domingo, 1 de enero de 2012

Que el estado de celibato sacerdotal pertenece a un orden superior al estado matrimonial

Hemos visto en la entrada anterior que entre el sacerdocio común y el sacerdocio ministerial hay una diferencia ontológica y no sólo de grado.


Y finalizando el post, adelantábamos una investigación sobre cuál era el modo de vida MÁS CONVENIENTE a esta diferencia o peculiaridad ontológica del sacerdocio sacramental sobre el sacerdocio común de los fieles.

Decimos "más conveniente", y no "esencial", porque vamos a hablar de una condición de vida que no es ontológica, sino perfectiva o "de consejo". Vamos a hablar, como diría Pablo VI, (Sacerdotalis caelibatus, 1) de "una perla preciosa" que la Iglesia CUSTODIA amorosamente a través de los siglos, como custodia el deposito de la fe.

--Y digo no esencial porque aquí en la tierra estamos de paso como peregrinos y forasteros (1 Pe 1, 22), y nungún estado de vida puede ser esencial a la Gracia, pues la Gracia sobrenatural sobrepasa, en su esencia, infinitamente, todas las esencias creadas y es la Gracia la que se hace inherente a la naturaleza, y no la naturaleza la que se hace por su propia potencialidad inherente a la Gracia .--

En fin, el celibato no es esencial a la naturaleza sobrenatural del sacerdocio ("la virginidad «no es exigida por la naturaleza misma del sacerdocio" --Decr. Presbyter. ordinis, n. 1.6.) simplemente porque la Gracia sacramental no necesita absoluta y esencialmente para ser eficaz de ningún estado de vida, sino que es eficaz por sí misma- -mas aunque la gracia del orden no necesita absolutamente del celibato, el celibato sí le es ABSOLUTAMENTE CONVENIENTE.

No es absolutamente necesario, pero sí es absolutamente conveniente. Es decir, que la ley del celibato es obra sagrada de la providencia divina, de la cual no tenía necesidad, sino que es DON GRATUITO (¿Acaso no son absolutamente convenientes los dones gratuitos de Dios?):

"17. Ciertamente, como ha declarado el Sagrado Concilio Ecuménico Vaticano II, la virginidad «no es exigida por la naturaleza misma del sacerdocio, como aparece por la práctica de la Iglesia primitiva y por la tradición de las Iglesias Orientales»[4], pero el mismo sagrado concilio no ha dudado confirmar solemnemente la antigua, sagrada y providencial ley vigente del celibato sacerdotal, exponiendo también los motivos que la justifican para todos los que saben apreciar con espíritu de fe y con íntimo y generoso fervor los dones divinos." (Sacerdotalis caelibatus)

Es decir, el Magisterio de la Iglesia confirma solemnemente que el celibato sacerdotal es tesoro de la Tradición, que es sagrado, y que es obra de la Providencia, por lo que ha de considerarse un don gratuito de Dios --y no sólo una cuestión formal de disciplina.

Pero es que la RAZÓN DE ELLO ES DOGMA DE FE. La razón de esta conveniencia providencial, sagrada y tradicional es que el estado de virginidad y celibato por el reino de los Cielos es UN ESTADO SUPERIOR AL MATRIMONIO.

(No es que el matrimonio sea algo inferior, que no lo es en modo alguno, sino todo lo contrario, el matrimonio es un camino de santidad) sino que el celibato es AÚN SUPERIOR AL MATRIMONIO COMO ESTADO DE VIDA).

Y es lógico, profundísimamente lógico, que a una diferencia ontológica entre el sacerdocio común y el sacerdocio ministerial, corresponda una diferencia específica, un estado propiamente conveniente a esa diferencia esencial, que le permita desplegar todas sus potencialidades sobrenaturales de forma lógica, según la lógica del don de Dios. Como explica Pablo VI en la obra citada, 12:

"12. No ignoramos que se pueden proponer también otras objeciones contra el sagrado celibato. Es este un tema muy complejo que toca en lo vivo la concepción habitual de la vida y que introduce en ella la luz superior, que proviene de la divina revelación; una serie interminable de dificultades se presentará a los que «no... entienden esta palabra» (Mt 19, 11), no conocen u olvidan el «don de Dios» (cf. Jn 4, 10) y no saben cuál es la lógica superior de esta nueva concepción de la vida, y cual su admirable eficacia, su exuberante plenitud."

