sábado, 5 de junio de 2010

Cristo, Cántico



Entonad al Señor un Cántico nuevo (Sal 97, 1) Enseña San Jerónimo que Cántico nuevo es Cristo, la Novedad que habla y al hablar glorifica al Padre.

Cristo es Novedad: el Dios invisible cuyo rostro buscaba el justo atribulado (Sal 27, 8-9) se ha hecho visible en el Hijo: su mirada es la mirada del Hijo, su voz es la voz del Hijo. El Hijo es Cántico al Padre.

Al que venciere, se le dará una piedrecilla, sobre la cual escribiré un nuevo nombre (Apocalipsis 2, 17 y 3, 12) Cristo es el nuevo nombre de Dios, que al pronunciarse canta su Gloria. El nombre de Jesús es música, canto al Padre. Cada vez que en el día a día decimos el nombre de Jesús cantamos un cantico nuevo a Dios en el Hijo.

Meditando día y noche la palabra de Dios (Sal 1, 2) descubrimos que este cántico nuevo es el Hijo. San Jerónimo nos enseña esta novedad. Que el Hijo muriera por nosotros y nos enseñara a alabar a Dios, a cantar la gloria de Dios. Cuando glorificamos a Dios entonamos un Cántico nuevo, el cántico de Cristo, por el que podemos glorificar a Dios en nuestra vida.

En Juan 1, 17 vemos la Novedad, que trae Cristo: la gracia, la verdad. Por Moisés vino la ley. Por Cristo viene la Gracia y la Verdad.

El cántico nuevo es la Gracia y la Verdad. Nos dejamos penetrar sacramentalmente por ellas, decimos sí a su acción sobrenatural en nuestra vieja vida, y nos re-novamos, nos hacemos nuevos. Y así elevamos un cántico nuevo al Señor.

Que la vida sacramental de la Iglesia en nosotros sea cántico diario.

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