lunes, 1 de agosto de 2011

Que el humanismo cristiano es el único y verdadero humanismo, en que no prevalece el hombre sino Dios

La Santa Escritura de Dios nos enseña en el Salmo 9, 20 cuál es la esencia del humanismo cristiano:

ne praevaleat homo.
Que no prevalezca el hombre (Sal 9, 20)

Anteriormente, en el mismo versículo, ha dicho:

Exsurge, Domine!
Álzate Señor!


Y luego de pedir al Señor que se alce, dice: ne praevaleat homo.
La Vulgata dice: non confortetur homo. Para significar que el hombre tampoco ha de gloriarse de sus propias fuerzas, ni robustecerse con sus fuerzas humanas, ni confortarse con sus propias energías, que no son sino nada, una falsa fortaleza, una falsa gloria, una falso consuelo que no conforta.

Lo meramente humano no debe prevalecer en el hombre. ¿Para qué? para que no se alce el hombre, sino Dios, y así el ser humano, hombre y mujer, sean humanos, luminosamente humanos, verdaderamente humanos según el Plan de Dios.

Para que Dios se alce en el ser humano y éste encuentre consuelo, sea confortado y verdaderamente fortalecido.

Hemos de saber, pues, una cosa.

Nos la dice el mismo salmo, en el versículo 21: sciant gentes se homines esse: sepan los hombres que son solamente hombres.


Sepamos lo que somos sin Dios. Solamente criaturas contingentes. Solamente briznas de paja, que arrebata el viento. No dioses, solamente hombres inclinados al mal, esclavizados por el Maligno que nos arrebató la Gracia originariamente, dejándonos heridos, débiles, enfermos de muerte. A su merced. No totalmente esclavos, pero esclavos. No totalmente muertos, pero enfermos de muerte.
Solamente somos hombres. Mortales, débiles, aquejados de fragilidad, inclinados al mal, heridos originariamente, es decir, de forma radical; muertos por nuestros pecados....


¿Cómo sentirnos fuertes, poderosos, consolados, confortados, autoglorificados, si sólo somos... humanos?

¡Dios es el Fuerte, Dios es el Consolador, Dios es Quien conforta, Dios es Quien ha de ser glorificado, Dios es Quien ha de PREVALECER en nosotros!

ne praevaleat homo. ¡Exsurge, Domine! ¡Álzate, Señor, en nosotros!

Así y sólo así seremos consolados, confortados, glorificados. Si Tú, Señor, prevaleces, no nosotros. ¡Alabado seas, Señor de cielo y tierra, Redentor y Salvador nuestro! ¡Bendito seas! Porque sólo en Ti somos verdaderamente humanos y es humano cuanto hacemos e ideamos en tu Nombre.

Esta es la esencia del humanismo cristiano.

Pero alguno preguntará:


¿Cómo se alza Dios en nosotros, para que podamos ser verdaderamente nosotros?
Dios se alza en nosotros por Cristo y solamente por Él. Por la Gracia de Cristo Dios se hace fuerte en nosotros, nos conforta, nos hace nacer de nuevo, nos consuela, nos hace ser lo que hemos de ser. Por esta razón que el Magisterio de la Iglesia dice acerca del misterio de lo que somos:

""El misterio del hombre sólo se esclarece en el misterio del Verbo encarnado...
En él, la naturaleza humana asumida, no absorbida, ha sido elevada también en nosotros a dignidad sin igual. El Hijo de Dios con su encarnación se ha unido, en cierto modo, con todo hombre. Trabajó con manos de hombre, pensó con inteligencia de hombre, obró con voluntad de hombre, amó con corazón de hombre. Nacido de la Virgen María, se hizo verdaderamente uno de los nuestros, semejante en todo a nosotros, excepto en el pecado" (Gaudium et Spes, 22).

Dios, para prevalecer en nosotros, se hace verdaderamente uno de nosotros
, semejante en todo a nosotros, excepto en el pecado.

De esta forma, cuando decirmos a Dios Todopoderoso que prevalezca en nuestra vida, que se alce en nosotros, lo que le estamos diciendo es que sea su Hijo Quien lo haga. Y lo hace por la Iglesia, por su Cuerpo. Sacramentalmente.

Queremos, pues, que Cristo prevalezca sacramentalmente en nosotros, para que en nosotros se esclarezca el misterio de lo que verdadermente somos.


