sábado, 26 de febrero de 2011

Pensamientos acerca del verdadero humanismo.

Hay un humanismo verdadero y otro falso. El primero es cristocéntrico, bíblico, tradicional, centrado en la Gracia. El segundo es pelagiano, mundano hasta el tuétano, falso e inútil.

Sobre el humanismo humano-céntrico: el hombre por encima de Dios mismo. El hombre se hace a sí mismo columna y fundamento de sí mismo, como si pudiera sanarse él solo a base de esfuerzo, valores humanos, lecturas, programas pedagógicos, terapias de autoayuda y objetivos didácticos...
Es la soberbia primigenia institucionalizada. El hombre quiere suplantar a Dios.

El humanista antropocéntrico no cree que es la Iglesia, y no la humana criatura, "la columna y el fundamento de la verdad" (1 Timoteo 3, 15)

No sabe el hombre centrado en sí mismo que está enfermo y que sin Cristo todo es mentira.

Impresiona que, salvo algunas voces aisladas, sea el Magisterio maternal de la Iglesia la única voz solitaria que clama en el desierto contra los males del humanismo humano-céntrico, es decir, del humanismo liberal y sus valores pelagianos. La Iglesia es Luz, ciudad en lo alto del monte.

Una sociedad sin Dios es un mundo aberrante. Esta es la certeza clásica, bíblica, tradicional.

Tengamos a Dios y nada temamos del mundo. Omnia possum in eo qui me confortat.

Un mundo sin Dios no es más que la Morada del Leviatán. Sus leyes son leyes de muerte: abortos, adulterios, promiscuidades, perversiones, explotación de los pobres, lujos, vanidades y culto al sexo.

Nosotros no somos del mundo, somos de Cristo, y por la Gracia poseemos la alegría perfecta de la castidad y el gozo vivificador de la Palabra.

El Nihilismo y su humanismo vacío se expanden como la sombra calcinante de Mordor sobre la Tierra Media, y no ven que existe una batalla contra el poder de las tinieblas. Pero muchos, aun así, no creen que estemos necesitados de héroes santos que se sacrifiquen como corderos. Nosotros sin embargo nos encaminamos valientes hacia el peligro, armados sobrenaturalmente, al mando de Cristo, nuestro Capitán, que siempre vence.

Hay cristianos mundanos que viven como si no estuviéramos en guerra contra el demonio, el mundo y la carne. Ellos están a gusto disfrutando: vacaciones lujosas, deportes, comidas en restaurantes de lujo... en el mundo no pasa nada. Todo va bien.

No mencionan nunca a Cristo para no molestar a los que no soportan a Cristo, ni defienden los derechos sociales y públicos de Dios. Sólo cuentan para ellos los derechos humanos. Están desarmados en la batalla, no saben ni siquiera que estamos en guerra y que nuestra armas luminosas, mansas y perfectas son la pobreza, la obediencia y la castidad.

Los derechos del Creador, que se explicitan en la Ley Natural, deben ser respetados. Nosotros afirmamos la Majestad y Soberanía del Señor sobre todo lo creado: individuos y sociedades.

Queremos que Cristo reine. Que Cristo nos salve. La sociedad esta perdida sin la Gracia.

Cristo es Señor Soberano y Salud no sólo de los individuos, sino también de las sociedades, de los pueblos, de las familias, de las empresas, de los colegios, de los hogares... Un mundo sin Dios es un mundo entregado al mal.

Hablemos al mundo de hoy como se habla en la Escritura y en la Tradición. No con el lenguaje del mundo secular. Con el lenguaje del Magisterio apostólico. Que nuestras palabras sean las de Cristo, la de los apostóles, la de los santos, la del pueblo cristiano.

No olvidemos que el mundo es enemigo de Cristo, y que para salvar al mundo debemos liberarnos previamente de sus seducciones. "Quien pretende ser amigo del mundo se hace enemigo de Dios" (Sant 4, 4)

Amar al mundo es traspasarlo del Evangelio de Cristo, y no abandonarlo a su suerte.

El Magisterio apostólico habla claro en estos tiempos. Concilio Vaticano II:

"si autonomía de lo temporal quiere decir que la realidad creada es independiente de Dios y que los hombre pueden usarla sin referencia al Creador, no hay creyente alguno a quien se le escape la falsedad envuelta en tales palabras" (GS 36, c)

No seguir el juego al humanismo humano-céntrico. No utilizar sus esquemas mentales, sus conceptos, sus valoraciones.

