lunes, 19 de septiembre de 2011

Tú solo no puedes

¿Crees que puedes encaminarte tú solo hacia tu objetivo,

superar las pruebas que te asalten por el camino, respetar la Palabra de Dios y obedecer su Santa Ley, purificarte y sanarte tú mismo y tú solo tus propias heridas?

¿Crees que puedes ser feliz a tu manera?

¿Salvarte tu solo?

¿Santificarte por ti mismo, por tus propios planes, programas, acciones, deseos?

¿Crees que puedes, por ti mismo, ser buen esposo, buena esposa, sacerdote ejemplar, religiosa feliz, adolescente estudiante, teólogo fiel, trabajador honesto y padre leal de tus hijos?

¿Crees que puedes descubrir tú solo cómo alcanzar una absoluta verdad y salvarte por ella?

¿Crees que puedes?

Pregúntale al Señor.

Abre la Escritura. Evangelio de Juan, capítulo 15, versículo 5.

Date cuenta de esto. Si lees atentamente el Evangelio, comprobarás que los discípulos del Señor, en cuanto humanos, se plantearon más de una vez lo mismo que tú. Fíjate en Pedro: le aseguró al Señor su lealtad: --"yo nunca te negaré Señor...", "Daré la vida por Ti..." ¡¡Y le negó tres veces y más que nadie le negó, excepto Judas!

Cuánta soberbia en nuestra carne: creemos que podemos, creemos que querer es poder...

Me imagino que más de una vez los discípulos de Jesús habrían alardeado de cuánto iban a hacer por él: dar la vida en su Nombre, por ejemplo.

Y alardeando alardeando se encontraron con la Palabra de Nuestro Señor. Esta que yo mismo te recomiendo.

No lo olvides: Juan 15, 5.

Memorízala, que se te quede grabada muy dentro. Te la dice el Señor.

Para que nunca más confíes en ti mismo por ti mismo y con tus fuerzas naturales, ni en tu voluntad de hijo de Adán, ni en lo esforzado y estupendo que crees que eres sin el auxilio permanente y constante de Cristo.

Mira, nos la dice a nosotros, hoy mismo. A ti, que crees que si quieres puedes tú solo contigo y por ti mismo, escucha lo que te dice Jesucristo el Señor:

"Sin Mí, no podéis hacer nada".

Nada.

Así de tajante. Sin el Señor, sin su Gracia,

no podemos en orden a nuestra salvación hacer nada. Juan 15, 5. Nada saludable, sanante, salvífico y dichoso, permanente, seguro, verdadero y estable, gozoso, profundo y feliz... nada.

Por eso, no lo dudes: acude a la Santa Misa. Aliméntate del Señor. Comúlgale. Lee Escritura y Tradición (Padres y Doctores de las Iglesia) de día y de noche.

Vive de la oración. Confiésate.

Y vive. Vive en Cristo.

Que Cristo-Liturgo (Cabeza viva de la Iglesia orante por ti)

viva en ti más que tú mismo. Y así podrás hacer tuyas las palabras del apóstol, Filipenses 4, 13:


Todo lo puedo en Aquel que me conforta


Bendito sea Dios y su santa Gracia.


¡¡Laus Deo Virginique Matri!!

2 comentarios:

  1. Cercano Alonso:
    Como siempre tus palabras me consuelan y animan en el Señor.
    Vivir colgado de Jesucristo... Esa es la Verdad!!!
    Sin dejar de mirarlo igual que San Pedro cuando anda por encima de las aguas... Pero el tentador siempre nos invita a mirarnos a nosotros, a nuestras fuerzas...
    Animo!!!

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  2. Cercano Cornelio,

    como siempre, tus comentarios me animan y consuelan en el Señor a mí también.

    Como muy bien dices, sin dejar de mirarlo, igual que San Pedro cuando anda por encima de las aguas"

    Cornelio, vivamos siempre y a todas horas colgados de Jesucristo, el Señor, bendito sea nuestro Salvador!!

    Nada temamos!

    Un abrazo muy fuerte, y que sigas sembrando rinconcitos donde quiera que vayas,

    yo iré a visitarte con mis alumnos, si hace falta, cuando tú digas!! Dime cuándo y dónde, y allí estaremos!

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