Porque si Cristo trabajó con manos de hombre, pensó con inteligencia de hombre, obró con voluntad de hombre, nosotros, si estamos en Él, con Sus fuerzas, podremos trabajar con Sus manos, pensar con Su inteligencia, obrar con Su voluntad identificándonos plenamente con él por la Gracia, de forma que se cumpla en nosotros la Palabra de Dios y digamos con el apóstol:

20 y ya no vivo yo, sino que Cristo vive en mí (Gál 2)

Observa cómo es el ser humano en que lo solamente humano prevalece: una criatura muerta por sus pecados, enferma por el pecado original, terriblemente esclavizada por los deseos de su carne y combatida por el mundo, el demonio y su concupiscencia.


Observa sin embargo qué es el ser humano en que lo divino (Cristo) prevalece: una nueva criatura luminosa y eternamente viva por la Gracia de Dios, en la que Dios prevalece para gloria Suya, y que es lo que debe ser: imagen del Hombre celestial que es el Hijo de Dios (1 Cor 15, 47)

Imagen, icono del Hombre Nuevo.

Hombres y mujeres nuevos en su propia esencia por la Vida Nueva de Cristo, que hace nuevas todas las cosas. Él mismo, que es el Alfa y Omega, el principio y fin de todo, se lo dice al ser humano:

"Mira, yo hago nuevas todas las cosas" (Ap 21, 5)

Cristo, el Hijo del Hombre, que es fuerza por la que Dios prevalece y se alza, hace nuevas todas las cosas, y también hace nuevo al hombre, hombre y mujer.

Cristo hace nuevo al ser humano con la fuerza de Dios
. Cristo es pues la esencia del humanismo cristiano, que es un humanismo nuevo. Distinto. Radicalmente distinto. Tan distinto que es NUEVO. Porque Cristo hace al hombre y la mujer, en su masculinidad y femineidad concretas y renovadas por la Gracia, nacer de nuevo. Gratuitamente, inmerecidamente.

Por esto mismo el humanismo cristiano habla, ante todo, de Cristo, para esclarecer el misterio del ser humano. El humanismo cristiano no se apoya, no se conforta, no se complace en el estudio del hombre viejo. No quiere que prevalezca el hombre.


Mira lo nuevo. Mira a Cristo. Mira al hombre nuevo, imagen del Hombre celestial. Mira que todos los hombres descubran a Cristo para que todos los hombres puedan ser hombres nuevos en que Dios prevalece.


Fíjate cómo nos enseña esto la Escritura:

Isaías 43, 18-19:

18 No se acuerden de las cosas pasadas,
no piensen en las cosas antiguas;
19 yo estoy por hacer algo nuevo:
ya está germinando, ¿no se dan cuenta?

No nos acordemos del hombre viejo. Cristo nos hacer nacer de nuevo cada día con su Gracia y así y sólo así somos verdaderamente humanos.


Una cultura nueva, un arte nuevo, un pensamiento nuevo es posible en Cristo. Una cultura en que no prevalece el hombre. Una cultura en la que Dios prevalece en Cristo, por Él y en Él, y que precisamene por ello es verdaderamente humana.


Este es el humanismo en que creemos los cristianos. Por el cual cantamos, a pleno pulmón, y con toda nuestra alma:


Non nobis, Dominem, non nobis, sed Nomine tuo da gloriam.


¡Señor, no a nosotros, no a nosotros, sino a tu Nombre sea dada la Gloria! (Sal 113 b, 1)





LAUS DEO VIRGINIQUE MATRI

7 comentarios:

  1. Esta entrada está dedicada especialmente al padre D. Javier, con el que he mantenido muy provechosos diálogos sobre humanismo cristiano en su blog:

    http://corazoneucaristicodejesus.blogspot.com/

    No sé si compartirá todo cuanto digo, pero creo que en lo general coincidimos.


    Un abrazo en Cristo desde María Inmaculada

    ResponderEliminar
  2. Gracias por la dedicatoria, así como gracias por el contenido.

    Argumenta Vd. con textos bíblicos enlazados, de los cuales yo nunca había caído en esta interpretación.

    Sí, como siempre, coincidimos en lo general.

