jueves, 18 de noviembre de 2010

De la inhabitación de Dios entero en el alma por obra de la Gracia Santificante

Cristo debe ser todo para nosotros. Me resulta inimaginable vivir sin Cristo. Nada, sin su Vida, tiene valor.
Y me pregunto, ¿tiene sentido un cristianismo sin Cristo?
¿Podemos afirmar que el Espíritu Santo inhabita en el ser humano unicamente por la realización de obras de solidaridad, sin presencia de la Gracia Santificante? No, sino afirmemos que Cristo es el sentido y la fuerza de toda obra salvífica, porque Cristo opera la salud.
¡El mundo no puede santificar el mundo!

¿Podemos afirmar que el mérito de Cristo se nos puede aplicar únicamente por acciones de índole humana natural?
No, pues, ¿qué somos, por nosotros, sin Él? De su sacrificio bebemos el Agua que salta hasta la eternidad, y del Pacto en su Sangre y su Carne brota el sentido de nuestras acciones.

¿Podemos afirmar que el Espíritu Santo está en nosotros aunque no creamos en Cristo como Hijo de Dios y Segunda Persona de Dios? No, es Cristo Quien nos lo envía. No lo dudemos.
A Cristo le debemos todo.
Sin Cristo, no hay inhabitación. Sin Gracia Santificante, no hay inhabitación.

Sabemos por la fe que el Espíritu Santo inhabita en el alma del hombre justificado. En el Símbolo de Epifanio, confesamos: Creemos en el Espíritu Santo, el que habló en la Ley y anunció a los profetas y descendió sobre el Jordán, el que habla en los Apóstoles y habita en los santos.

Habita en los santos, es decir, en los sacralizados, en los justificados, en los transformados verdaderamente por la Gracia Santificante comunicada sacramentalmente por la Iglesia, Cuerpo de Cristo.

Hay teologías populares que niegan la divinidad de Jesús, pero aceptan la acción del Espíritu. Son viejos errores que vuelven con caras nuevas. Se habla del Espíritu Santo como inspirador, como habitante de toda persona, creyente o no, en Gracia o no, con caridad o sin caridad. Se dice que el Espíritu Santo se introduce en el ser humano e inhabita en él por cualquier buena acción ética, por la presencia de valores humanos, pero no forzosamente por la caridad de la Gracia. Que no hace falta creer en la Divinidad de Jesús, es decir, en la Segunda Persona de la Trinidad y la redención operada por Él y actualizada sacramentalmente por la Iglesia. Que se puede no creer en Cristo, que aún así el Espíritu Santo quiere inhabitar en él por la simple realización de obras buenas.

Pero en primer lugar, debemos creer que la inhabitación se afirma de las tres Personas, aunque se atribuya en especial al Espíritu Santo:
La inhabitación del Hijo:
Juan 14, 23: Jesús le respondió: "Si alguno me ama, guardará mi Palabra, y mi Padre le amará, y vendremos a él, y haremos morada en él.
La inhabitación del Padre:
2 Cor 6, 16: Porque nosotros somos el templo del Dios viviente, como lo dijo el mismo Dios: Yo habitaré y caminaré en medio de ellos; seré su Dios y ellos serán mi Pueblo
La inhabitación del Espíritu Santo:
1 Cor 6, 19: ¿O no saben que sus cuerpos son templo del espíritu Santo, que habita en ustedes y que han recibido de Dios?

Cuando la inhabitación se atribuye al Espíritu Santo, se hace sin merma de las verdades anteriores, para realzar, con amor y gratitud, la acción del Paráclito. Y para recalcar que es promesa cumplida de Cristo:
Romanos 5, 5: Y la esperanza no quedará defraudada, porque el amor de Dios ha sido derramado en nuestros corazones por el Espíritu Santo, que nos ha sido dado

La Gracia que comunica el Espíritu Santo no es algo exclusivo de Él, sino de las tres Divinas personas. San Basilio: Santifica y vivifica... y todas las cosas de este género las realiza igualmente el padre, el Hijo, y el espíritu. Y nadie atribuya exclusivamente al Espíritu Santo la virtud de santificar.

Teniendo esto en cuenta, comprendemos que no podemos afirmar de ninguna manera que se puede no creer en Cristo y no estar en Él por la Gracia (que es su misma Vida) y a la vez estar lleno del Espíritu Santo. ¿Podemos afirmar que el cristianismo es una especie de ONG, y que por sus acciones de solidaridad, independientemente de la fe en Cristo, puede disfrutar el cristiano de la inhabitación en su alma del Espíritu Santo?

¿No compremos que es Dios entero quien quiere morar en el alma humana? Si negamos a Cristo, ¿cómo tener a Cristo, Segunda Persona de Dios, dentro nuestra? ¿Podemos tener la Tercera Persona, pero no a la Segunda?

Creamos en Cristo. Si el Espíritu, y con Él Dios Uno y Trino entero y no dividido, mora en nosotros, es porque Él nos lo prometió y nos lo trajo por con su sacrificio.
Alabado seas Señor, porque en tu misericordia actúas en la Iglesia, Cuerpo tuyo, y vienes a hacer de nuestro corazón tu propia casa.
DEO OMNIS GLORIA

2 comentarios:

  1. Me parece tan absurdo que alguien crea en el Espíritu Santo pero no en Cristo-Dios y Hombre... Será que tampoco cree en el Espíritu santo, sino en una fuerza cósmica, no en la Tercera Persona de la Trinidad.

    Por otra parte, si alguien que se dice cristiano no cree en Cristo Dios y Hombre, es imposible que el Espíritu Santo esté en él, porque precisamente el Espíritu Santo, lo que nos da, es creer en Cristo como Dios y Hombre verdadero. También nos convence de pecado, nos hace ver nuestra naturaleza caída y nuestra necesidad de dejar de ser malos, lo que se ha llamado la "justificación".

    Es el Espíritu Santo el que nos hace decir: "¡Jesús es el Señor!"

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  2. Cuando partimos de cristologías deficientes y al margen dela Tradición... lo normal es terminar despeñándose de una u otra forma.

    Eso nos pasa también dentro de la Iglesia... se da más valor a las campañas de recogida de fondos y ONGs ... que a tener a Cristo dentro nuestra o a evangelizar a alejados y no creyentes. Mensaje, misterio y compromiso son igual de importantes.

    Un abrazo en Cristo :)

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