miércoles, 20 de abril de 2011

Algo nuevo está surgiendo. I

Algo se está renovando en nuestra diócesis. De esto no me cabe duda. Quedan todavía rastros de secularismos, restos fuertes, intensos. Pero entre los fieles y ambientes más dóciles a la Iglesia, Madre y Maestra, la mundanización de estos últimos decenios está cediendo. Tenemos esperanza.

Pero, ¿en dónde o en quiénes hemos de ponerla, cuál es la esperanza de nuestra diócesis? ¿Será una renovación de la catequesis, el empuje de la juventud, nuevos planes pastorales, actividades más creativas y originales, mejor planificación de los recursos, mayor implicación de los laicos, ideas muy buenas y originales...? No, en nada de esto debemos poner nuestra esperanza. No nos engañemos. No serán los jóvenes, ni los matrimonios, ni los nuevos sacerdotes, ni los cursos bíblicos, ni nada de esto. ¿En qué o quiénes, entonces, debemos poner nuestra esperanza los fieles de esta Iglesia local?

La Sagrada Escritura nos dice en 1 Pedro 1, 13 algo muy importante:

"pongan toda su esperanza en la Gracia".

A continuación se dirige a nosotros, los cristianos que hemos dejado de confiar en nuestras fuerzas humanas (carnales, corruptibles), y nos llama de una forma sorprendente: hijos de la obediencia. Pues en la medida en que seamos hijos obedientes a la Gracia, podremos poner toda nuestra confianza en el camino que emprendamos, sea cual sea.

Y es que hay una relación muy estrecha entre la acción de la Gracia, en que hemos de tener puesta toda nuestra esperanza, y la obediencia, que proporciona esa ductilidad y docilidad a la Gracia divina que es el camino seguro de toda renovación auténtica.
Nuestra diócesis va a renovarse en el Espíritu por la obediencia.

Y lo será de forma inmerecida, gratuita, por pura misericordia, si lo pedimos. Sólo hemos de ser hijos obedientes de la Iglesia y hacer cuanto el Señor nos diga que hagamos, donde quiera y como quiera y cuando quiera que lo hagamos. Y hemos de abandonar todos los viejos deseos antiguos de ser el centro de la renovación y el progreso de nuestra Iglesia. Hemos de dejar de desear ser nosotros, en nuestra humanidad, los protagonistas, y dejar paso al Señor y su Gracia, permitirle al Señor que sea su Vida Sobrenatural la auténtica protagonista. Pues sólo Él da el crecimiento, el querer y el obrar. Sólo en Él damos fruto.

13 Por lo tanto, manténganse con el espíritu alerta, vivan sobriamente y pongan toda su esperanza en la gracia que recibirán cuando se manifieste Jesucristo. 14 Como hijos obedientes, no procedan de acuerdo con los malos deseos que tenían antes (1 Pe 1)

Voy a deciros cuáles eran algunos de esos malos deseos (malos por ser únicamente carnales, antropocéntricos, vacíamente humanos):
*Desear ser nosotros, y no el Señor, quien arregle las cosas. *Desear ser nosotros, y no el Señor, quien determine lo bueno y lo malo.*Desear ser nosotros, y no el Señor, quien dirija la Iglesia y nuestra vida cristiana. Etc. etc.

Nosotros, nosotros, nosotros...Nuestra confianza la teníamos depositada en nosotros, en nuestro compromiso, en nuestros valores, en nuestras actitudes, en nuestras lecturas, en nuestra realidad, en nuestras necesidades, en nuestro entendimiento, en nuestros deseos...

La Santa Escritura, que no pasa, porque es eterna, nos enseña en 1 Pe 2 algo bien distinto:2 Como niños recién nacidos, deseen la leche pura de la Palabra, que los hará crecer para la salvación, 3 ya que han gustado qué bueno es el Señor. 4 Al acercarse a él, la piedra viva, rechazada por los hombres pero elegida y preciosa a los ojos de Dios

Fijaos lo que dice: la Palabra hace crecer en salvación, y esa Palabra Divina es rechazada por los hombres. Porque pensar a lo humano, desear a lo humano, vivir a lo humano es contrario a la Palabra. Por esto, mientras queramos mejorar el ambiente que nos rodea a lo humano vamos mal, muy mal. Porque pensar a lo humano implica rechazo del pensamiento divino, tal como se expresa en la Palabra.

En aquellos sectores de nuestra diócesis en que se propaguen ideas morales contrarias a la ley Moral (por ejemplo, donde se difunde la anticoncepción, y no la moral cristiana verdadera), no se producirá esa renovación.

En los sectores y ambientes en que se minusvalore el sacerdocio, la vida religiosa, la castidad, la predicación bíblica y tradicional (salvación, santidad, posibilidad real de condenarse, penitencia, ayuno...etc.); en los sectores en que se continúe ajeno a las mociones y maravillas de la Gracia divina, y se continúe hablando en términos de compromiso inmanentista, de humanismo autónomo y pelagiano; no se producirá esa renovación.

