miércoles, 7 de marzo de 2012

Que no hay justicia sin Dios

Dice Honigsheim sobre Max Weber:

Tenía un sentido demoníaco de la justicia”.

Pero, ¿cómo es posible esto?

Más allá de la hipérbole injusta sobre el filósofo, y en un sentido objetivo, ¿es posible que la justicia se vuelva demoníaca?

Es posible ciertamente que la virtud de la justicia deje de ser justa. Paradoja.

Y es que ninguna virtud lo es

si no procede de la prudencia sobrenatural,

que guía todas nuestras acciones hacia el Corazón de Cristo.

Pues bajo la ley de la Gracia el Amor de Dios es siempre lo primero

y la justicia sin Dios se vuelve inhumana.

Por eso, cualquier acto bueno puede devenir en malo, y en muy malo, si no es prudente,

y aún más, en demoníaco,

si contiene un rechazo implícito o explícito de Dios, que es el Sumo Bien.

Weber afirmaba que el síntoma esencial del nihilismo moderno es el desencanto de la existencia, la pérdida del sentido del Misterio, que pervierte toda relación del ser humano con lo transcendente.

Y en este línea, ¿no es lógico suponer que una justicia que pierde el sentido de la misericordia divina, y se vuelve desencantada de lo humano, por desencantarse de Dios,

se vuelva radicalmente demoníaca?

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