lunes, 14 de junio de 2010

Maestro, ¿dónde vives?

Maestro, ¿dónde vives? (Jn 1, 38) Buscamos al Santo Señor Jesús. ¿Dónde vive? ¿Dónde está?
Dios también nos busca a nosotros.
¿Dónde estás? (Gn 3, 9)
El Señor Dios llamó al hombre y le dijo: ¿Dónde estás?

¿Dónde solemos estar? No donde vive Cristo, sino en el refugio de nuestra orfandad, en el escondrijo de nuestro yo. Donde Dios no nos encuentra. Nos escondemos en nosotros mismos, Dios el Señor nos busca, nos pregunta dónde estamos. Él sabe dónde estamos, pero nos llama y nos comunica que nos busca.

Dios nos busca en nuestra conciencia. Nuestra conciencia es el jardín original donde el Señor nos busca. Cuando no estamos en el Cuerpo de Cristo, no estamos en Cristo, y Dios no nos encuentra y nos llama.

Dios nos encuentra en Cristo.

Fuera de Cristo nos encontramos en escondrijos humanos, demasiado humanos, donde el Señor nos advierte: ahí no os encuentro, ¿dónde estáis?

Digamos con el salmista: Yo busco mi refuigio en el Señor (Sal 11, 1)
Porque, si no hallamos refugio verdadero, andamos sin rumbo, sin hospedaje, de aquí para allá: Penoso es tener que andar de casa en casa (Eclesiástico 29, 31) Vamos de casa en casa y no hallamos hogar, fatigados por lo incierto, huérfanos y pródigos.

Pero escuchamos la voz de Dios: ¿dónde estás? La escuchamos en la conciencia, y sabemos por su voz intimísima que nos busca, que andamos mal. Y nos volvemos a Él como niños que han perdido la mano de su padre, y descubrimos que existe un lugar donde el Señor nos encuentra.

Maestro, ¿dónde vives? Donde Tú vivas, Señor, quiero vivir yo, tener allí mi refugio, donde el Señor Todopoderoso no tenga que ir a buscarme, porque me encuentra en Ti.
Dame tu mano, Señor mío y Dios mío, para que nunca me pierda.

¿Dónde vives, Señor, llévame contigo a tu Casa, que es tu Cuerpo, la Iglesia,; que sea aquí donde yo permanezca contigo y en Ti, para que Dios, Uno y Trino, me encuentre siempre y no tenga que llamarme más.

No hay comentarios:

Publicar un comentario