miércoles, 5 de mayo de 2010

Cristo, Hogar

Meterse en el costado de Cristo.
Que nuestros hijos, en casa, nos contemplen muy dentro de Cristo. Que su Palabra esté en nuestra boca:que en las mil y una ocasiones de la vida cotidiana, aquellos versículos, ideas, palabras de Nuestro Señor que hemos aprendido de memoria en la meditación diaria, afloren con naturalidad. Que nuestros hijos la escuchen. Que la Palabra de Cristo esté en nuestra boca.

Si el costado de Cristo es nuestro hogar, también será el hogar de nuestros hijos. Que nos oigan, incluso, cómo pensamos: qué haría el Señor en este caso, en este momento, que quiere Él que yo haga...

Si el costado de Cristo es nuestro refugio, nuestra ciudadela, nuestra roca, nuestro hogar, nada nos hará vacilar. Atravesaremos los muros, penetraremos entre las filas de nuestros enemigos: temores, confusiones, dudas, problemas, enfermedades. Nada nos hará vacilar.

Estar muy metidos en el costado de Cristo, y que nuestros hijos nos vean vivir, hablar, comer, trabajar, reñir, bromear, besar, leer... por Él, con Él y en Él.

Llevamos dentro el sueño de un hogar seguro en que estar a salvo.Ese hogar es el Señor.

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