martes, 4 de enero de 2011

Sabiduría es más que entendimiento

Somos sabios por impetración. Mucha cultura no hace un sabio. No por mucha teología comprendemos mejor los designios del Señor en nuestra vida y nos amoldamos amorosamente a ellos. No es sabio el que mucho conoce, sino el que gusta y saborea la Verdad del Logos en sus causas y principios, Cristo mismo. Un hombre sencillo y sin estudios, pero muy santo, es más sabio que un teólogo del mundo. La sabiduría es el más importante de los dones.

Si le pedimos al Señor su sabiduría y aceptamos su luz de forma amorosa y confiada, no seremos como los sabios de este mundo. Seremos sabios como Cristo es sabio, porque habremos recibido de Él nuestra sabiduría.


Si el Señor nos habla y queremos escucharle y le escuchamos, actuamos con sabiduría. Digo actuamos, porque, además del entendimiento, va implícita la voluntad, tras la Gracia, en el acto de sabiduría.

La imitatio Christi, nos enseña en el cap.43 que el Señor eleva la mente de los humildes, de forma que penetran más profundamente en la verdad que un sabio de este mundo estudiando, durante años, la ciencia de este mundo.

El Señor enseña sin polémica de argumentos, introduce, por la caridad, en nosotros su sabiduría para pacificarnos en Él. Eleva la mente. Primero, porque la sobrenaturaliza por la Gracia. Segundo, porque la orienta hacia Dios. Tercero, porque la despega de los objetos de la tierra. No extraña el odio inmenso que Nietzsche profesaba a la Imitación de Cristo. Porque su filosofía se fundaba en exaltar al hombre y la sabiduría del hombre. Y el Kempis enseña que el hombre no es sabio sino Dios, que hace sabio al hombre por Cristo.

Existe la obediencia de la fe y la obediencia del corazón, que se nutre de la caridad. Cuando el entendimiento no entra en disensión con la sabiduría de los humildes, la caridad de Cristo empuja al entendimiento a abrirse a la Voluntad de Dios, y comprendemos lo que Cristo quiere que comprendamos. Así la voluntad corre en auxilio del entendimiento.

Parece que la sabiduría es sólo un acto muy cualificado del entendimiento. Pero lo es tan sólo en cuanto se refiere a su capacidad de jucio. En cuanto a que dirige nuestros actos al cumplimiento gozoso de la Palabra de Dios, la voluntad abre la puerta del alma al Logos de la Gracia, y abre acceso a la contemplación amorosa de fundamentos y princpios. Por eso es también un acto de la voluntad en sinergia con la Gracia. (Teología de la Perfección cristiana, Royo Marín, pág. 487)

Parece que la sabiduría perfecciona sólo el saber, pero perfecciona principalmente la caridad. Pues el hábito por el que juzgamos rectamente las cosas de Dios, con juicio que da gozo y fruición, es el don de la sabiduría, que orienta los actos humanos a la contemplación de Cristo. La sabiduría, pues, como la obediencia, se asienta, en cuanto que juzga, en el entendimiento, pero en cuanto que juzga amorosamente y con fruición sobrenatural, en la voluntad.

Parece que el fundamento de la obediencia es la razonabilidad de la orden del superior, pero no es este su fundamento, sino la autoridad del superior. Si el superior es Cristo, la obediencia a Cristo es obediencia divina, pues el superior es divino. Si, por delegación, la obediencia se refiere a Cefas, al Papa, la obediencia sigue siendo divina, pues el fundamento de la obediencia al Papa es la autoridad de Cristo. Del mismo modo, el fundamento de la sabiduría es Aquel de la cual procede como el mandamiento procede del que manda, o la orden del superior. Somos sabios porque Cristo nos da de su sabiduría y su autoridad (de augere) nos hace crecer y progresar en luz de amor.

Por eso el acto luminoso más perfecto es la obediencia de sabiduría. Esto es, la ductilidad de nuestra voluntad a la Palabra de Dios. Nuesta ductilidad a la Gracia es el acto más perfecto y sabio que existe. Y la ductilidad es obediencia que proporciona luz y acción luminosa al mismo tiempo.


LAUS DEO VIRGINIQUE MATRI

1 comentario:

  1. Evidentemente, el entendimiento no es sabiduría, aunque la sabiduría nos pueda llevar al entendimiento. Sabiduría y entendimiento son dones diferentes del Espíritu. Igual que sucede con la piedad y temor de Dios. Que no son lo mismo, pero un don puede conducir al otro.

    La obediencia es una virtud con un perfil escatológico nada desdeñable. Escatología que se fundamenta en el "ya si, pero todavía no".

    La obediencia al superior nos prepara para la verdadera obediencia, que es la que debemos a Dios. Al superior podemos intentar entenderle y razonar sus decisiones... pero con Dios solo podemos depositar nuestra voluntad en sus manos. Sus designios son muchas veces inescrutables.

    Que los sabios Magos de oriente rueguen por nosotros a Dios. :)

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