martes, 15 de junio de 2010

La Educación Perfectiva I

1. Todas las personas tenemos algo en común: la naturaleza humana. De cómo somos, y cómo estamos hechos, depende nuestra existencia. Cuanto más nos aproximemos a nuestra esencia, más felices seremos, pues alcanzaremos a vivir con pleno sentido, integrando en nuestra personalidad todas aquellas cualidades, facultades y elementos constitutivos que conforman nuestro ser como somos.
En esta esencia común natural se dan cita todas las diferencias de carácter, personalidad y valor en general; esta pluralidad no contradice el núcleo común que nos hace humanos a todos los humanos, hombres y mujeres: pues todos somos personas, y de la misma manera podemos ser felices: actuando de acuerdo con nuestra naturaleza y desarrollado al máximo sus elementos, facultades, capacidades y cualidades.

2. Recurrir a la naturaleza humana es muy importante para poder acertar en este tema tan importante de la educación, como en el de la felicidad. En este sentido, ¿qué puede aportarnos la ontología o filosofía del ser para comprender mejor cómo funciona el sistema por el cual el ser humano se perfecciona y es feliz?.

3. Aquí vamos a entender el concepto naturaleza de un ser como su esencia; concebida esta como la base de toda la actividad propia de este ser

4. Qué somos, cómo y con qué fin estamos hechos: estas son preguntas acerca de nuestra naturaleza. La naturaleza del ser humano es la causa motriz básica de toda actividad propiamente y específicamente humana.

5. Naturaleza hace referencia a realidad objetiva, a aquellos aspectos de nuestro ser que son entendidos como objetos de perfeccionamiento. Pero, ¿podemos entender así al ser humano? ¿Es razonable concebir a la persona como un ser perfectible?

6. La razón humana, según Tomás de Aquino, conoce antes que nada el ser; mediante la razón natural y el gran poder de la intuición humana, podremos referirnos a la naturaleza del ser humano, hombre y mujer, para hablar de aquello que nos constituye, nos define y proporciona identidad y especificidad. Es decir, dirigiendo nuestro pensamiento a la esencia le proporcionamos su dimensión natural. Orientando nuestra mente a lo propio y exclusivamente humano, comprendemos lo propio y exclusivo de nuestra felicidad. Fortalecemos nuestra mente con la potencia comprensiva que le proporciona su uso natural, la aprehensión de la esencia de las cosas y, con ella, de la verdad.

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