domingo, 29 de enero de 2012

Del amor más grande

Dios es celoso (Éx 34, 14)

Como dice la Vulgata:

Deus est aemulator

No duda en competir (aemulor, competir, rivalizar) en nuestro corazón con todo cuanto pueda hacerle sombra.

No quiere que amemos nada por encima de Él.

Porque sabe muy bien que, tras la Caída, nuestro corazón se va detrás de cualquier bien visible, sea nuestro propio yo, una cosa, un gusto, una afición, cualquier apariencia del mundo.

Sólo amándole por encima de todas las cosas podremos amar verdaderamente al prójimo, a uno mismo, a sus criaturas... tener aficiones buenas y loables, goces y alegrías razonables...

El amor más grande a Dios Todopoderoso en su Hijo Jesucristo.

Para que el Espíritu Santo active en nosotros un verdadero amor de nueva criatura.

Pero si ve que amamos algo más que a Él...

Entonces no duda en quitárnoslo, hacernos dentro el vacío de la cosa amada, castigar nuestro egoísmo, purgar nuestra voluntad de detenernos y deleitarnos en algo que el amor creatural coloque por encima de Él.

A Él y sólo a Él toda la Gloria y todo el amor.

En Cristo.

Y por Cristo al prójimo y a todo lo que es amable y verdadero, bueno y bello.

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