martes, 2 de noviembre de 2010

Canto de la Barca Pequeña

Que yo te siga hasta la muerte, Señor,
y nada en tu camino me detenga.

Que cual coral que al aire se endurece
sea mi alma verdad que permanece,
honda que al gigante llega, alcanza y vence.

Que nada me detenga.

Que cual la luz que a medianoche se despega
sin importarle ser única estrella,
sea crisol que al oro imprima forma,

y no le importe el dolor,
que todo lo deforma.

Que no haya abismo aque me apabulle,
ni tempestad que me detenga.
Que no haya bien
que con tu fuerza no conquiste,
ni mal que sin tu gracia me someta.

Que me acostumbre,
a viva fuerza,
al puente caído,
al paso quebrado, a la marea violenta,
a vivir sin asidero, salvo en Ti
¡Que nada me detenga!

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