martes, 31 de enero de 2012

De la mirada transformada

Del mismo modo que el antiguo naturalista agudizaba su visión en la contemplación de la Idea Divina tras las formas creaturales,

así nosotros, con el poder de la gracia, hacemos más profunda y amplia nuestra mirada espiritual.

Lo que Böehme denominaba el ojo transformado.

Captamos lo verdadero y bueno con más rapidez y claridad, percibimos más matices en la realidad. La intuición metafísica cobra un mayor poder.

También se incrementa nuestra capacidad para percibir lo renovado por la vida sobrenatural del Transfigurado,

la nueva belleza de las formas estéticas revitalizadas por la Vida del Hombre Dios, por Quien todo fue hecho.

Cristo transforma nuestro modo de mirar las cosas que nos rodean. Aporta la luz bajo cuya incidencia resplandece todo en su nueva esencia.

Todo destello de belleza procede de la Transfiguración de Cristo en el Monte Tabor.

Y toda mirada estética verdadera, de la mirada de Cristo.

Acerca de la mirada transcendente, el ojo transformado, el mirar profundo, la mirada metafísica, etc. Todas estas expresiones hacen referencia a ver más allá, a descubrir el otro lado de las cosas, su sentido. Es muy significativo que, para reflejar lo que experimentamos con el descubrimiento de la verdad, usemos imágenes relacionados con la visión.

Sobre la ceguera: también con la escucha profunda sondeamos el mar de la luz.

Beethoven: seguiré componiendo, pero con la mirada.

Mirar de forma litúrgica lo bello: percibir la realidad transfigurada

Dame cuenta

Dame cuenta.

Redde rationem villicationis tuae

Lc 16, 2.

El Señor nos dirá: dame cuenta de tu administración.

Dame razón.

Dame razones de cómo usaste el capital que te encomendé, del uso de mis dones.

El Señor nos da talentos a la manera de un capital con que pagamos las deudas contraídas con el Padre por nuestros pecados.

Con dinero propio jamás podríamos saldar la deuda.

Y nos pedirá cuenta de cómo lo administramos.-

De nada servirá ya lo aparente, ni las excusas, ni los aplazamientos, ni las prórrogas.

Todas nuestras traiciones serán vaporizadas en un momento.

Pero tenemos esperanza.

1 Pedro 1, 13.

La Gracia nos avala.

domingo, 29 de enero de 2012

Del amor más grande

Dios es celoso (Éx 34, 14)

Como dice la Vulgata:

Deus est aemulator

No duda en competir (aemulor, competir, rivalizar) en nuestro corazón con todo cuanto pueda hacerle sombra.

No quiere que amemos nada por encima de Él.

Porque sabe muy bien que, tras la Caída, nuestro corazón se va detrás de cualquier bien visible, sea nuestro propio yo, una cosa, un gusto, una afición, cualquier apariencia del mundo.

Sólo amándole por encima de todas las cosas podremos amar verdaderamente al prójimo, a uno mismo, a sus criaturas... tener aficiones buenas y loables, goces y alegrías razonables...

El amor más grande a Dios Todopoderoso en su Hijo Jesucristo.

Para que el Espíritu Santo active en nosotros un verdadero amor de nueva criatura.

Pero si ve que amamos algo más que a Él...

Entonces no duda en quitárnoslo, hacernos dentro el vacío de la cosa amada, castigar nuestro egoísmo, purgar nuestra voluntad de detenernos y deleitarnos en algo que el amor creatural coloque por encima de Él.

A Él y sólo a Él toda la Gloria y todo el amor.

En Cristo.

Y por Cristo al prójimo y a todo lo que es amable y verdadero, bueno y bello.

De varias consideraciones sobre música litúrgica y sus transformaciones

En el curso del Cinquecento comienza la emancipación gradual de la música instrumental del imperio de la voz. Voz humana, instrumento. No hay contraposición, sino divergencia.

Con los instrumentos llega el descubrimiento de la disonancia extravagante, de los extensos y dilatados universos tímbricos, de las nuevas posibilidades armónicas.

El arte musical se desplaza desde las graves exigencias de la Liturgia de la Iglesia, hasta las nuevas motivaciones creadoras de la persona singular.

Del contrapunto a la armonía. La evolución es clara.

La música misma se ve envuelta en el problema de la Reforma. También a ella llegan desviaciones, errores, herejías. Es en el mundo cultural luterano donde suceden cambios más evidentes. En la Iglesia católica, revitalizada por la Contrarreforma, se produce un reverdecimiento de la Polifonía, coincidente con la Edad de oro de los místicos.

El arte sacro deja de tener su auténtica motivación al desgajarse de la Liturgia. Para ello, se da pie al uso de la lengua vernácula como en la música profana. Del templo a los teatros. Se preparan textos nuevos para cantar a coro, sencillos, procedentes del lied alemán, monódico; de los cantos populares, del coral de Juan Huss.

En general, la música polifónica protestante es triste, la posición polivocal sencilla, el sabor popular, presente. De la música vocal va desapareciendo, disolviéndose, la esencia polifónica, el contrapunto, desplazándose hacia el campo instrumental. Muestra de ello es la obra del gran Johann Sebastián Bach. La polifonía protestante encuentra su cumbre en la música instrumental.

La polifonía católica es litúrgica: es en la música vocal donde se desarrolla y culmina. El protestantismo desplaza el espíritu creador de la Iglesia al individuo y, para ello, debe ceder el mando al mundo libre de la música instrumental.

No ocurre lo mismo en la música de la Contrarreforma. ¡Qué exigencias y qué motivaciones suprapersonales impuso la Iglesia a su música! Nunca se ha visto en toda la historia de la música artistas tan originales, tan impetuosos, tan fecundos, plegarse de manera tan heroica y obediente a reglas, pautas y normas de creación, a exigencias formales tan elevadas, a motivaciones metafísicas tan potentes. ¡Cuántos frutos grandiosos del arte musical produjo esa obediencia! Qué seriedad y tristeza, sin embargo, la del individualismo subjetivista, desarrollado y desplegado ya a partir de entonces hasta nuestra época.

