sábado, 12 de febrero de 2011

Sin la Gracia estamos perdidos

Pienso que la causa de los males que nos afligen es principalmente la devaluación de la Gracia, que no es sino devaluación de Cristo y sobrevaloración del hombre.

Sin la Gracia no podemos hacer nada (Juan 15, 5), estamos perdidos, la sociedad está perdida.

El cristiano adámico confía únicamente en la naturaleza de su humanidad para hacer el bien, incluso para supuestamente seguir a Jesús; centra en lo humano y lo temporal su labor espiritual, apostólica y política, pone sus esperanzas en la acción antropocéntrica.
Pero como todo bien procede de la Gracia de Cristo, todo cuanto hace se vuelve vano y estéril.

Es una forma de cristianismo humana, demasiado humana. No cree en la necesidad del rescate redentor de Cristo, confía en la naturaleza adámica del ser humano, en su supuesta "salud", y pretende, optimista incurable, la autocuración, la autoayuda, la autoregeneración por la ética, las ideas, los valores de Jesús, el programa ético del Evangelio... Pero no la Gracia del Evangelio, que dispensa la Iglesia.

Para este tipo de cristianismo humanista, Cristo no es el Salvador, sino el modelo ético. Por esta razón, el cristiano que no cree en la absoluta necesidad de la Gracia queda a expensas de su naturaleza de hijo de Adán, perturbado en sus potencias espirituales, profundamente enfermo, y aunque no incapacitado totalmente para el bien natural, sí profundísimamente herido, esclavo del demonio y hecho inmundo, como dramáticamente dice Trento. Se mantiene lejos de los Sacramentos, y por tanto es como una higuera estéril, se desanima, no da fruto sobrenatural, se marchita y se vuelve sal sosa.

Así, el cristiano adámico es el que cree que no necesita de la Gracia salvadora del Señor, porque querer es poder, y todo es cuestión de proponérserlo y cambiar los esquemas mentales.

Cuando falta la Gracia, porque los sacramentos pasan a segundo plano (es decir, porque la Iglesia pasa a segundo plano, y no al primero, donde debe estar siempre)

entonces falta toda acción eficaz, se olvida que el único eficaz es Cristo, y se pacta con los poderes de este mundo para utilizar su fuerza material, con las consecuencias desastrosas que conocemos: infidelidad, apostasía, desviaciones de todo tipo, cismas, herejías, sectas, y se termina cayendo en las manos de las falsas y dañinas doctrinas de autocuración orientalistas que nada curan y nada sanan y nada ayudan, sino al príncipe de este mundo en su tarea infatigable de perder a las almas ingenuas, pobres almas, que todo lo confían en sus propias fuerzas.... sin darse cuenta que su padre es Adán.

5 comentarios:

  1. Completamente de acuerdo. "Sin Mí no podéis hacer nada", dijo Jesús. Sólo Cristo puede imitar a Cristo, sólo el que vive en Cristo puede seguirle de verdad. Se pueden hacer muchas obras y convertirse cada vez más en un engreído, endiosado en sí mismo, porque no es Cristo el que nos mueve, sino nuestra propia "gloria".

    Sólo la unión con Jesús nos salva y así podemos ayudar a salvarse a los demás.

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  2. Dices: "Sólo Cristo puede imitar a Cristo, sólo el que vive en Cristo puede seguirle de verdad."

    Con esta frase se refuta todo el pseudocristianismo humanista

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  3. A mi abuelo le encantaba comprar antigüedades baratas. Tenía muchos jarrones preciosos con rajas, que disimulaba colocándolos en la posición justa para que no vieran. Otras veces, incluso a los jarrones le faltaban trozos completos.

    Lo cierto es que nuestra naturaleza se parece mucho a estos jarrones. Pueden dar el pego, impresionar, incluso causar admiración... pero son inservibles y no tienen casi valor real.

    La Gracia de Dios actúa como reparador de nuestra naturaleza imperfecta, para que tengamos utilidad. Pero la Gracia no es algo propio nuestro. Tenemos que rogar constantemente a Cristo que nos enmiende. Sólo por medio de esa enmienda, podamos ser herramientas válidas en sus manos.

    Señor, no nos dejes de tu mano. Un abrazo en Cristo :)

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  4. Qué bien lo has explicado.

    Un abrazo en el Señor, desde su Madre

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  5. Totalmente de acuerdo contigo y con Longinos.

    Sin la Gracia no podemos hacer nada (Juan 15, 5), estamos perdidos, la sociedad está perdida.

    Un sacramento es un signo visible (lo ven las personas entre las que se realiza) que significa y da la gracia.

    La Santa Madre Iglesia nos da siete sacramentos. Algunos de ellos podemos disfrutarlos más a menudo: la comunión y la reconciliación. Es maravillosos disfrutar de ministros que nos transmiten esa gracia divina.

    En algunos momentos, dando catequesis a novios, he oido hablar de que el matrimonio católico es un sacramento que significa (tiene un significado de) y da (entrega) la gracia.

    "Gracia", es dado gratis. Sin pedir nada a cambio. Por puro amor.

    "Gracia", por que Él lo quiso, por que su Padre se lo permitió, por que el Espíritu lo infunde.

    "Gracia" por que una Madre Virgen consintió con su "Hágase" y su "Sí" que todo un Dios se abajara a nosotros.

    Dices con gran acierto:

    Cuando falta la Gracia, porque los sacramentos pasan a segundo plano (es decir, porque la Iglesia pasa a segundo plano, y no al primero, donde debe estar siempre) entonces falta toda acción eficaz,

    Y es que nosotros pensamos que la eficacia está en nuestros quehaceres. Y siendo cierto que debemos realizar nuestros quehaceres, es más cierto que la gracia de Dios es eso, de Dios. De nuevo resuena San Francisco de Asís: Señor haz de mí, un instrumento de tu paz.

    Ad Magorem Gloriam Deim

    Paco M

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