martes, 30 de marzo de 2010

Imagino un proyecto de anotaciones filosóficas. Fragmentos de mosaico, observaciones, piezas que encajan en una plano superior. Teselaciones metafísicas.
El día amanece soleado. Las niñas, frente a mí, hacen la tarea. Clásica trajina de aquí para allá, como rezando para dentro. Yo observo, de nuevo, en mis libros, una imgen de Chrisochroa fulgidissima. Pienso: a mis amigos esta afición mía les parecerá un capricho. Pero tras decenios dedicando la mirada al arte, siento una deuda con el Creador. No he valorado su Obra de Arte: el mundo bellísimo de lo criado.
Luego escucho algo sublime, sobrehumano en su belleza: Lachrimae. Tuve acceso a esta maravilla musical en 1990. Un amigo, que luego se hizo cartujo, la escuchaba en su monasterio, imaginando que el Señor lloraba.
Lachrimaedowland

No hay comentarios:

Publicar un comentario