La Reforma impulsó el individualismo no sólo en el campo de la fe. También, consiguientemente, en el de la creación artística. El gran Siglo de Oro de la Polifonía Sacra española, coincidente con el impulso contrarreformista, es el gran momento de la motivación no individualista del espíritu creador. Cuando la gran motivación de un artista es encauzar sus impulsos creadores en pos de la Liturgia, las exigencias formales que impone a su creación se elevan hasta lo máximo, pues no compone para él, compone para la Iglesia, compone para celebrar eclesiásticamente el Sacrificio de Cristo en la Santa Misa.

En la música flamenca, el texto cantado era secundario, y quedaba ahogado por el virtuosismo melódico y contrapuntístico. La Iglesia corrigió este abuso individualista del espíritu creador y dispuso las bases para un arte polifónico en que la motivación religiosa plantea graves exigencias formales a los creadores: la Palabra de Dios debe quedar siempre en primer plano.

Muy distinto es que el listón de las exigencias formales lo establezca una institución divina, la Iglesia, a que lo establezca un individuo a partir de su solo criterio.

El estudio de los diversos estilos polifónicos debió de servir para clarificar las exigencias y discernir las motivaciones. Lo que se exige al músico, según el Concilio Tridentino, es dejar a un lado lo mundano, los modelos profanos de parodia, la austeridad melódica (también el ejemplo de vida, la austeridad de las costumbres);

que el texto sagrado sea claramente inteligible; rechazar el virtuosismo superficial, el adorno vano y vulgar de ciertas corrientes humanistas del renacimiento. Los efectos de estas exigencias ya lo sabemos: la depuración de la motivación creadora, que da lugar a piezas de gran rigor, de diamantina belleza, de acrisolada técnica, de cristalina pureza de intención y belleza sobrenatural. Palestrina, Victoria, Lasso, Guerrero, Morales, Lobo...

De plantas, identidades, demonios, luces y columnas que sujetan el mundo

DE LO VEGETATIVO Y LOS DEMONIOS
Habitan los demonios donde no hay botánicas, en el puro desierto, el exterior como el interior.
La presencia de árboles, plantas y flores nos tranquiliza, hace amable el mundo.
Lo vegetativo es el estrato de la Creación donde en menor medida ha penetrado el mal.
Allá donde avanza la consciencia en las potencias animales proliferan los efectos el pecado.

DE SERES E IDENTIDADES
De lo que un ser humano es capaz cualquiera lo es.
De lo malo, como de lo bueno.
Todos los hombres somos idénticos en cuanto a la naturaleza.
En metafísica clásica se conciben dos identidades del ente:
la identidad del ente consigo mismo, o substancialidad,
--todo ente es idéntico consigo mismo, omne ens est unum secum.
y
la identidad del ente con otros entes como él, o relacionabilidad,
--todo ente es idéntico con otros, omne ens est unum cum aliis, en virtud a esa comunidad de identidades fundada en el ser.

Vivir de acuerdo con nuestra propia naturaleza
es necesario para descubrir lo que somos y no perder nuestra propia identidad.
De esto se encarga la Ley Natural, que mora en la conciencia. Ella nos avisa de los peligros en que podemos caer, nos avisa del principal agente de pérdida de identidad, el pecado

--que siempre es una perversión de nuestra naturaleza herida, un alejarnos antinaturalmente de aquello para lo cual fuimos dotados de un ser y creados con una identidad natural definida.

La Ley Natural también regula
aquello que compromete nuestro ser en las relaciones con los otros, y nos previene de acciones que crean un desorden contra la naturaleza, cuya ejecución borra en nosotros la identidad con el prójimo, nos aleja de la comunión humana, desvirtúa nuestra capacidad para relacionarnos. NOS HACE EXTRAÑOS.

DE FALSA CATEQUÉTICA
Catequesis voluntaristas en que se habla y se habla de valores y valores y valores. tenemos que ser así, tenemos que hacer esto y lo otro, tenemos... tenemos...
El centro que guía esta pastoral es el ser humano: lo que debe sentir, lo que debe hacer, lo que debe pensar, lo que debe...lo que debe....
Sin embargo el lenguaje de la fe, que escuchamos en la Divina Liturgia, nada tiene que ver con esto.
El lenguaje de Cristo nada tiene que ver con esto. El lenguaje de la fe se centra en el Sacrificio redentor de Cristo y nuestra asociación salvífica a él por la Gracia.
El antídoto contra estas catequesis lo ofrece un solo párrafo del CVII:

« al participar en el sacrificio eucarístico, fuente y cima de la vida cristiana, (los cristianos) ofrecen a Dios la Víctima divina y a sí mismos con ella » Lumen gentium, 11.

Una catequética vrdaderamente luminosa es aquella que está centrada en lo que el Redentor hace por nosotros.
Y lo que hacemos por Él, con Él y en Él.
Como decía un amigo: --es que yo, si no hablo de Cristo, me aburro mortalmente.

DE LA CIUDAD OSCURA Y LA CIUDAD DE LA LUZ
La Liturgia es lámpara del Cielo.
En el lenguaje bíblico-tradicional de la Iglesia, la luz es imagen de la naturaleza divina.
Por ella nos viene la fe, la esperanza y la caridad que nos hacen hijos de la luz, criaturas nuevas, iluminadas e iluminantes.
El pecado es tiniebla.
Pero la Ciudad de Dios, Ciudad Celestial, la Iglesia, es plenamente luminosa por el Espíritu, y en la santidad de sus miembros refulge la luz que procede de ella, Esposa de Cristo.
La Iglesia es luz y en los santos brilla la luz de la Iglesia.

En el libro de la Sabiduría, 17, 2, la Escritura nos muestra el mundo de los que viven en el pecado como un mundo oscuro, tenebroso. De los egipcios, prefiguración de los hombres esclavizados por el mal, dice que

"yacían encadenados en las tinieblas, prisioneros de una larga noche, encerrados bajo sus techos, excluidos de la providencia eterna."


Por el pecado habitamos en el Egipto de la carne, en la Ciudad Oscura, como esclavos que trabajan para el faraón, príncipe de este mundo.


