sábado, 5 de febrero de 2011

Caminos de Salvación en lo más profundo del bosque

1. Sirvamos con temor y temblor la Gracia de Cristo, permaneciendo emboscados del mundo, habiendo escapado de sus corrupciones (2 Pe 2, 20) No firmemos pacto alguno con el Leviatán, porque al príncipe de este mundo no hay contrato alguno que le calme y satisfaga, sino el de la pérdida de nuestras almas. Embosquémonos, demos por perdida nuestra vida a este siglo, vivamos aquí a la manera del que habita un refugio de Gracia en el bosque gris del mundo, perdidos a este tiempo.

No comamos los frutos de este mundo, despreciemos sus goces, sus sueños sembrados como hongos sobre cádaveres nonatos de inocentes.

2. No aceptemos las fórmulas equívocas de un cristinanismo descristianizado. A cuantos estamos inmersos en iglesias locales debilitadas por la soberbia desobediente al Magisterio, la devaluación pelagiana de la Gracia, la extensión masiva del error antropocéntrico, nos queda la perseverancia sobrenatural, el ardoroso fervor, las nobles armas de Cristo (Ef 6 , 12-18), la oración impetratoria y los divinos sacramentos. Dejemos a un lado del camino, donde reina el señor del bosque, a todos los maestros del error, a los embaucadores de sombras, a los sofistas ladrones de almas. Fieles a la Palabra del Señor, permanezcamos firmes y leales a su Cuerpo y a la Piedra en que se edifica el Reino de la Luz, que se construye en Pedro.

3. Tomemos a los santos y a los niños por intercesores, a los obedientes, a los sencillos, a los justos, a los que tienen espíritu de pobres. Pidamos intercesión a aquellos que son del agrado del Señor, aquellos cuya conducta refulge como una ciudad en lo alto del monte. Sabemos que los niños, los obedientes, son los más gratos al Señor. Tomémoslos como intercesores, pues el Señor escucha a los niños, y no a los sabios de este mundo.

4. Oremos por todos los que desconocen o no quieren conocer al Señor de la Vida. Demos la vida por la salvación de los pecadores, a la manera del Hijo de Dios. Sacrifiquémonos por la conversión de aquellos por los que lloró la Inmaculada:

"Sacrificaos por los pecadores y decid muchas veces, y especialmente cuando hagáis un sacrificio: Oh Jesús, es por tu amor, por la conversión de los pecadores y reparación de los pecados cometidos contra el Inmaculado Corazón de María". Y tomando un aspecto muy triste, la Virgen añadió: "Rezad, rezad mucho y haced sacrificios por los pecadores, porque muchas almas van al infierno por no tener quien se sacrifique y rece por ellas".

5. No pongamos nuestros ojos en las cosas visibles, sino en las invisibles, pues la visibles son temporales, pero las invisibles son eternas (2 Cor 4, 18). Del optimismo naturalista, de la mirada ingenua y complaciente hacia las realidades sensibles, del humanismo que todo lo ve bien excepto el sufrimiento, liberemos nuestra mente y voluntad. No nos conformemos a este mundo (Rm 12, 2). Pues solamente quien no es de este mundo puede transformarlo y restaurarlo en Cristo,

sólo quien está perdido para el mundo puede salvar y traer luz al mundo, puede impregnarlo de Aquel que ya lo ha vencido y se ha entregado en rescate. No tengamos miedo a no ser como todos, como el mundo entero lo es. Sólo estamos de paso y somos forasteros en este bosque. Nuestra patria es el cielo, en que vivimos por la Gracia, y somos ciudadanos celestes.

Esta es la victoria que vence al mundo: nuestra fe (1 Jn 5, 4)

LAUS DEO VIRGINIQUE MATRI

1 comentario:

  1. Me uno a tu oración por todos aquellos que no quieren conocer y/o aceptar a la Iglesia como Maestra y Madre. Dios les ilumine y nos permita entrar en comunión. Amén

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