martes, 15 de junio de 2010

La Educación Perfectiva II

7. La esencia constituye la base de todas las cualidades del ser, pues la cualidad sólo es cualidad referida al ser que la posee. Las cualidades de un ser no son nada separadas del ser mismo y de su esencia, base de toda su actividad. El ser substancial, en este caso la persona, es el sujeto de la acción, y es en su acción donde se manifiesta su naturaleza; es en el obrar esencial de un ser donde se desarrolla la potencialidad que encierra su naturaleza.

8. En el obrar del ser se expresa su naturaleza, y sólo en el obrar se despliegan sus cualidades y facultades.

9. En definitiva, podemos afirmar que es la acción aquello que actualiza la esencia de un determinado ser. Lo que en él es posibilidad, por el obrar se convierte en realidad.

10. La realización de todo aquello que un ser tiene como posibilidad esencial constituye su fin, el sentido de su existencia.

11. Con el obrar esencial propio de su naturaleza, un ser se hace más él mismo, se motiva a ser. Lo que motiva esencialmente a un ser es realizar su naturaleza. En este ser cada vez más uno mismo un ser radica el bien esencial del mismo. Este bien esencial motiva a ser más él mismo al ser, para alcanzar su fin (tendencia esencial), por lo que cuanto más actúe en la dirección de esta tendencia hacia su bien esencia, se realizará en una mayor proporción. Será más perfecto cada vez.

12. De este modo, a través del motivo esencial y de la acción esencial se va perfeccionando progresivamente el ser. Este proceso se realiza igualmente en el ser humano. En la naturaleza humana existen motivos esenciales, tendencias a un bien que le es propio. Y acciones esenciales, obras propias del ser humano. De la relación entre ambas surge la dinámica de la perfección. Esta dinámica constituye el sustrato de la educación perfectiva.

13. La perfección del ser humano la entendemos aquí como un proceso de realización objetiva de todo el potencial que encierra la naturaleza humana. Esta es la perspectiva del perfeccionamiento humano que adopta la filosofía del ser.

14. la perfección humana bajo una perspectiva moral Saber lo que es el ser humano es conocer sus cualidades, facultades, elementos de su personalidad, capacidades, etc... Saber cómo es la naturaleza humana es fundamental para saber qué es lo que el ser humano debe llegar a ser, para conocer su potencial.

15. La razón participa constantemente en este proceso de perfeccionamiento, que se hace “visible” en el mundo psíquico a través del mundo de la conciencia.

16. Es crucial para la persona conocer qué debe llegar a ser, pues esto determina que cumpla su fin esencial y por tanto se realice. La razón tiene mucho que hacer aquí, pues contribuye a elucidar las pautas de vida por la cual el ser humano dirige su ser hacia su deber ser. Este deber ser se manifiesta en la norma moral humana

17. El ser humano debe vivir en consonancia con aquello que debe llegar a ser para realizarse.


18. La perspectiva del propio perfeccionamiento es en definitiva la perspectiva moral, que sitúa al ser humano bajo la óptica de su deber ser. Este deber ser no es un deber autónomo y autosuficiente. Es un deber transcendente, pues rebasa lo que es, para alcanzar lo que debe ser y aún no es.

19. Hoy se habla mucho de deberes y derechos, sobre todo en relación a la educación de la infancia y de la juventud. Bajo la perspectiva de la filosofía del ser, podemos interpretar el derecho o, los derechos, como expresión de bienes naturales a los que el ser humano aspira movido por su esencia; la búsqueda del bien es una tendencia propiamente humana, cuya realización perfecciona; necesitamos hacer el bien por el simple hecho de ser persona. Los derechos son bajo esta perspectiva motivaciones de la voluntad humana, valores que animan la vida humana, bienes insustituibles, bienes, moralmente hablando, necesarios, cuya posesión hay que garantizar mediante la acción de los deberes.

20. La naturaleza del deber moral, de esta forma, se encamina a la protección del derecho natural. Los deberes son expresión de múltiples exigencias hechas a nuestra voluntad, exigencias morales, que brotan por el simple hecho de la existencia de unos bienes a los que tiende la voluntad de manera natural. Si no existieran derechos, no existirían deberes. Si no existieran bienes, no habría que crear exigencias morales.

21. Deber y exigencia van estrechamente unidos. La exigencia es el modo en que la voluntad se autoimpone o exige a otros (por ejemplo a los hijos, o a los alumnos, a los ciudadanos, mediante las leyes) la realización de un bien o la no realización de un mal.

22. La ley no puede dar lo que la naturaleza niega. No tenemos el deber de proteger derechos falsos o inexistentes, es decir: bienes falsos, pseudobienes, motivos o valores que no proceden de la tendencia natural del ser humano, sino de la cultura o la ideología, o simplemente del mal.

23. En definitiva, debido a que el bien es necesario, la exigencia es necesaria para garantizar el bien. Pero, ¿por qué razón es necesario garantizar la posesión de bienes necesarios, si la voluntad humana tiende naturalmente hacia ellos?

24. Vamos a explicarlo de forma simplificada y extremadamente clara: moralmente hablando, decimos que todos somos egoístas. Como el egoísmo tiene su papel en la acción de la voluntad, es necesario exigirle a esta que se reoriente hacia el buen motivo, el bien verdadero. El entendimiento informa a la voluntad de la falsedad de los bienes egoístas, y comunica la necesidad de la exigencia de reorientación. Esto, fundamentalmente, se llama disciplina.

25. Del egoísmo proceden de una manera u otra las principales acciones negativas cuya realización perjudica nuestro ser personal, y nos detiene y retrocede en nuestro proceso de perfeccionamiento.

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