En Lucas 1, 78:79 los Libros Santos nos anuncian a Aquel cuya Luz, presente en el Tabor, iluminará la Ciudad Oscura y liberará a los esclavos de la sombra.

78
gracias a la misericordiosa ternura de nuestro Dios, que nos traerá del cielo la visita del Sol naciente,
79
para iluminar a los que están en las tinieblas y en la sombra de la muerte,

En Lucas 16, 8
la Escritura contrapone los hijos de la Ciudad Oscura a los hijos de la luz.
San Agustín describe la historia del ser humano como el desarrollo de dos ciudades. Una se organiza en torno a la luz del Verbo. Otra se está constantemente movimiendo alrededor de las sombras.
La Ciudad oscura está centrada, como dice León Bloy en su diario de 1917, "en el corazón del Abismo".
Pero una ciudad refulge en lo alto del monte, a la vista de todos, en la cima de la Montaña de Dios. Es la Ciudad Celeste, la Ciudad Litúrgica.
Como nos recuerda Bouyer subir a la montaña de Dios es la expresión bíblicotradicional de entrar en la Ciudad celeste, donde Mora la Presencia del Todopoderoso.
Dios llama a Moisés a subir hasta Él subiendo el Horeb, donde se hace presente en forma de nube y fuego devorador. Esa nube y ese fuego devorador son símbolo de la Iglesia.

Cuando, junto a Elías, vuelva al nuevo Horeb, que es Monte Tabor, Moisés contemplará la plenitud de la Divinidad en la persona misma del Verbo Encarnado. Moisés contemplará la plenitud de la Divinidad manifestada en forma de luz en el Cuerpo Transfigurado de Cristo, que es la Iglesia.

LA EXÉGESIS TAMBIÉN GUSTA A LOS DEMONIOS
Opinar que Jesús no es Dios ya sabemos de donde viene. Directamente del Maligno disfrazado de exégeta.
Así, bajo la excusa de moderna exégesis, se anula la razón misma de la Sagrada Escritura: hablarnos del Dios vivo. La Escritura pasa a hablar, sólo, del hombre sin Dios de este siglo, y de lo que le parece conveniente bajo la perspectiva de este mundo.
"Y el Anticristo nos dice entonces, con gran erudición, que una exégesis que lee la Biblia en la perspectiva de la fe en el Dios vivo y, al hacerlo, le escucha, es fundamentalismo". (Jesús de Nazaret, Benedicto XVI)

DE UNA COLUMNA QUE SUJETA EL MUNDO
"La Iglesia, columna y fundamento de la Verdad", 1 Timoteo 3, 15.
Qué enunciado tan claro, rotundo, explícito. Una lectura literal nos debería conducir a afirmarnos en la fe de la Iglesia. Sin embargo, ¿es posible, sin la Iglesia, una lectura literal? La respuesta es no.
Este versículo tan clarísimo lo he encontrado, navegando por la red, interpretado de decenas de maneras distintas.

Cuando hace falta leer literalmente un pasaje, como este caso, la persona no es capaz de hacerlo si no sabe, de antemano, la doctrina verdadera sobre la Iglesia. Es cuando, a priori, conoce la doctrina de la Iglesia sobre la Iglesia, cuando es capaz de leer literalmente, como se merece, este pasaje.

La Iglesia nos enseña cuándo debemos leer literalmente
; cuándo el sentido hace referencia a una verdad que lo sustenta y da sentido; cuándo el pasaje en cuestión hay que leerlo "por analogía con otras verdades de la fe", etc.

En esta pedagogía eclesial de la lectura de la Escritura, los Padres de la Iglesia, sus Doctores, la vida de los santos que hicieron carne la Palabra, es esencial; así como, ante todo, la Liturgia, en que el sentido auténtico de la Escritura se canta, se proclama en la tierra y en el cielo, para mayor gloria de Jesucristo nuestro Señor.

Así, con más razón que nunca, podemos afirmar que la columna y el fundamento de la Verdad es la Iglesia. Porque es la casa de Dios vivo, y donde vive el Dios que habla y pronuncia su Escritura, allí vive el sentido de esa Escritura, y solamente allí.

jueves, 26 de enero de 2012

De nadas y desiertos y cantos de alabanza

Habitan los demonios donde no hay árboles ni plantas. Su empeño es que no florezca ni arraigue nada. Moran a gusto en las soledades del desierto, como pensaban los antiguos.

En la literatura, el desierto es enemigo y su paisaje es campo de heroísmo. Frodo sufre la opresión del camino tenebroso hacia Mordor, en que la aridez aumenta y con ella sus tentaciones, que llegan a oprimirle tanto que no puede caminar sin la ayuda de su amigo Sam.

Saint-Exupéry, el aviador y escritor autor de El principito, se estrelló con su avión en el desierto del Sáhara. Tanto él como su ayudante, que también sobrevivió, padecieron alucinaciones visuales y auditivas. Como contrapartida, el pequeño príncipe y su rosa nacieron allí, con sus dibujos de heroísmo natural. Lástima de vida truncada. Se quedó a las puertas de la conversión, que sepamos. Leyendo su obra inconclusa Ciudadela contemplamos a Dios llamando a la puerta del escritor para que le abra y conformar su oasis. Porque para Dios no hay imposibles, y el conocimiento natural prepara para su Gracia. En Ciudadela la victoria sobre el desierto es el comiezo del orden tan ansiadamente buscado.

El canto de los poemas postreros de Friedrich Nietzsche es uno sólo: ¡Avanza el desierto! Es el tenebroso júbilo nihilista que confirma el avance de la nada.

Derrotar al desierto. Vencer sus tentaciones. Tras esto empezó el Señor su vida pública. A esto se dedican ermitaños y cenobitas.
Cristo vence al desierto, porque es el Agua de Vida. Los cristianos cecen como cedros del Líbano, canta el salmista.