En esos sectores la crisis de fe y de fervor, la esterilidad continuará... la renovación pasará de largo por ahí, se continuará la petrificación humano-centrista, y el apostolado quedará en palabras secas, ideologizadas, moralistas y muertas.

Seguirán hablando de que el cristiano tiene que encarnarse, ignorando que lo que sale de la carne es carne y no aprovecha para nada, y que es el Espíritu y no la carne Quien da la Vida. Pensar según los hombres (Mt 16, 23), "vivir a lo humano" (1 Cor 3, 3) es visto en la Palabra de Dios como algo malo: es carnal, diabólico (Mt 16, 23). Lo que nace de la carne es carne (Jn 3, 6) Solamente la Palabra de Dios nos hace pensar a la manera de Cristo.

El Kempis nos enseña donde poner toda nuestra confianza: "Deposita en Dios TODA tu confianza" (Cap. 1, 11).
No dice la parte, o mucha, sino toda.Y este todo de confianza enlaza con ese todo de esperanza de que nos habla la Escritura en 1 Pe 1, 13: pon toda tu esperanza en la Gracia.
La renovación en espíritu y verdad de nuestra diócesis, que tanto deseamos, vendrá por pura misericordia del Señor, si la pedimos humilde y confiadamente como hijos obedientes de la Iglesia.

No vendrá por una humanidad sin Gracia, por un compromiso fraterno sin Gracia, por nada que emane de nosotros sin Gracia. Porque sin Gracia nada fructifica.

La renovación vendrá del Señor, de su Vida, que nos transformará por los sacramentos, por la oración, por la Caridad, nos dará amor por los hermanos, energías espirituales y morales para hacer el bien, espíritu y visión sobrenatural. Cristo es el Señor y Salvador.

16 Vayamos, entonces, confiadamente al trono de la Gracia, a fin de obtener misericordia y alcanzar la gracia de un auxilio oportuno. (He 4, 16)

Pongámonos manos a la obra. Tenemos mucho que hacer, como instrumentos dóciles, alegres y obedientes del Señor, para renovar nuestra diócesis en espíritu y verdad.

7 comentarios:

  1. al 100% de acuerdo. Dejemos la pasividad que conlleva que cada uno no es Iglesia, que la Iglesia son siempre otros y que nada nos incumbe en Ella.

    Pero no actuemos desde nosotros. No nos creamos salvadores. Depositarios de formulas mágicas o remedios maravillosos. Por nosotros mismos no tenemos nada que hacer.

    Mi analogía preferida es la herramienta. Que está dispuesta, afilada y calibrada por el artista. Herramienta siempre lista a ser utilizada. Herramienta que sabe que su sentido es ser medio de algo tan grande que no puede ni sabe comprender. Herramienta que es libre dándose al artista en plenitud.

    Yo también tengo esperanza en que nuestra Diócesis vaya despertando y saliendo del desconcierto de década pasadas. Pero no dejemos que la Diócesis son otros... somos nosotros. ¿Anhelamos una Diócesis reflejo del Reino? Pues démonos cuenta que la conversión para por cada uno de nosotros. Nosotros somo la Diócesis.

    Que pases una estupendo y Santo Triduo Pascual. Un abrazo en Cristo :)

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  2. Gracias por tu comentario.
    La analogía de la herramienta en manos de Dios es perfecta.
    Como bien dices, no nos creamos salvadores, Salvador sólo hay Uno.
    Un abrazo

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  3. Cristo ha resucitado!!! Feliz y santa Pascua. Un abrazo :)

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  4. CRISTO HA RESUCITADO!!!

    Feliz tiempo pascual cercano Alonso

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  5. El Crucificado nos da (como siempre) la clave. La verticalidad del madero apunta al cielo; clavado en ella Cristo grita su FIDELIDAD al Padre. Su vida es fidelidad; pidamos a Dios nos haga fieles para ser herramienta suya.
    Cristo clavado en la Cruz es Él verdaderamente, se realiza completamente como ser, se manifiesta como Dios. Él es la VERDAD. Pidamos a Dios que nos haga testigos de la verdad. Muere con los brazos abiertos, abarcando todo y a todos, salvando todo y a todos. Es Él, efectivamente, quien salva, quien renueva (no reforma); y todo lo hacer por AMOR. Pidamos a Dios que nos haga fieles y verdaderas herramientas de su amor.
    Y no estamos sólos, Jesucristo sigue con nosotros, HA RESUCITADO. Felicidades por el artículo. Un abrazo en Cristo desde María Inmaculada.

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  6. Muchas gracias a todos, Miserere, Cornelio, Antonio, por vuestras felicitaciones y comentarios. Feliz Pascua de Resurrección.

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  7. Bellas palabras las tuyas sobre el crucificado, Antonio, y gran verdad la que muestras.
    Efectivamente, hemos de dar testimonio de la verdad, como Él hizo.
    Un abrazo en Cristo, desde María Inmaculada
    y que Dios os bendiga a todos

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