domingo, 4 de septiembre de 2011

Cosas heroicas y pequeñas

Cosas pequeñas, Señor, son las que Tú tenías destinadas para mí. Creí estar llamado a cosas grandes y heroicas, pero era otro el camino que ideaste para mí.

La voz que en la mañana se despide con ternura; esa voz querías para mí. La dulce flor que un pequeño tiesto brota, esa flor querías para mí. La tierna mirada a unos niños que sufren y que anhelan... Esa mirada querías para mí.

Cosas que nunca se entienden ni se aceptan si no es con tu Gracia. Esas cosas querías para mí.

Las largas esperas de nueve meses y los largos sueños del bebé que duerme. Las suaves palabras de una madre que en su corazón todo lo tiene y se abre. Esas palabras, esas esperas querías para mí.

Cosas pequeñas, Señor, son las que Tú tenías destinadas para mí. Creí que estaba destinado a cosas grandes y heroicas, y ¡así ha sido! Tus cosas, Señor, tus cosas. Con ellas me has complacido, grandes cosas me has dado, Señor, pequeñas rosas en su tiesto azul, que riegas Tú, que eres su savia y su Luz.


Pequeñas cosas heroicas con ojos de niña que llora, con ojos de esposa que adora, cosas grandes y heroicas bajo este sol del hogar, que todo lo alumbra y lo dora. Una empresa muy grande, ¡grandiosa!


Pues quiero seguirte. Adonde Tú vayas quisiera ir yo. Otros irán delante de mí, más cerca de Ti. Yo me conformo con seguirte, a paso lento, enredado en estas cosas, pequeñas, difíciles, heroicas. No puedo aspirar a otras. A lo mejor, en un descuido, alcanzo a tocarte, a rozar tu vestido y a mirarte, o a decirte: aquí estoy, mira, he intentado realizarlas aquí, detrás de Ti, en esta casa y a esta hora.

Cosas pequeñas y heroicas, Señor, que hago por Ti.

¡Teselas de tu mosaico infinito, inconmensurable, sin fin!

2 comentarios:

  1. Hacer la voluntad de Dios en todo es lo único importante. Además, lo que de verdad colabora al sostenimiento de la Iglesia es la expiación: "completo en mi carne lo que falta a los padecimientos de Cristo en favor de su cuerpo, que es la Iglesia" (Col 1,24). Cumplir nuestros deberes de estado es hacer la voluntad de Dios, seguro.

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  2. Es lo único importante, desde luego.

    A veces es difícil acertar en el discernimiento de lo que es o no voluntad de Dios.

    Sin embargo, siempre que cumplimos con amor nuestros deberes de estado, sabemos que hacemos la voluntad de Dios, tan claro y cierto es. Aquí no hay dificultad, porque es evidente que Dios nos manda gracias para ser santos a través de nuestro estado de vida.

    Un abrazo y muchas gracias por tu comentario.

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