San Antonio Abad
se hizo maestro en descubrir engaños diabólicos. A él acudían desde muy lejos para aprender ciencia contra el Maligno. Con tanto afán de victoria, que derribaron la muralla que se había construído en las montañas de Pispir para aislarse del mundo y poder verlo y escucharle.
Al espantoso desierto de Nitria se retiró San Ammón. Cinco mil discípulos llegó a tener en aquel horripilante valle de nitro. En el centro del valle de tierra los monjes cantaban en hileras de celdas de penitencia, y todo el desierto cantaba estremeciendo la nada y colmándola de Cristo.

Paladio
, que asistió a aquella Liturgia de soledades, creía estar arrebatado en el paraíso.

San Atanasio
comenta igualmente el fervor que suscitaba el canto de las montañas de Pispir, cuando los monjes entonaban "como coros celestiales que cantaban las alabanzas divinas".

Aquel desierto litúrgico era un anticipo del Cielo.

martes, 24 de enero de 2012

De paradojas y esposas santas como el Agua pura de Cristo

Paradojas, que no contradicciones.
De Maritain. El ahijado de León Bloy se propuso como meta rescatar el humanismo de las jaulas del racionalismo antropocéntrico de corte mecanicista. Para ello, aunque parezca contradictorio, tenía que acabar antes con el irracionalismo panteísta del idealismo burgués --que tan venenosamente ha calado en la New Age.
--Y es que el racionalismo antropotrópico y el irracionalismo geotrópico son como los dos polos del mismo planeta imaginario: el nihilismo. Geotropismo ecológico y antropocentrismo no dejan de ser formas sutiles de alquimia y de gnosis redivivas por la apostasía.
Metafísica de consumo.
La New Age ofrece (pseudo)espiritualidad para consumo rápido. Manuales de autoayuda para una sociedad ociosa. Comida basura para el espíritu.
La Gracia, esa gran depuradora. Somos agua mala. Y con agua mala no podemos saciar nuestra sed. Necesitamos del Agua de Cristo, que es Agua Viva y Activa que limpia nuestra agua y la depura. Nuestra esperanza reside en el fluir de sus Promesas, que no deja de aumentar su caudal sin destruir nuestra propia agua. Un agua mala juntamente con ese agua pura que mana eternamente, que es nuestra Esperanza, la fuente que no se agota, como dice Péguy.
Nuestro Obispo D. Rafael Zornoza observaba recientemente que "aunque demos todo lo que tenemos, bien poco da quien no da a Cristo". Somos embajadores del Agua de Vida que es Cristo, y si no damos de este Agua de eternidad, nada damos que pueda en verdad saciar la sed de los sedientos que nos rodean. Y de suscitar sed en los que se creen saciados.
Tanto Jacques Maritain como su padrino León Bloy contaban para realizar su obra con un cimiento muy sólido: la virtud y profunda espiritualidad de sus extraordinarias esposas: Raisa y Juana.
La exquisitez espiritual del humanismo teotrópico de ambos procede sin duda de la sensibilidad mística de sus cónyuges, que tan hondamente amaron a la Iglesia, que tan elevada experiencia tuvieron del Misterio de la misma en cuanto Esposa. La Iglesia es la imagen santa de todas las esposas. Por eso un hogar tiene esperanza cuando la madre de familia es la Iglesia.

jueves, 19 de enero de 2012

Que si los fundamentos aparentes de todas las cosas estallaran en mil pedazos, en nada nos afectaría

Estoy convencido:

hay un importante número de demonios cuya principal ocupación es ENGAÑAR .

Allá donde el mundo reconoce un fundamento aparente de algo, hay un espíritu diabólico encargado de aportarle razones y argumentos.

Habrá demonios, y muchos, entretenidos en tentar, pero son muchos más, pienso, los que enarbolan la bandera del error imitador de verdades, por así decir, entre las filas de los crédulos, es decir, de los que no tienen fe.

Error imitador de verdades
es equivalente a "sentimiento" según lo demoníaco. Las potestades del mal son románticas ante todo.

Es el engaño de los falsos fundamentos de las cosas: son rodeados de sentimentalismo agradable, y hay errores fundamentales que emocionan tanto a los crédulos que llegan a desearse, para lograr sus afectos engañosos.

Y es que el sentimentalismo y la credulidad van de la mano. Todo un invento de los diablos para hacer bonito y llamativo el abismo de la nada, la apariencia encantadora de algunos errores terroríficos.

Entonces la nada pasa a convertirse en una espantosa Ausencia, la de Aquel que es la Verdad en que se fundamentan cielo y tierra.

La falta de fe deviene en tenebrosa credulidad. Y los errores que imitan verdades son tenidos por verdades.

Así lo malo es tenido por bueno, el sueño por vigilia, y la arena por cimiento de la casa.

Si los fundamentos aparentes de las cosas estallaran en mil pedazos
a nuestro alrededor, en nada nos afectaría a nosotros los miembros de Cristo.

Pues Uno solo es el Fundamento: Jesucristo (1 Cor 3, 11),

Y Cristo es eterno,
Cristo no caduca,
Cristo no se rompe,
Cristo vive siempre

y en nada se divide ni disgrega.

Es siempre Uno, el Viviente, y Él mismo.

Y a sus miembros fundamenta con su propia Vida.

Por tanto si el mundo de los fundamentos aparentes se hundiera, en nada nos afectaría a nosotros, insertos en Cristo por la Gracia, como miembros suyos.

Su Fundamento nos alcanza y da sentido a todo,

por su Cuerpo, que habitamos litúrgicamente.

Pues nuestros pies caminan firmes sobre la roca, que es la Iglesia,

Cuerpo del Único Fundamento que existe.

LAUS DEO

De cuál es el fundamento, y que sólo hay uno

"Nadie puede poner otro fundamento que el que ya ha sido puesto, que es Jesucristo". (1 Cor 3, 11).

La Palabra de Dios es tajante y clara.

Nadie puede poner otro fundamento que Cristo.

¿Por qué?

Porque "ningún otro Nombre nos ha sido dado bajo el cielo por el que podamos salvarnos" (Hechos 4, 12)

Sólo un fundamento.

Y ese fundamento no es cosa, valor o idea, sino Persona.

No hemos de poner el fundamento en los valores familiares, ni en los morales, religiosos, culturales, democráticos...

