
por una lado, es teologal, infundida por Dios.
Por otro lado, es personal, engloba todos los aspectos de la individualidad y exige adhesión totalizadora.
Por último, es eclesial. Se recibe de la Iglesia, la Iglesia la alimenta con la Gracia, la Iglesia la educa y forma.
De estos tres aspectos esenciales, el primero, cronológicamente, es el eclesial.
Con el eclesial, simultáneamente, procede el teologal.
Y finalmente es personal, y de lo personal se extiende, en el tiempo y el espacio, hacia la inter-personalidad, haciéndose poli-lógica:
influye en todos los miembros del Cuerpo Místico, y de la Comunión de los Santos recibe constantemente alimento sobrenatural.
En definitiva, la fe es eclesial, porque es teologal. Y por ser eclesial es personal mas no individualista, sino interpersonal. Es socialmente personal, que diría De Lubac. ¡Paradoja! Y a esta personalidad no meramente individual se la puede denominar SOCIAL-SACRAMENTAL.
Por tanto, nada menos individualista que la fe.
Que al hacerse operativa por la caridad, se vuelve acción salvífica: de su interpersonalidad emerge su potencia salvadora extensible a la Sociedad del Espíritu que es la Iglesia.
De forma que de la fe de uno, depende la salvación de otros, como afirma la Mystici Corporis.
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