lunes, 22 de noviembre de 2010

Ver a Dios por la Gracia, permaneciendo en su Palabra

El que obra el bien es de Dios; el que obra el mal no ha visto a Dios dice el Espíritu en 3 Juan 11.

¿Cómo es que dice Juan "no ha visto a Dios", si a Dios nadie le puede ver?

Porque lo dice como si dijera: no cree en Cristo. Porque, para nosotros, ver a Dios es ver a Cristo por la fe, primero, en cuanto fundamento y principio; y por la Gracia, después, en cuanto nueva vida en su Cuerpo.

Todo esto se concentra en lo siguiente:

el que obra mal no ha visto a Dios por la Gracia de su Cuerpo, que es la Iglesia. Pues ver a Dios por la Gracia es estar en Cristo y ver el mundo de manera sobrenatural. es decir: ver sacramentalmente a Dios.

Mirad por vosotros, para que no perdáis el fruto de vuestro trabajo. (2 Juan 8).

No está hablando de un trabajo cualquiera. Está hablando de un trabajo por el cual vemos a Dios, es decir, un trabajo por Cristo. Pues el fruto principal de nuestro trabajo en Cristo es el aumento de su Vida en nosotros, es decir, de la Gracia.

Velemos, nos dice Juan, para no perder la Gracia, pues en Gracia es como si viéramos a Dios y nuestra trabajo da fruto que no se pierde, fruto para la eternidad.

Todo el que se sale de la doctrina de Cristo y no permanece en ella no posee a Dios. (2 Juan 9)

¿Cómo es que dice Juan "no posee a Dios", si a Dios no se le puede poseer?

Lo dice como si dijera: no está en Gracia. Porque estar en Gracia es tener la vida divina en nosotros. Es poseer por participación a Dios.

Fíjate de lo que está hablando Juan: de la salirse de la doctrina de forma que se pierda la Gracia.
Porque quien permanece en la doctrina, ese posee al Padre y al Hijo (2 Juan 9).

Pues el Hijo, por el Espíritu, es Palabra del Padre. Y quien no posee la Palabra del Padre, que es el Hijo, es decir, quien no posee la doctrina del Hijo, no está en Gracia, porque sólo en Gracia abandonamos nuestra propia doctrina humana y recibimos libremente la doctrina del Hijo.

¿Cómo puede ser esto así? Porque con la Gracia llega a nosotros el Espíritu, y es el Espíritu Quien abre nuestra inteligencia para comprender la Palabra del Padre, que es el Hijo.

Y es que el Espíritu de la Verdad es el alma de toda palabra verdadera, de toda obra buena en Gracia. ¿Podemos permanecer en Cristo negando la palabra del Padre que el pronuncia?

Juan recapitula todo esto en una sóla máxima:

que caminéis en el amor (2 Juan 6).

Pero no un amor cualquiera, sino un amor que permanezca en la Palabra, que posea a Dios. Es decir, la caridad. Un amor por el que veamos a Dios, es decir, un amor a la manera del amor de Cristo, pues sólo Cristo puede ver plenamente a Dios.

Permanezcamos, pues, sacramentalmente en la Gracia, para ver a Dios por la fe en Jesucristo, permaneciendo día y noche en su Palabra.



LAUS DEO VIRGINIQUE MATRI

1 comentario:

  1. Tienes razón... Dios es inabarcable e incontenible. Pero, dado que somos templos de Espíritu Santo, tenemos en nuestro interior el reflejo de Dios.

    Creo que San Juan se refería a este reflejo de semejanza más que a Dios en si mismo. Sería absurdo querer meter a Dios dentro nuestra. En el mejor de los casos, podemos aspirar a que Dios sea el que nos contenga. Ser nosotros parte de la Verdad.

    Otro tema es el Amor. Dios es Amor, pero no amor humano, limitado, emotivo e interesado. Dios es Amor inabarcable y desinteresado. Igual que antes, a los sumo podemos esperar caminar en el Amor de Dios. Es decir, caminar hacia Dios y hacia los que nos rodean.

    Preciosa reflexión. Gracias ;)

    Un abrazo en Cristo :)

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