No en "los valores o los mensajes o el "programa ético" " de Cristo,

sino en Cristo mismo.

En su Vida, que es Gracia.

El fundamento es todo Él,

su Alma, su Cuerpo, su Sangre, su Divinidad, su Humanidad...

Su Santa Presencia.

Comulgar a Cristo y alimentarnos de su Gracia.

Ser otro Cristo, de forma que no seamos nosotros, sino Él, quien viva en nosotros.

Aquí está el fundamento.

Lo demás es nada.

miércoles, 18 de enero de 2012

Sólo importa la confianza

No importa el mal que padezcamos tanto como la falta de confianza en Quien nos lo ha de curar.

A menudo basamos nuestra vida cristiana en una espantosa convicción: que no llegaremos a ser santos.

Y nos acomodamos a ella, y rezamos por si acaso, o para cuando cambiemos de certidumbre.

Es una forma carnal de vida cristiana. Es falta de confianza en Quien nos puede santificar y lo hará, si nos determinamos a dejarle hacerlo.

Y así realizamos obras de apostolado, reuniones, veladas, catequesis... como queriendo pero sin querer de verdad,

porque asumimos que no seremos capaces de sudar sangre, de someternos a los suplicios del Testimonio, de macerar nuestra carne como la maceraron los santos. Somos menos que ellos, nos autoengañamos minusvalorando la Gracia y sobrevalorando el mal.

No queremos creer que somos capaces por Gracia de hacer y padecer todo aquello que Dios nos mande, sea lo que sea, y cueste lo que cueste.

Así pensamos, y así morimos a la Gracia, poco a poco, en proporción creciente de tibieza.

¡Despertemos de la intoxicación de la desconfianza, que nos vuelve tan horrorosamente mediocres!

Dejemos de decir: qué difícil es esto y lo otro en la vida cristiana.

¡Todo lo podemos!

La Gracia es poder de Dios.

No importa el mal que padezcamos,

sólo importa la confianza.

martes, 17 de enero de 2012

La grandeza del remedio

Que Dios Creador disponga formas y organismos con sabiduría, y que por el pecado del hombre esta disposición se altere,

es tan lógico como misterioso.

Pero que Dios mismo sude sangre y se deje ultrajar como lo hizo...

esto hace saltar los goznes del mundo.

No hay palanca que pueda levantar un peso como éste, salvo la Gracia.

Y esos ultrajes, ese sudor de sangre, nos hacen comprender la gravedad de la alteración.

Y la grandeza infinita del Remedio.

lunes, 16 de enero de 2012

De nuevo sobre la umbela

Cuando las formas naturales adoptan diseños maquinales, que recuerdan a las estructuras del mundo técnico, hemos de preguntarnos si aquí no se produjo una reducción del sentido, en pos de una ampliación de la utilidad.

En una entrada reciente he comentado el sentido reduccionista de estos diseños, que parecen efecto del pecado original, en nuestra opinión.

Junto a esta reducción de lo gratuito de las formas al determinismo de la utilidad, encontramos asimismo una elevación de la potencia metafísica. Como ejemplo, es común que los diseños maquinales coincidan en especies de alta toxicidad. Es decir, aumenta su capacidad para producir males. Su violencia.

--Y no hemos de confundir estos diseños funcionales con los puramente geométricos, en que sobreabunda lo gratuito, el goce puro de la belleza creatural. --Y el sentido, su razón de ser --que no ha confundirse con la estricta utilidad.

Vemos, pues, a un nivel puramente botánico, cómo las formas reducidas a diseños que recuerdan a mecanismos y estructuras, poseen en su interior altas concentraciones de poder.

Y es que lo maquinal, lo mecanicista, aumenta el dominio y la voluntad de poder, como en el mundo de la técnica.

De tontos y soberbios y el arte del mundo

Sobrecoge pensar que a Bruckner lo tomaran por tonto. La arquitectura colosal de esos himnos orquestales de alabanza, que son sus sinfonías, contrasta con la humildad de su vida pequeña, desapercibida, insustancial a los ojos del mundo.

Pero, pensándolo bien, ¿qué va a pensar el mundo de un músico que reza frente al órgano, antes de ponerse a tocar? ¿Qué puede pensar el mundo de un artista que pide al Señor le deje penetrar en su Misterio, que le haga compartir su calvario para poder componer?

En sus conciertos abundaban los abucheos y los insultos, como en su vida las mortificaciones.

Tan manso era, que dejaba a sus amigos retocarle las sinfonías, sabiendo él que estaban bien, ¡y tan bien! como estaban. Pero no quería disgustarles. ¡! Y les dejaba hacer y deshacer. Luego se encargaba de corregir las correcciones.

Sobrecoge la soberbia del mundo que nos rodea.

Frente a la grandeza del Arte sublime de otro tiempo, en su humildad,

estremece la pequeñez del arte feísta de hoy, en su soberbia.

Dice Bloy que antaño se hacía un arte verdaderamente grande con medios y recursos muy reducidos.

Pero ahora se hace, en cambio, un arte nimio e insignificante con medios exagerados. Pelagianismo.

Es el arte del siglo, las formas del pecado y de la Ausencia de Dios.

Pues, de un arte del que Dios se ha retirado, como dice Bloy, ¿qué podemos esperar, por grandes que sean los medios de que disponga?

De un hombre humilde, pobre, sencillo, acostumbrado a los insultos y a ser menospreciado,

surge la obra sinfonica más grande de la historia musical.

Sobre la gratuidad de la belleza, y del sentido y la función de los diseños maquinales

Sobre la umbela. Lo que incomoda de esta forma es su descarado utilitarismo. Como si la naturaleza pasara por alto la importancia de la belleza. Asimismo, su potencia metafísica. Esos radios concentrados en un punto invocan alguna especie de poder. No es de extrañar que entre las umbelíferas abunden las toxinas.