No son los grandes hombres, ni los partidos, ni los programas, ni los valores humanos, ni las estrategias políticas o sociológicas, ni la introducción de cristianos en el mundo de la cultura... lo único que puede salvar esta sociedad es Cristo y su Gracia.

Urge recuperar, vivir, asimilar, predicar la doctrina apostólica sobre la Gracia.

Darnos cuenta de su primacía absoluta y de la necesidad radical de los sacramentos, de la oración, del ayuno... de la pobreza voluntaria y ejemplar. Cristianos voluntariamente pobres, orantes, fervorosos, marianos hasta la médula, que ayudan y dan limosna heroica, son los cristianos que necesita nuestra Iglesia y nuestra sociedad.

LAUS DEO VIRGINIQUE MATRI



4 comentarios:

  1. Alonso, ¡qué buena arenga, llena de verdad! Esa es la realidad, que estamos en guerra y Cristo nos impulsa a la batalla. "Construir" sin Cristo es colaborar con el mal, y destruir. Y es verdad que es la Iglesia la única que proclama esa verdad. Nuestra lucha no es contra la carne y la sangre (contra problemas meramente materiales) , sino contra las potestades y principados (el demonio y sus aliados). Magnífica la cita del Concilio Vaticano II.

    ¡Gloria a Dios!

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  2. No es fácil amar el mundo(Jn 3,16) sabiendo que el mundo nos odia(Jn 15,18) como odiaba a Cristo.

    Lo fácil es tomar al mundo como fin de todo. Lo fácil es decir que el hombre es medida del universo y entender todo lo que nos rodea según nuestra conveniencia.

    Por eso el humanismo cristiano no puede rendir pleitesía al mundo y tener a nuestras limitaciones como medida universal.

    El humanismo cristiano nos indica que debemos ser levadura y transformar al mundo (Mt 13,33).

    No puede ser un humanismo del hombre actual, sino que no haga entender al hombre tal como fue creado por Dios y antes del pecado original. Si miramos de esa forma al ser humano, no vemos sus limitaciones y errores, sino a Dios a través del hombre (Génesis 1,26)

    Hay que tener cuidados con los humanismos que nos quieren colar por debajo de la puerta.

    Un abrazo en Cristo :)

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  3. Esta dualidad de humanismo es reflejo del combate de la Fe.
    Me recuerda entre otras muchas cosas, este humanismo humano-centrico, a quizá el pistoletazo del mismo, el iluminismo frances, donde quitaron a Dios del pedestal y colocaron a la diosa razón.
    Que triste nuestra vida cuando todo se sostiene en los débiles hombros del ser humano (y el q lo ha vivido lo entenderá).
    Revistamonos de las armas de la luz, como dices, dirigidos por nuestro capitán, Cristo, y digamos como dice el salmista: ...mas el Señor está conmigo como un héroe valeroso.
    Me sigue llamando la atención lo de cristianos mundanos...
    Meditemos como necesitamos del y al Señor, como estamos enfermos tras recibir día a día los encendidos dardos del maligno, y gritar en este desierto que el único que salva es Cristo.
    Es necesario predicar a Cristo a tiempo y a destiempo. Y sobre todo ser consecuentes con nuestra vida para que los demás deseen de este Espiritu.
    Como siempre me conmueve leerte Alonso, y ver el gran amor que le muestras a mi madre la Iglesia.
    ¡¡ÁNIMO!!
    La Paz

    PD: No se si conoceis la web Primeros Cristianos, es impresionante ver la fe de estos. He estado leyendo tanto ahí como en catequesis de Benedicto XVI la vida de un matrimonio acompañante de S. Pablo, Aquila y Priscila.

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  4. Muchas gracias por vuestras palabras.

    De acuerdo con tus apreciaciones, Cornelio, sobre el iluminismo francés. Aunque creo que el mal procede del Renacimiento, cuna del antropocentrismo.

    Dices muy bien, de acuerdo con la Escritura:

    "Es necesario predicar a Cristo a tiempo y a destiempo" Nuestra vida es triste, como bien dices, cuando nos apoyamos en nuestros propios hombros.

    Como bien dices, Miserere, el mundo nos odia porque el mundo odia a Cristo. Aun así, desde esta cruz, hemos de iluminar el mundo.

    Un abrazo en Cristo, desde María Inmaculada, y ¡Gloria a Dios, Longinos!

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