío que mantiene (a espaldas de su mujer), la casa con jardín que ha comprado... .... Abortos, uniones ilícitas, anticoncepción masiva, separaciones, infidelidades, promiscuidad juvenil....vida en el lujo y malgasto de tiempo y dinero en diversiones y pasatiempos, abandono de los ancianos en tristes residencias, impudor generalizado... etc. etc. etc.

Tenemos un deber de apostolado urgente con todas estas almas que nos rodean, que desconocen el tremendo peligro que supone hacer el mal y vivir de espaldas a Cristo obrando la iniquidad sin arrepentimiento ni propósito de enmienda.

Una inmensa multitud que nos rodea padece un error funesto. Piensa, alegre, inconscientemente, que puede vivir como quiera y hacer lo que quiera para lograr sus sueños carnales y ambiciones mundanas sin que pase nada. Sumidos en afanes materiales, ignoran el destino fatal que aguarda al que hace el mal sin arrepentimiento ni conversión.

Palabras nefastas: "Dios no te puede condenar, no te preocupes, Dios conoce nuestra debilidades, el infierno es una llamada de atención, no un peligro real, en el infierno no puede haber ni habrá nadie...."

Otro, sin embargo, es el apostolado de Cristo, cuya predicación siempre hace referencia a la posibilidad real y no sólo hipotética de perderse eternamente.

El Señor avisa claramente de lo que va a ocurrir, no de lo que puede ocurrir, sino de lo que va a ocurrir: muchos no podrán entrar.

–«Uno le dijo: Señor, ¿son pocos los que se salvan? Y él les dijo: luchad para entrar por la puerta estrecha, porque yo os digo que muchos pretenderán entrar y no podrán». Algunos gritarán, «Señor, ábrenos»; pero Él les contestará: «alejáos de mí todos los obradores de la iniquidad. (Lucas 13)

Muchos pretenderán entrar y no podrán. El Señor está diciendo claramente lo que va a pasar si no nos arrepentimos y convertimos y pasamos por la puerta estrecha de su Palabra, que es Luz de Vida y eterna bienaventuranza.

Debemos luchar por entrar por la puerta estrecha, vivir amorosamente para Cristo, hacer muchos actos luminosos de expiación, no dejar de anunciar a todos cuantos nos rodean que hay juicio tras la muerte, y juicio final, cuando venga Cristo a juzgar a vivos y muertos, y que la vida en Cristo es una maravilla.

Señor mío y Dios mío, yo creo, adoro, espero y amo, y te pido perdón por los que no creen, ni adoran, ni esperan, ni aman.

La caridad de Cristo nos urge. Tengamos celo por la salvación de las almas, comuniquemos la salvación de Cristo Jesús por la Gracia que suministra sacramentalmente la Iglesia, y cantemos las maravillas de un Dios misericordioso para aquel que vuelve arrepentido a los brazos de su padre y dice:

Padre mío, he pecado contra el cielo y contra ti.

¡Dios nos ama! Vivamos en su amor y no hagamos nada que nos aleje definitivamente de Él.

1 comentario:

  1. El mejor apostolado es la evidencia de nuestra vida. he comprobado lo incómodo que es para algunas personas aceptar que evidencies vitalmente tu disconformidad con la sociedad actual. Es como si tu ser les cuestionara su propio ser.

    Ante esta evidencia, hay quien se cierra y te desprecia y quien reflexiona y alguna luz puede entrever.

    Pero nosotros no podemos convertir a nadie. Sólo Dios es el dueño de nuestra naturaleza y puede transformarla según sus designios.

    Un abrazo en Cristo :)

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