Es lo que ocurre con los diseños maquinales, repetitivos, utilitaristas. Sólo importa la función que deben realizar. La belleza se convierte en un lujo inútil. No me cabe duda: cuando alguna forma natural evoca diseños maquinales, se encuentra en ellas un efecto del pecado original. El malestar que siento en la contemplación de las umbelas sólo disminuye en aquellas especies que presentan umbelas en las umbelas. Porque en ellas la sensación de maquinismo disminuye, y surge una nueva impresión, la de la gratuidad, la de lo innecesario, el puro arte, como unos fuegos artificiales en la fiesta de la Creación. Por eso me resultan gratas las umbelíferas con umbelas umbeladas, como en la cañaheja (Thapsia villosa, en la foto)

Distinto a esto es el hecho de la existencia en las formas naturales de un sentido, de una razón de ser. Que un órgano tenga un sentido, no implica que sea estrictamente utilitario. La esencia de lo natural es lo gratuito. Los colores de las aves, las formas de las inflorescencias no pueden explicarse únicamente en función de su función.

Porque lo natural es fruto del Amor creador de Dios, y en el Amor hay desborde, sobreabundancia, gratuidad. Como en el arte. La función viene después, con el desorden original.

Sólo el mecanicismo confunde lo gratuito con lo absurdo.

domingo, 15 de enero de 2012

De oscuras simetrías y de máquinas, o sobre el resurgir del mecanicismo en la cultura de la muerte

Uno de los efectos del pecado original sobre la naturaleza fue sin duda la perversión del sentido; lo mecánico ocupa el lugar de lo puramente gratuito. La utilidad práctica substituye a la gratuidad de la belleza, y el logro al gozo.

Es lo que ocurre con esas formas naturales que, por la alteración morfológica efectuada en ellas por el pecado original, parecen formas artificiales, y nos recuerdan a diseños mecánicos, como la umbela; y a simetrías maquinales, como esas cuya imagen nos tortura en pesadillas. --Lo siniestro de los diseños mecanicistas fue vislumbrado por El Bosco. Y no es de extrañar que fuera el veneno de una umbelífera (Conium maculatum, cicuta) el usado para matar a Sócrates.

En la estética desvirtuada del mecanicismo, la simetría de las proporciones deja paso a la simetría de las utilidades. Resulta llamativo, en el orden de las religiones naturales y de la pura razón, el rechazo por las simetrías mecanicistas. Por ejemplo en la arquitectura oriental, en concreto la tibetana. La simetría mecanicista propia de las máquinas tiene poder para atraer a los demonios, por eso es evitada en los templos tibetanos. Pero es contrarrestrada con asimetrías antinaturales igualmente siniestras, propias de todo el mundo cultual nihilista. Esculpen demonios en las entradas de los templos para asustar a los demonios que invocan en su meditación de vacío.

Y es que lo asimétrico artificial y desproporcionado conduce al mundo de las formas oscuras, de las estructuras estéticas del mal. Y está íntimamente relacionada, aunque parezca una contradicción, con las simetrías artificiales del mecanicismo y del arte absurdo y feísta. Todo forma parte del irracionalismo.

No se puede purificar lo mecanicista con lo artificial, sino con la belleza y la proporción, con la simetría racional, no con la simetría artificial del mundo deshumanizado del mecanicismo, como si el mundo fuera una simple máquina de engranajes.



La New Age pretende combatir el mecanicismo con su irracionalidad, y el resultado es catastrófico. Mucha gente hastiada del vacío mecanicista se hunde en el pensamiento novaeriano y su pseudometafícia mágica. La New Age es una tentación demoníaca para huir del materialismo mecanicista. Los extremos se tocan. Contra la New Age van surgiendo formas de filosofía mecanicista atea. Pero el círculo se cierra y el ahogo esiritual va en aumento.

La sensación desagradable y tenebrosa que nos invade cuando contemplamos obras de arte desproporcionado y absurdo, o formas portadoras de ese espíritu asimétrico y/o simétrico-artificial que inspira profundamente el arte postmoderno y la cultura de las sociedades apóstatas, --disfrazada de utilitarismo técnico, en que la asimetría es técnica constructiva. Es la opresión terrible del mundo exclusivamente irracional del mecanicismo absurdo, que de forma tan impresionante denuncia Kafka en "El proceso". La asimetría irracional y la simetría mecanicista son formas hermanas.

Por influencia de Descartes, la mayoría de los filósofos naturales del siglo XVII, en especial los fisiólogos, se hicieron mecanicistas. Su optimismo técnico convirtió al ser humano en un robot cuya alma era una parte más del engranaje. Borelli en su "De motu animalium", 1680, concibe al ser humano como una máquina hidráulica. El sentido vital creatural de la fisiología humana quedaba por tanto vedado a la razón. Pronto el optimismo mecanicista degeneró en pesimismo. De esta manera el ateísmo radical entró en la ciencia de la mano del materialismo mecanicista, que hallaba su punto álgido en el sensualismo desesperado y sin Dios de La Mettrie y su "El hombre máquina". Pronto la ciencia sería utilizada para el ejercicio del mal.

Fueron los filósofos naturales ingleses los encargados de revelar las maravillas de la Creación de Dios y su complejidad no reducible a mecanismos, sino a organismos. --Los robots no tienen organismos, sino engranajes de sombras y ruedas dentadas.-- En 1704 el gran botánico y ornitólogo John Ray publica "La sabiduría de Dios manifestada en las obras de la Creación", una bellísima obra científica seria y rigurosa sin mecanicismo, gozosa y llena de belleza. Aire fresco. La obra extraordinaria de Ray influría decisivamente en William Paley (1743-1805) en su "Teología natural", de 1802, y en Charles Darwin (1809-1882), cuya malentendida obra hay que entenderla dentro de este contexto, en el marco de una filosofía natural que no renuncia a elevarse al Creador y a gozar de la belleza sobreabundante de su Obra sin reducirla y retorcerla.

También el mecanicismo penetró en la Teología. La casuística moral, el examen de cumplimientos como una forma natural de salvación por vía de derecho retributivo, el engranaje de la ética humano-céntrica y el desprecio de lo sobrenatural-gratuito y del gozo profundo de la vida en el Espíritu. La religión convertida en una máquina de moralidad.

