miércoles, 23 de febrero de 2011

Preparémonos dichosos para el odio del mundo

La Sagrada Escritura nos dice lo que Jesús quiere que hagamos:

"no hagáis lo que queréis" (Gálatas 5, 17)

Nos dice el Espíritu Santo que no hagamos lo que nosotros queremos. ¿Por qué? Porque no somos de nosotros mismos, sino de Cristo, y hemos de hacer solamente lo que quiere Cristo que hagamos. En definitiva: no debemos querer nada por cuenta propia.
Estábamos en poder del mundo, de la carne y del demonio. Cristo, sin embargo, ha pagado con su sangre, nos ha rescatado, y ahora somos de Él.

Cuando estábamos en el mundo, éramos del mundo, y nuestro querer era el querer del mundo.

Ahora somos de Cristo.

Debemos darnos cuenta de esto. ¿Por qué? Porque hasta que no nos demos cuenta seremos prisioneros del mundo y haremos lo que nosotros queremos, no lo que quiere Cristo.

Y es que debemos amar a Cristo con todas nuestras fuerzas, por encima de todo, y no debemos amar al mundo, ni desearlo, ni dejarnos seducir por su fascinación. De lo contrario, el Amor del Padre no estará en nosotros.

1 Juan 2:
15 No amen al mundo ni las cosas mundanas.
Si alguien ama al mundo,
el amor del Padre no está en él.
16 Porque todo lo que hay en el mundo
–los deseos de la carne,
la codicia de los ojos
y la ostentación de la riqueza–
no viene del Padre, sino del mundo.
17 Pero el mundo pasa, y con él, sus deseos.
En cambio, el que cumple la voluntad de Dios
permanece eternamente.

Cuando ya no deseamos gozar del mundo, somos superiores a él.
La impudicia, la lujuria, la indecencia, la deshonestidad, las riquezas, el lujo, la frivolidad, los bajos instintos... todo esto lo hallamos en las imágenes del mundo, que se ofrecen a nuestros ojos día a día.

Pero nosotros, los cristianos, debemos ser superiores a este ambiente de pecado que nos rodea, independientes de sus tribulaciones, y alzarnos como águilas, por la Gracia, por encima de sus fascinaciones .

Si hacemos lo que hacen todos, si vamos a lo que van todos, si vemos lo que ven todos...¿cómo podremos ser de Cristo, si nos hacemos así del mundo, y por él, del demonio y de la carne?

Dice San Cipriano: "Nada puede ya apetecer, nada puede desear de este mundo visible quien es superior al mundo"
Y nuestro Señor:
Sabed que el mundo me ha odiado" (Jn 15, 18)

¿Por qué odia el mundo a su Salvador? Porque habla de que sus obras son malas y da testimonio de esta verdad (Jn 7, 7)

Hablemos de las obras malas del mundo, y nos odiarán como a Cristo. ¡Alegrémonos, gloria a Dios, de que el mundo nos odie! Sólo así podremos salvarlo.

Afirmemos con voz fuerte y clara la infinita maldad de las obras de este siglo: la perversidad de la anticoncepción, del aborto, de la fornicación, de la corrupción estatal de la juventud, de la sodomía, de toda relación antinatural, del adulterio, del divorcio, del lujo desorbitado, del derroche, del consumismo hedonista, del gasto inmoral en diversiones, viajes, cuidado y mimo excesivo del propio cuerpo...

hablemos de todo esto y el mundo nos odiará como odiaron a Nuestro Señor, porque daremos testimonio de la verdad, y declararemos las obras malas del mundo, como hizo nuestro Señor.

A nosotros, a nuestra carne, le gustaría estar a bien con el mundo, que nos elogiaran, que nos recocijaran, aplaudieran, citaran, estimaran, consultaran, agasajaran.... pero no hemos de hacer lo que queremos, sino lo que quiere Cristo.
Y Cristo quiere que demos testimonio de la Verdad, porque somos suyos, y hemos, como él, de decirle al mundo que sus obras son malas.

No tengamos miedo al martirio.
No tengamos miedo a la cruz. ¡Gloria a Dios!
Por el martirio seremos perfectos y santos en el amor de Cristo, Nuestro Amado.

La alegría pertenece a los mártires; la cabeza avergonzada y la angustia pertenecen a los que callan a Cristo y pactan con el mundo, y no le dicen al mundo que sus obras son malas.
Sólo así viviremos eternamente.
Ya nos lo ha dicho la Escritura en 1 Juan 2:

16 Porque todo lo que hay en el mundo
–los deseos de la carne,
la codicia de los ojos
y la ostentación de la riqueza–
no viene del Padre, sino del mundo.
17 Pero el mundo pasa, y con él, sus deseos.
En cambio, el que cumple la voluntad de Dios
permanece eternamente.

Y es que solamente así podremos ser sal del mundo. Salvarlo. Ayudarlo. No dejarlo abandonado a su suerte. Anunciemos a Cristo el Salvador y dispongámonos para el martiro, que es nuestra gran victoria, porque sólo Cristo y su Gracia vencen:

18 Si el mundo los odia,
sepan que antes me ha odiado a mí.
19 Si ustedes fueran del mundo,
el mundo los amaría como cosa suya.
Pero como no son del mundo,
sino que yo los elegí y los saqué de él,
el mundo los odia.
20 Acuérdense de lo que les dije:
el servidor no es más grande que su señor.
Si me persiguieron a mí,
también los perseguirán a ustedes;
si fueron fieles a mi palabra,
también serán fieles a la de ustedes.
21 Pero los tratarán así a causa de mi Nombre,
porque no conocen al que me envió.
22 Si yo no hubiera venido
ni les hubiera hablado,
no tendrían pecado;
pero ahora su pecado no tiene disculpa.
23 El que me odia, odia también a mi Padre.
24 Si yo no hubiera hecho entre ellos
obras que ningún otro realizó,
no tendrían pecado.
Pero ahora las han visto,
y sin embargo, me odian a mí y a mi Padre,
25 para que se cumpla lo que está escrito en la Ley:
Me han odiado sin motivo.
26 Cuando venga el Paráclito
que yo les enviaré desde el Padre,
el Espíritu de la Verdad que proviene del Padre,
él dará testimonio de mí.
27 Y ustedes también dan testimonio,
porque están conmigo desde el principio.
16 1 Les he dicho esto para que no se escandalicen.
2 Serán echados de las sinagogas,
más aún, llegará la hora
en que los mismos que les den muerte
pensarán que tributan culto a Dios.
3 Y los tratarán así
porque no han conocido ni al Padre ni a mí.
(Juan 1, 15)

Oremos sin cesar, mortifiquémomos, corporal y espiritualmente, en la carne y en el espiritu; ayunemos, demos limosna heroica, oremos sin cesar por las almas esclavas del mundo, para que se salven por la fe en Cristo y la Vida Sacramental de su Cuerpo. Seamos superiores a este mundo por la Gracia, para poder iluminarlo, conducirlo a Cristo y salvarlo. No seamos como el cristiano que ama al mundo, que pacta con él por temor al martirio. Seamos como Cristo, que se ofreció hasta la muerte, y muerte de Cruz, para la salvación de todos.

LAUS DEO VIRGINIQUE MATRI!!

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