domingo, 30 de enero de 2011

Testigos de la Verdad Completa (viejos y nuevos errores, II)

¿Para qué somos enviados al mundo los cristianos?
Para dar testimonio de la Verdad,
es decir, testimonio de Cristo, que dijo de sí mismo:
Yo soy el Camino, la Verdad y la Vida (Juan 14, 6).

Los cristianos, pues, creemos que existe una verdad absoluta, un camino y modo de vida verdaderos, y una Vida que no es cualquier vida, sino aquella que es anticipo de la eterna y que nos hace, por la Gracia, ciudadanos del Cielo (y no de este mundo, en que estamos tan sólo de paso y como extranjeros)

Por esto, cuando escuchamos a otros católicos afirmar cosas gravemente erróneas con gran convicción, lamentamos no puedan, de esta forma, dar testimonio de esa Verdad completa y sin merma que es Cristo mismo.

Semanas atrás, conversando y recordando conversaciones con personas de mi entorno, he estado reflexionando acerca de las graves consecuencias de abandonar el Magisterio inerrante de la Iglesia:
la inteligencia de las cosas sagradas y los misterios de nuestra Religión se ofusca y vuelve vulnerable a viejos errores, que regrasan aliñados de New Age.

Hace poco debatí con un viejo conocido acerca de la Comunión Eucarística.

Me manifestó que él, aunque no creía que Jesús estuviera presente en el Pan Eucarístico de forma real y completa, creía que la comunión le proporcionaba una especie como de fuerza moral para hacer el bien. Pero que era solamente eso, una fuerza.

Esta idea me recordó la falsa doctrina de los energetistas, discípulos de Calvino y Melanchton, que negaban la transusbtanciación y sostenían que bajo las especies eucarísticas sólo se hallaba la energía de Cristo, su fuerza, pero no a Jesucristo mismo, en cuanto persona, entero, con su Cuerpo, Sangre, Alma, Humanidad y Divinidad.

Tras exponerle la doctrina verdadera y prosiguiendo el debate, esta persona afirmó, para hacer frente a mis objeciones, que el Cuerpo de Cristo puede estar en el pan eucarístico, pero que es "evidente" que el pan no desaparece, que hay verdaderamente pan, y que puede aceptarme en todo caso que Cristo está pero bajo la sustancia del pan, como oculto tras ella, porque el pan sigue siendo pan en sí mismo.

Cae, con esta afirmación, en la muy antigua herejía de la impanación, que afirma esto mismo.

Le hice ver su error, y pasó a afirmarme, algo nervioso, que entonces, a lo sumo, podría creer que Jesús se ha unido a la sustancia del pan, a la manera de una suma de sustancias, cayendo, así, en el error jacobita.

El Concilio de Trento aclaró esta vieja cuestión:
"Si alguno dijere que en el sacrosanto sacramento de la Eucaristía permanecen las substancias del pan y del vino juntamente con la sangre y el cuerpo de Nuestro Señor Jesucristo, sea anatema"

Y es que las palabras del Señor son muy claras:

Esto es mi cuerpo.

La palabra es tiene tal fuerza, que expresa con nitidez diamantina que toda la substancia de Cristo está presente ahí, como un ser nuevo. Si aún permaneciera la substancia del pan, no habría asegurado el Señor: Esto es mi cuerpo.

Ni tampoco todo esto:

El pan que yo os daré es mi carne, vida del mundo (Jn 6,51),

En verdad, en verdad as digo que, si no coméis la carne del Hijo del hombre y no bebéis su sangre, no tendréis vida en vosotros (Jn 6,53).

Mi carne es verdadera comida y mi sangre es verdadera bebida (Jn 6,55).

Son palabras muy claras que nos hablan del Misterio verdadero de Cristo, que nos sana con su Carne y su Sangre. Y si nos sana es porque estamos enfermos y necesitamos infinitamente más que tecnicas new age de autoayuda o un suministro de energía moral.

Son viejos errores que vuelven porque proceden de nuestra soberbia racionalista y antropocéntrica, que nos hace creer que nosotros solos podemos, si queremos.

Pero la realidad es bien distinta: sin Cristo, sin su Carne y su Sangre, nada podemos, porque sin la Gracia Sacramental del Señor estamos perdidos.


LAUS DEO VIRGINIQUE MATRI

8 comentarios:

  1. Me parece que tu amigo podía estar creyendo verdaderamente en la transubstanciación. Es por una falta de formación religiosa adecuada por lo que se cometen estos errores, y es un error frecuente. Más que error, es una confusión de términos.

    Actualmente, cuando se habla de sustancia, todo el mundo -salvo los que sois filósofos- piensa en la acepción científica de sustancia. Es decir, la sustancia del agua es H2O. La del pan son moléculas de almidón de trigo.

    Tu amigo, cuando dice que Cristo está "bajo la sustancia del pan", es muy probable que nos e refiera a la substancia en sentido filosófico. Lo que quizá quiera decir él, con palabras un poco ambiguas el que el Pan Eucarístico sigue teniendo moléculas de almidón de trigo, aunque sea Cristo. Eso es exactamente lo que pasa, y eso es la transubstanciación, la recta doctrina cristiana.

    Como nadie nos ha explicado bien estas cosas, y no me explico por qué no se las enseñan a los niños en el colegio o en cataquesis, la mayoría de las personas se lía con el término filosófico "substancia", y se creen que lo que dice la Iglesia es que la composición molecular del pan varía. Como esto es evidentemente contrario a la experiencia directa, crea dudas y confusión en muchas personas.