Así que, antes de exponer los fulgores de esta perla preciosa y excelsa que es el celibato sacerdotal, vamos a mostrar algunos textos del Magisterio de la Iglesia donde se confirma la superioridad del estado de celibato y virginidad sobre el matrimonio (sin que ello suponga menoscabo alguno para el sacramento matrimonial)

«Es mejor y más perfecto permanecer en virginidad o celibato que unirse en matrimonio» (Trento: Deninger, 1810).

De la encíclica Sacra Virginitas de Pío XII:

"[23.–] Es preciso por tanto afirmar –como claramente enseña la Iglesiaque la santa virginidad es más excelente que el matrimonio. "

Ya nuestro Divino Redentor la había aconsejado a sus discípulos como instituto de vida más perfecta (44); y el apóstol S. Pablo, al hablar del padre que da en matrimonio a su hija dice: “Hace bien”, pero enseguida añade: “mas el que no la da en matrimonio, obra mejor” (45).

"Y este mismo Apóstol, comparando el matrimonio con la virginidad, expresa su pensamiento más de una vez y especialmente con estas palabras: “Me alegraría que fueseis todos tales como yo mismo... Y digo a las personas no casadas y a las viudas: bueno les es, si así permanecen, como también permanezco yo” (46). Pues si, como llevamos dicho, la virginidad aventaja al matrimonio, esto se debe principalmente a que tiene por mira la consecución de un fin más excelente (47), y también a que de manera eficacísima ayuda a consagrarse enteramente al servicio divino; mientras que el que está impedido por los vínculos y los cuidados del matrimonio, en mayor o menor grado se encuentra “dividido” (48) "[12.–]

"Por otra parte –como los Santos Padres y los Doctores de la Iglesia enseñan– la virginidad no es virtud cristiana, sino cuando se guarda “por amor del reino de los cielos” (1)4, es decir, cuando abrazamos este estado de vida para poder más fácilmente entregarnos a las cosas divinas, alcanzar con mayor seguridad la eterna bienaventuranza, y finalmente dedicarnos con más libertad a la obra de conducir a otros al reino de los cielos." "(18) Si, pues, los sacerdotes, si los religiosos, si, en una palabra, todos los que de alguna manera se han consagrado al servicio divino, guardan castidad perfecta, es en definitiva porque su Divino Maestro fue virgen hasta el fin de su vida"

Sigue la Sacra Virginitas:

"Sí, el sacramento del matrimonio da a los esposos gracia divina para cumplir santamente los deberes conyugales, y estrecha los lazos del amor mutuo, con que ambos están unidos,"" pero no ha sido establecido para convertir el uso matrimonial en el medio de suyo más apto para unir las almas de los esposos con el mismo Dios mediante el vínculo de la caridad (61). ¿No reconoce más bien el apóstol San Pablo a los esposos el derecho de abstenerse temporalmente del uso del matrimonio para darse a la oración (62), precisamente porque esta abstención hace que el alma se sienta más libre para entregarse a las cosas celestiales y para orar? 43.–]

"Ante todo se debe declarar abiertamente que, de que la virginidad sea más perfecta que el matrimonio, no se sigue que sea necesaria para alcanzar la perfección cristiana. Puede haber ciertamente santidad de vida sin consagrar su castidad a Dios; como lo atestiguan los numerosos santos y santas que la Iglesia honra con culto público y que fueron fieles esposos y brillaron ejemplarmente como excelentes padres o madres de familia; más aún, no es raro hallar personas casadas que buscan ardientemente la perfección cristiana.

