Habitamos en una esperanza. A nuestra lado, risas, la vida que pasa, la gente, con sus inquietudes, sus ambiciones, sus proyectos, sus bienes, sus secretos, sus deseos ocultos....
Permanezcamos en nosotros mismos, mirando directamente a Cristo. Permanezcamos en Cristo.
Muchos habitan en deseos, nosotros en esperanza. A nuestro lado, lágrimas, la vida que pasa y sigue pasando, la gente, con sus increencias, sus sueños incumplidos, sus alegrías, sus deseos abiertos a la luz del día y de la noche.
Nosotros permanezcamos en Cristo, nuestro único deseo, nuestro único sueño, nuestra única quietud, nuestro movimiento, nuestra alegría.
Nada queramos, deseemos, gustemos, sino a Él.
Mortifiquemos cuanto de terreno haya en nosotros (Colosenses 3, 5) en perfecta alegría sobrenatural, en gozo indestructible. Y todo cuanto hagamos de palabra o de obra, solos o entre la multitud, hagámoslo en el nombre del Señor Jesús (Colosenses 3, 17)
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