    No es así. El Cuerpo de Cristo en la especie de Pan sigue teniendo moléculas de almidón de trigo, y el que está bajo la especie de Vino, sigue teniendo alcoholn etílico, etc. Si

    Simplemente, ese Pan, aunque conserva toda la forma y la composición molecular del pan, ya no es pan, sino el Cuerpo de Cristo, Cristo mismo.

    ResponderEliminar
  2. Puede ser que sea como tú dices. El problema de mi amigo es que hay leído muchos libros de teólogos, pero no el Catecismo, no la Tradición, etc. Y al parecer no tiene mucho interés, por más que le he motivado a hacerlo.

    Y si piensa que el pan Eucarístico es pan, y sigue siendo pan, aunque pueda tener algo de Cristo, o a Cristo añadido u oculto, no puede creer la verdad completa.

    Debe aceptar que el pan Eucarístico es Cristo, aunque tenga apariencias (incluso apariencias moleculares) de pan.

    Es urgente que los laicos, y más si son catequistas, adquieran una sólida formación doctrinal, desde luego.

    Un abrazo en Cristo, desde María

    ResponderEliminar
  3. Es que yo mismo, de joven, tuve esa dificultad. El problema es que la formación religiosa de uno debe estar ala altura de su formación en las otras áreas del saber.

    Hoy, que a todos los niños se les enseña en el colegio el concepto de composicón química de las cosas, en Religión se les debe informar de cómo se compagina eso con la transubstanciación.

    Yo, de adolescente, no sabía si el Cuerpo de Cristo y su Sangre seguían teniendo composición química de pan y vino. Es más, me parecía que pensar eso tal vez fuera contrario a la doctrina que me habían enseñado (cuando no es así). Pero claro, por otra parte, notaba que el Cuerpo de Cristo tenía sabor de pan y textura de pan, y eso me preocupaba.

    Lo que hay que decir es que, aunque el Cuerpo de Cristo se vea como pan, sepa como pan, siga formado por moléculas de almidón de trigo, etc., y la Sangre se vea y sepa como vino, siga teniendo alcohol etílico, etc., y nada, ni en su apariencia ni en su composición química, haya cambiado, ya no son pan y vino, son Cristo mismo porque Cristo, por la palabra del sacerdote y en cumplimiento a lo que Él mismo prometió, se ha unido a esas sustancias químicas, que ahora dan forma material a su Cuerpo y su Sangre Eucarísticos.

    ResponderEliminar
  4. Sí, es verdad lo que dices.

    Pero el caso es distinto. Tú eras un joven sin formación religiosa adecuada. Esta persona es un adulto (y catequista, hace tiempo) que aprende lo que es la Eucaristía en libros de teólogos poco ortodoxos.

    Recuerdo los antiguos devocionarios, misales y catecismos, lo claramente que explicaban estos misterios, y para todo tipo de personas.

    Yo creo que leer libros confusos produce una confusión doctrinal que impide la verdadera formación, que siempre es sencilla pero profundísima.

    Lo que esta entrada quería expresar es que debido a no contar con el Magisterio de la Iglesia la verdad se nos va de las manos, nuestro lenguaje es equívoco, y nos exponemos a caer en errores muy viejos contra los que los santos ya lucharon en su día. La Tradición nos cuenta cómo los Padres y los Doctores refutaron estos errores.

    Si en lugar de leer a teólogos de moda se leyera a los Padres de la Iglesia, estos errores, que se defienden con obstinación, no regresarían una y otra vez al pueblo cristiano.

    ResponderEliminar
  5. Que el pan ya no sea pan, sino Cristo, aunque conserve las apariencias (incluso moleculares) de ese pan que ya no es...¡Qué misterio tan tremendo! Y tan necesario para salvarnos.

    ResponderEliminar
  6. Hace un par de años asistía a las catequesis paralelas de padres que se realizan a la vez que las catequesis de primera comunión.

    Al tratar el sacramento de la Eucaristía, un padre preguntó al catequista si la Iglesia seguía creyendo en que pan y vino son cuerpo y sangre de Cristo.

    Al catequista dijo que "por ahora" seguía siendo así. No supo dar más razones y salió del asunto cambiando rápidamente de sacramento, ante mi asombro.

    Algo parecido me pasó en las catequesis con confirmación, en las que me "gustaba" poner en aprietos al catequista, preguntándole las razones y fundamentos de lo que decía. El pobre terminaba saliendo por donde podía, ya que desconocía estas razones. Tuve luego que investigar años, por mi cuenta, todas estas cosas.

    En resumen. La Iglesia es temeraria cuando delega la responsabilidad de las catequesis en personas voluntariosas, pero sin la formación suficiente. Al final las catequesis se convierten en sesiones de animación comunitaria carentes de fundamentaciones. Y no digo que a los niños haya que darles teología... como suelen echar en cara los catequistas cuando tocas el tema. Sino que se les dé razones y razones en consonancia con la Tradición, doctrina y magisterio.

    Ahora. Si la Iglesia sigue adelante con tan deficientes marineros, es que el timonel sabe lo que hace. Cristo no nos deja de su mano.

    Un abrazo en Cristo a ambos :)

    ResponderEliminar
  7. Tienes razón, Miserere, en que Cristo no nos deja de su mano.

    Y en que la formación de los catequistas es fundamental y urgentísima. Muchos males que padece la Iglesia se podrían haber evitado si no se hubiera permitido que personas confundidas o sin formación fiel al Magisterio accedieran a puestos de enseñanza.

    Gracias por tu comentario, y un abrazo en Cristo, desde María Inmaculada

    ResponderEliminar
  8. Hay que evitar leer libros confusos porque, como dices, produce una confusión doctrinal que impide la verdadera formación. Un libro es un alimento espiritual, hay saber si está en buenas condiciones o está adulterado. Hay que ir a las fuentes seguras. Gracias.

    ResponderEliminar