sábado, 13 de noviembre de 2010

La ley y la naturaleza no justifican

Una gran parte de los católicos de hoy en día ha dejado de creer en la Redención.

Esto es un hecho incontestable.

No hay más que escucharles dar razones de su fe para comprobar cuánto se ha mundanizado esta y se ha convertido en una simple ética natural que hace innecesario el sacrificio redentor de Cristo.

Se habla mucho de solidaridad, de hacer esto y lo otro, de fraternidad... sin fe, sin Gracia.

El Concilio Tridentino, sin embargo, enseña de forma inerrante que:

la naturaleza y la ley no pueden justificar a los hombres.

Ante todas estas cosas declara el santo Concilio, que para entender bien y sinceramente la doctrina de la Justificación, es necesario conozcan todos y confiesen, que

habiendo perdido todos los hombres la inocencia en la prevaricación de Adán, hechos inmundos, y como el Apóstol dice, hijos de ira por naturaleza, según se expuso en el decreto del pecado original;

en tanto grado eran esclavos del pecado, y estaban bajo el imperio del demonio, y de la muerte, que no sólo los gentiles por las fuerzas de la naturaleza, pero ni aun los Judíos por la misma letra de la ley de Moisés, podrían levantarse, o lograr su libertad;

no obstante que el libre albedrío no estaba extinguido en ellos, aunque sí debilitadas sus fuerzas, e inclinado al mal.

Y sigue explicando:
CAP. II. De la misión y misterio de la venida de Cristo.
Con este motivo el Padre celestial, Padre de misericordias, y Dios de todo consuelo, envió a los hombres, cuando llegó aquella dichosa plenitud de tiempo, a Jesucristo, su hijo, manifestado, y prometido a muchos santos Padres antes de la ley, y en el tiempo de ella,
para que redimiese los Judíos que vivían en la ley, los gentiles que no aspiraban a la santidad, la lograsen,
y todos recibiesen la adopción de hijos.

A este mismo propuso Dios por reconciliador de nuestros pecados, mediante la fe en su pasión, y no sólo de nuestros pecados, sino de los de todo el mundo

Si no tenemos fe en la Pasión, como dice el Concilio, nos quedamos a solas con nuestra naturaleza caída, cuyas obras naturales, por muy solidarias y fraternales que sean, no pueden justificarnos.

Esto es así, y tanto es, que, de no ser así, no habría enviado Dios a su Hijo para pagar por nosotros, es decir, para satisfacer, para merecer por nosotros.

Es de vital importancia tener un conocimiento exacto de esto, porque de él depende mucho, depende nuestra vida.

A estudiar esto en profundidad vamos a dedicar las próximas entradas.

2 comentarios:

  1. Muy buen enfoque del tema Alonso :) Enhorabuena.

    El ser humano del siglo XXI, pleno de capacidades y con todas sus necesidades básicas resueltas... le resulta muy complicado entender el concepto de redención y el de salvación.

    ¿De qué hemos sido redimidos?¿De qué tendríamos de salvarnos? Esto no es fácil de explicárselo a quien no siente en su interior la necesidad de Dios y desconoce su propia naturaleza humana.

    Por eso la sociedad moderna está tan interesada en saciar nuestras necesidades innatas y en crearnos nuevas necesidades... necesidades nuevas que son además de rentables, esclavizadoras.

    Un abrazo :)

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  2. De acuerdo contigo. Dices:

    "¿De qué hemos sido redimidos?¿De qué tendríamos de salvarnos? Esto no es fácil de explicárselo a quien no siente en su interior la necesidad de Dios y desconoce su propia naturaleza humana."

    Desde luego, no es fácil, por el hombre carnal, como dice el Apóstol no siente según el hombre interior, no entiende las cosas espiritualmente, de aquí la dificultad. Y la clave está en lo que has dicho: "desconoce su propia naturaleza humana".

    Un abrazo.

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