    Me parece plausible y digno encomio un párrafo maravilloso:

    "Lo meramente humano no debe prevalecer en el hombre. ¿Para qué? para que no se alce el hombre, sino Dios, y así el ser humano, hombre y mujer, sean humanos, luminosamente humanos, verdaderamente humanos según el Plan de Dios".

    Ahora bien, y por disentir un pelín, el artículo que nos ofrece, más que una reflexión sobre el verdadero humanismo cristiano -que lo es-, yo la ubicaría en el tratado De Gracia.

    Según sus planteamientos, yo preguntaría muy en general: en la cultura nueva que surge, como Vd. afirma, ¿cabe un pensamiento cristiano? ¿Un arte cristiano? ¿Una literatura cristiana? ¿Una Universidad cristiana (católica)? Es decir, ¿surgen expresiones culturales cristianas? ¿O queda todo reducido al cambio interior del hombre, al terreno metafísico de la antropología?

    Un abrazo. Y repito: gracias por su amabilísima dedicatoria.

    ResponderEliminar
  3. Don Javier, le agradezco mucho su comentario.

    ¡Lleva usted razón!, la entrada habla principalmente de la Gracia, más que del humanismo en sí. Me pasa muchas veces. Siempre termino hablando de la Gracia. Todo es Gracia!

    Respecto a sus preguntas, creo que en el estado actual de nuestra sociedad, con la apostasía y la increencia ya instaladas masivamente, necesitamos testigos de la fe, es decir, mártires. Vamos mal, y esto sólo se arregla sembrando semillas de cristianos, es decir, con mártires, y tal vez el Señor, en su misericordia, nos lo conceda.

    Hace falta una cultura, un arte, una ciencia, una literatura, una política, unas instituciones educativas testimoniantes, martiriales, de cruz, que lleven el Nombre del Señor a todos, con el poder del Señor, y no el nuestro.

    No sé si con esto respondo a sus preguntas.

    Un abrazo, don Javier, y muchísimas gracias por su comentario

    ResponderEliminar
  4. Ese es el único verdadero humanismo, Alonso. Creo que el gran error de nuestra (contra)cultura es que nos enseña una gran mentira sobre quiénes somos. Todo en ella nos dice que el hombre es un ser autónomo, que piensa por sí mismo, indaga por sí mismo, decide por sí mismo... Hasta en los dibujos animados que ven nuestros hijos, aparentemente llenos de "valores", subyace una gran mentira: tú eres tú.

    Y sí, es mentira: tú, o estás en Cristo, o eres esclavo del pecado. O piensas como Cristo, o el pecado piensa por ti. O decides en Cristo, o el pecado decide por ti. No decirlo es confundir. Hay dos formas de servir al mal: con la mentira o con el silencio, como decía Cicerón. Por eso, callar a Cristo es pervertir al hombre. Una cultura secularizada es una contracultura, y su "humanismo" es un manual para bestias.

    ResponderEliminar
  5. Longinos, dices:

    "Ese es el único verdadero humanismo, Alonso"

    Así es. Síolo el humanismo cristiano es el verdadero. No hay otro. Todos los humanismos que no sean el cristiano son humanismos del hombre viejo, del hombre adámico, que, como dices con verdad:

    ""nos enseña una gran mentira sobre quiénes somos."

    Es la realidad. O estás en Cristo, o eres esclavo del pecado. Todo lo que no sea Cristo es mentira y esclavitud.

    Tu comentario da en el clavo de lo que es el hombre adámico y una cultura adamica. Toda cultura que no exista en nombre de Cristo silencia a Cristo y sirve al malvado.

    Voy a introducir algunos cambios en mi artículo, no sea que alguien piense que existen otros humanismos verdaderos !

    Muchísimas gracias por tu comentario y un abrazo en Cristo

    ResponderEliminar
  6. Remato la faena al hilo de la conversación.

    De Lubac -para mí siempre un Maestro- afirma en "Catolicismo. Aspectos sociales del dogma", que -cito de memoria, no tengo aquí la obra- "puede que exista un humanismo ateo, pero si existe se vuelve contra el hombre".

    Esa es la gran afirmación que concluye todo.

    Saludos.

    ResponderEliminar
  7. Magnífica la cita de De Lubac. Si existe un humanismo sin Cristo, se vuelve contra el hombre.

    Así es. La pura verdad, y la historia misma lo atestigua.

    Muchas gracias y un abrazo

    ResponderEliminar