De la Lumen gentium 42:

""La santidad de la Iglesia también se fomenta de una manera especial con los múltiples consejos que el Señor propone en el Evangelio para que los observen sus discípulos [Entre ellos destaca el precioso don de la divina gracia, concedido a algunos por el Padre (cf. Mt 19, 11; 1 Co 7, 7) para que se consagren a solo Dios con un corazón que en la virginidad o en el celibato se mantiene más fácilmente indiviso (cf. 1 Co 7, 32-34) Esta perfecta continencia por el reino de los cielos siempre ha sido tenida en la más alta estima por la Iglesia, como señal y estímulo de la caridad y como un manantial extraordinario de espiritual fecundidad en el mundo."

Familiaris consortio, 16, de Juan Pablo II, fragmento sobre la virginidad y el celibato:

""Haciendo libre de modo especial el corazón del hombre «hasta encenderlo mayormente de caridad hacia Dios y hacia todos los hombres» la virginidad testimonia que el Reino de Dios y su justicia son la perla preciosa que se debe preferir a cualquier otro valor aunque sea grande, es más, que hay que buscarlo como el único valor definitivo. ""Por esto, la Iglesia, durante toda su historia, ha defendido siempre la superioridad de este carisma frente al del matrimonio, por razón del vínculo singular que tiene con el Reino de Dios.

Vamos ahora con algunos textos de la Tradición:

"De SAN AGUSTÍN, "Del matrimonio y la concupiscencia":"III. 3. El bienaventurado apóstol Pablo muestra que la castidad conyugal es un don de Dios cuando, hablando sobre ella, dice: Quiero que todos los hombres fuesen como yo, pero cada uno ha recibido de Dios su propio don: uno de este modo, otro de otro 6. Así, pues, afirmó que también este don proviene de Dios. Y, aunque (la castidad conyugal) sea inferior a la continencia, en la que habría deseado que todos estuvieran como él, sin embargo, es un don de Dios. De aquí comprendemos, cuando se aconseja que se hagan estas cosas, que solamente se da a entender la necesidad de que exista en nosotros la voluntad propia de recibirlas y conservarlas. Ciertamente, cuando se ve que son dones de Dios -al que se han de pedir, si no se tienen, y al que se ha de agradecer, si se poseen-, uno se da cuenta de que, sin la ayuda divina, nuestra voluntad tiene poca fuerza para desear, conseguir y conservar estas cosas.""

Y Santo Tomás de Aquino:

"SUMA TEOLÓGICA, p. II, iiae, Q. 152, 4.

Artículo 4: ¿Es la virginidad más excelente que el matrimonio?

San Jerónimo, en Contra lovin., afirma que el error de Jovino consistió en mantener que la virginidad no era superior al matrimonio. Este error queda rechazado, en primer lugar, por el ejemplo de Cristo, que eligió a su madre virgen y él mismo se mantuvo virgen, y según la doctrina del Apóstol en 1 Cor 7,25ss, aconsejó la virginidad como un bien mejor. También lo rechaza la razón.

En primer lugar, porque el bien divino es mejor que el humano. En segundo lugar, porque el bien del alma es más excelente que el del cuerpo. En tercer lugar, porque el bien de la vida contemplativa es más excelente que el de la activa. Ahora bien: la virginidad se ordena al bien del alma en la vida contemplativa, que consiste en pensar en las cosas de Dios, mientras que el matrimonio se ordena al bien del cuerpo, que es la multiplicación del género humano, y pertenece a la vida activa, puesto que el hombre y la mujer casados tienen que pensar en las cosas del mundo, tal como dice el Apóstol en 1 Cor 7,33-34.

Por consiguiente, sin lugar a duda, la virginidad es mejor que la continencia conyugal. En este sentido, la virginidad dedicada a Dios es mejor que la fecundidad carnal. "

En la próxima entrada profundizaremos en todo esto y aclararemos algunas cuestiones importantes, con el favor de Dios.

LAUS DEO VIRGINIQUE MATRI

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