sábado, 3 de julio de 2010

Me he levantado con un deseo muy intenso de estudiar la Escritura. Así cumplo en mí la Voluntad de Dios, que quiere que sus hijos la mediten día y noche ( Sal 1, 2) Después de desayunar con mi esposa echo un vistazo a la prensa. Es fácil observar cómo se propaga la nada, cómo el mal domina en casi todos los aspectos de la vida tecnificada de hoy. Sólo allí donde se ora, donde está en comunicación con Dios, Uno y Trino, por Cristo, desde María, el mal se aparta, las tinieblas se disipan, los malos deseos del Maligno se enredan en su propia maldad y podemos ver la Luz que mana, como un Río de Vida, del trono de Dios y del Cordero (Ap 22, 1-2)

Señor, Tú eres mi ciudadela contra el mal (Sal 30, 3), para mi salvación. Mudaste mi dolor en gozo (Sal 29, 12).

Contemplando a mis hijas, pienso que el máximo bien que puedo desear para ellas es la santidad. Y me prometo hablarles de Cristo siempre, para que escuchen a Cristo a través de mi boca. Les enseño pasajes de la Escritura para que lo memoricen y afloren en su mente el día de mañana.

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