Frente a todo esto, nosotros celebramos a Dios Creador y la belleza sobreabundante de todo aquello que salió de sus manos en su inefable multiplicidad, accesible a la razón iluminada por la fe. Frente a todo esto, nosotros propugnamos la pura gratuidad de la Gracia y la liberación de la razón y la belleza.

Celebramos una ciencia recta y gozosa no reductiva. Y advertimos de la vuelta del mecanicismo, bajo otras formas pseudocientíficas enemigas de la vida, como una técnica de dominio al servicio de la muerte. Vuelve la ciencia del hombre máquina con sus técnicas inhumanas in vitro, y la perversión radical del sentido de la vida humana, para la cual un nonato es sólo una pieza más que se puede extirpar, los embriones son congelables y reutilizables... y la vida del príncipe de la creación, el ser humano, deviene en engranaje.

Frente a esto no vale solamente la razón, por muy recta que sea. Es necesaria la fe. Es necesario el regreso de la Ciencia teotrópica, como en tiempos de la Cristiandad. Una ciencia preparada, si hace falta, para el martirio. La enfermedad mecanicista necesita de una medicina que sólo Cristo, el Logos viviente, puede ofrecer. Porque a Él pertenece la verdadera Ciencia, y es la causa de toda sabiduría.

LAUS DEO

sábado, 14 de enero de 2012

Sobre la falsa salud del Vacío

Miedo al vacío. Horror vacui. Mérito de Aristóteles es descubrir el espanto al vacío. El nihilismo que culmina en Descartes ridiculizó el horror vacui para glorificar la Nada. Nietzche concibe la moral como un vacío que rellenar con valores. Transmutar los valores es ocupar la nada con nuevas valoraciones, vaciarla de Divinidad y rellenarla de sobrehumanidad.

En filosofía natural, el axioma griego «La Naturaleza aborrece el vacío», fue despreciado por la ciencia irracionalista, cuyo exponente es la visión jansenista y protestante en general de la razón, como ocurre en Pascal.

El vacío es la Nada, es decir, el Mal. Pues el mal es una ausencia. La ausencia de Bien, como definió Santo Tomás de Aquino. Es efecto del pecado hundirnos en el determinismo de la nada. "Nada pesa tanto como la Nada" afirma León Bloy. Por el pecado, "Dios se retira", dice Bloy,

y queda el vacío, el mal.

Los demonios sienten fascinación por el vacío, por el mal. Acuden a Él como moscas a la putrefacción. Nada más apetecible para las potestades del mal que los vacíos mentales provocados por técnicas de meditación. Si al vacío mental se le suma el binestar físico, el éxito está garantizado. Se atrapa al alma por la falsa sensación de bien-estar. Las imágenes espantosas de los dioses hinduístas están sonrientes, a gusto, aparentemente felices. El bienestar físico artificialmente provocado por los demonios yóguicos es la antesala de la perdición.

Mérito carismático de Bloy es haberse percatado de la alianza tenebrosa que existe entre el Maligno y los agentes patógenos, las enfermedades en general, que son efecto del pecado, como cataclismo cósmico. El maligno puede llamar a sus aliados y ordenarles la retirada. Origina una sensación aparente y espectral de pseudo-salud, por la que engancha el alma y la vacía de su anhelo de auténtica salud, de su deseo de ver a Dios Sanador, el Salvador, el Único que es Medicina Verdadera por sus acciones terapéuticas, --es decir, por los sacramentos.

El grandísimo músico Nicolás Gombert (retratado en la imagen que encabeza este post) siente tal horror al vacío, que satura sus composiciones de forma que ningún hueco quede para el mal. Es una polifonía densa y quintaesenciada, donde ningún silencio se hace aliado del mal. Y se dedica a cantar la belleza del bien y la tribulación de la nada

jueves, 12 de enero de 2012

Palabras de Benedicto XVI sobre Anton Bruckner

Impresiona que la obra musical más imponente y sublime que se haya escrito la haya compuesto un hombre al que tomaban por tonto.

Impresiona que la ardiente fe católica de este músico, satirizado cruelmente por sus contemporáneos, haya sido la única causa creativa de un artista que pasaba más tiempo rezando que componiendo.

Se dice que el tiempo que le quedaba libre de su más absorbente ocupación lo dedicaba a la música. Y que esa tarea que le absorbía no era sino la oración devota, sencilla y humilde de un músico portentoso cuya espiritualidad comparaban despectivamente con la fe del carbonero.

A propósito de esta grandiosa obra que es la Novena Sinfonía leo unas palabras de Benedicto XVI sobre Anton Bruckner, a raíz de la escucha en el Vaticano del Te Deum y la :

El Papa dijo que escuchar la música de Bruckner es “como encontrarse dentro de una gran catedral, observando las imponentes estructuras de su arquitectura que nos envuelven, nos empujan hacia arriba y nos emocionan. "

Y continúa:

"Hay, además, un aspecto que está en la base de la producción de Bruckner, tanto sinfónica como sacra: su fe, sencilla, sólida y genuina, conservada durante toda la vida”. “El gran director de orquesta Bruno Walter, comparando a Bruckner con otro representante del romanticismo tardío decía: “Mahler estuvo siempre en busca de Dios, mientras Bruckner lo había encontrado”. Y la sinfonía que hemos escuchado tiene un título preciso: “Dem lieben Gott” (Al buen Dios), casi como si hubiera querido dedicar y confiar el fruto último y maduro de su arte a Aquel en quien había creído siempre, en aquellos momentos el único y verdadero interlocutor a quien dirigirse llegado al último tramo de su existencia”, añadió Benedicto XVI.

Bruckner pedía al buen Dios que le dejase entrar en su misterio (...) para alabar al Señor en el cielo como había hecho con su música en la tierra. “Te Deum laudamus, Te Deum confitemur”, esta grandiosa obra que hemos escuchado, escrita de un tirón y reelaborada durante 15 años, casi replanteándose cómo dar gracias y alabar mejor a Dios, sintetiza la fe de este gran músico. También es un llamamiento que nos atañe, para que abramos los horizontes y pensemos en la vida eterna, no para huir del presente, aunque esté jalonado de problemas y dificultades, sino más bien para vivirlo todavía más intensamente, llevando a la realidad en que vivimos un poco de luz, de esperanza y de amor”.(24 de octubre de 2011)

Hay una Sinfonía de Bruckner que me emociona de forma especial, y es la Cuarta. En el último movimiento hay una Coda, es decir, una Conclusión, con la que termina la Sinfonía, que es verdaderamente sobrecogedor.

