lunes, 3 de mayo de 2010

Cristo, Fuente

Mis pecados no deben servirme de excusa para no abrir mi cuerpo y alma al Agua de tu Fuente, Señor.
Mis muchos errores, sombras, distorsiones y disonancias, no me deben apartar de tu Corazón. Porque si busco el manantial que mana de tu Corazón, Señor de la Vida, encontraré el Agua fulgurante y sobrenatural que necesito, el Agua que me sanará.

Incorpórame a ti, úneme a ti, de forma que pueda decir que eres Tú quien vive en mí.

Idéntificame contigo, Señor, introduce tu Agua en mí, que salta hasta la eternidad.

Quiero padecer en mi carne lo que falta a tu padecer, como el Paráclito me dice a través del Apóstol. Mi sufrimiento entreabre la roca de mi corazón. Que surja de allí, Señor, lo que mana de Ti.

Paratum cor meum! Mi corazón está pronto. Mis pecados no deben servirme de excusa. ¡Quiero! A todas horas pienso en ti, una sed arrolladora de tu Palabra me domina. Quédate con mi sed de Ti, Señor, y no tengas en cuanta mi imperfección.

Me ofrezco a Ti, tómame, Señor, y ayúdame a dejar fuera de este ofrenda todo lo oscuro y sombrío que encuentra camino en mí. Yo no lo quiero. Y todo cuanto haga, Señor, que me aleje de tu santo Nombre, aprovéchalo Tú para extraer un agua más pura, como sólo Tú sabes hacerlo.

No hay comentarios:

Publicar un comentario