miércoles, 27 de octubre de 2010

La Madre y el camino.

Me levanté temprano e hice oración, ofreciéndome a Cristo. En el camino a la estación estuve adorando y dando gracias, con el Rosario de mi madre en la mano.

En el tren, Santo Tomás. Como siempre. Es el mejor guía para evitar el modernismo. Prevée todos los senderos erróneos, sabe por qué atajos esperan los lobos, hacia qué luz dirigirse y qué sombra evitar.

Camino del colegio estuve observando las redondas cápsulas seminíferas del Jacaranda mimosifolia, delicado y exuberante, esparcidas por el suelo. Antiguamente se usaban contra las amebas. Llueven sus flores lilas. Un mirlo canta entre ellas.
Las madres con sus hijos van despacio hacia el colegio. Los niños llevan las mochilas y las madres les animan constantemente a avanzar.

Yo también camino hacia mi destino con la mochila llena. Y también tengo una Madre que me empuja, que alivia mi carga y que me impulsa amorosamente a caminar.

1 comentario:

  1. Es exactamente así, Ella nos mueve con su dulzura para que nos esforcemos en seguir, para que no nos quedemos atrás, para que lleguemos a tiempo, para que entremos por la puerta estrecha, para que hagamos lo que Cristo nos dice.

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