He buscado algún video por You Tube de esta Coda, y sólo he encontrado la interpretada por Celibidache, un director que no me gusta nada y no recomiendo, por más que sea considerado "el más grande" por algunos, pero es la única versión concreta de la Coda que he podido hallar.

Vale la pena atender unos minutos a este sobrecogedor crescendo atravesado de sonoridades litúrgicas.


martes, 10 de enero de 2012

Todo el dolor del mundo

Nada obligaba al Señor a dejarse ultrajar por nosotros hasta lo inconcebible.

Y si en esa bandeja sangrienta que fue su Pasión, nos ofreció todo su Cuerpo y su Sangre, fue dándolo gratis, puesto que con nada propiamente nuestro podíamos pagarlo.

Y fue su Voluntad ser flagelado hasta el Semblante, castigado hasta la Frente, dibujado de espinas y salivazos, para que pudiéramos contemplar el Rostro mismo del Dolor.

Porque el ser humano no sabe sufrir si Dios mismo no viene a enseñarnos y a mostrarnos cómo se transforma el sufrimiento en salvación.

Y así lo hace, el Todopoderoso, ocupando nuestro miserable lugar, y demostrándonos cómo se sufre, capacitándonos por Gracia para sufrir como Él, con Él, y en Él en su misma cruz.

Salvando con Él, y en Él, a base de dolor.

Laus Deo!

Que todo el mal que existe y existirá en el mundo, desde entonces, pasa por el Cuerpo Divino del Redentor, que es su Iglesia, y cuando llega a nosotros ya está sobrenaturalizado.

¡La Iglesia, Sacramento del Dolor, del verdadero Dolor, el que salva, y no el que destruye!

Pensamiento estremecedor, que ha de pulverizar en nosotros, para siempre, toda corteza de miedo, todo residuo de temor, todo lastre de cobardía.

A nosotros nos queda, por la obediencia, hacer crecer la Gracia luminosamente,

y permanecer con todo nuestro ser clavados en la cruz, junto a Él,

aprovechándolo como un tesoro,

de forma que en el semblante de nuestra alma se refleje la Santa Faz del Redentor.

Hasta el final del mundo

Dios sabe que tenemos un corazón de mármol y que es difícil conmoverlo.

Se espanta del sacrificio que ha de hacer para conmovernos y que creamos.

Suda Sangre.

Sabe que nuestra falsa libertad nos permitirá escupirle, abofetearle, darle empujones, flagelarle de forma que no quede en su cuerpo un palmo sin abrir; coronarle de espinas, hacerle cargar con una cruz y crucificarle en lo alto de un cerro helado y espantoso.

Sabe que sus llagas permanecerán abiertas hasta el final de mundo.

Y que aún así muchos no se conmoverán al verle y preferirán a Barrabás.

Sabe que elegiremos a Barrabás muchas veces.

Pero fijémonos en lo que nos dice:

"18 Acercándose, Jesús les dijo: «Yo he recibido todo poder en el cielo y en la tierra. "

Deja sin embargo que le ignores y desprecies con cada pecado mortal que cometas .

"19 Vayan, entonces, y hagan que todos los pueblos sean mis discípulos, bautizándolos en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo,"

Deja sin embargo que calles su Nombre y ocultes la verdad, no se moleste tu amigo, no se escandalice nuestra sociedad.

"20 y enseñándoles a cumplir todo lo que yo les he mandado. "

Deja sin embargo que incumplas todo lo que te manda sin obligarte a cumplirlo a la fuerza.

Y yo estaré con ustedes hasta el fin del mundo»." (Mt 28, 18:20)

Y aún así no sólo no nos abandona, sino que se queda con nosotros ¡hasta el fin del mundo!,

con nosotros, que le escupimos, le insultamos, le negamos, le azotamos, le hacemos callar por verguenza... le clavamos en unos listones astillados de madera y le invitamos a descolgarse, si es capaz.

...y se queda con nosotros en este Acto constante y único, primero y último de su Sacrificio y nos hace hermanos adoptivos y nos ofrece a su Madre como nueva Madre.

Si todo el universo, desde entonces, gira en torno a este Acto Único de redención, perpetuado y siempre actualizado en cada Misa, ¿cómo es que tú miras para otro lado?

Conmuévete y cree, que aquel al que crucificas con cada traición estará llamando a tu puerta y esperándote hasta el final del mundo.

El Amor de Dios es una locura inimaginable.

lunes, 9 de enero de 2012

Que de la fe procede el verdadero humanismo

No reconocemos al otro porque está hecho a imagen de Dios, y tras la Caída no reconocemos a Dios.

Pero he aquí que Cristo viene a solucionar esto.

Nos dice que quien le ve a Él ve a Dios, reconoce a Dios.

Al poder reconocer a Dios en Cristo, reconocemos al prójimo, hecho a imagen y semejanza de Dios..

Cristo viene y ocupa el lugar de todo hombre, de todo otro, y así al reconocer a Cristo, reconocemos al prójimo en él. --Cuanto hacemos al otro, bueno o malo, se lo hacemos a Cristo.

De forma que sólo por Cristo somos capaces de reconocer lo humano de cuantos nos rodean, porque PREVIAMENTE,

por la fe en Cristo,

SOMOS CAPACES DE RECONOCER A DIOS
-- y lo reconocemos en cuanto criaturas y en cuanto hijos.


El proceso es éste:

1. Dejamos de reconocer a Dios.
2. Por ello, dejamos de reconocer a nuestro prójimo =Deshumanización.
3. Pero Cristo llega y ocupa el lugar de todo prójimo.
4. Como Cristo es Dios, reconocemos a Dios en Cristo por la Gracia, y al reconocer a Dios, reconocemos al prójimo = Humanización.

He aquí el proceso por el cual la fe nos conduce al verdadero humanismo.