martes, 31 de enero de 2012

De la mirada transformada

Del mismo modo que el antiguo naturalista agudizaba su visión en la contemplación de la Idea Divina tras las formas creaturales,

así nosotros, con el poder de la gracia, hacemos más profunda y amplia nuestra mirada espiritual.

Lo que Böehme denominaba el ojo transformado.

Captamos lo verdadero y bueno con más rapidez y claridad, percibimos más matices en la realidad. La intuición metafísica cobra un mayor poder.

También se incrementa nuestra capacidad para percibir lo renovado por la vida sobrenatural del Transfigurado,

la nueva belleza de las formas estéticas revitalizadas por la Vida del Hombre Dios, por Quien todo fue hecho.

Cristo transforma nuestro modo de mirar las cosas que nos rodean. Aporta la luz bajo cuya incidencia resplandece todo en su nueva esencia.

Todo destello de belleza procede de la Transfiguración de Cristo en el Monte Tabor.

Y toda mirada estética verdadera, de la mirada de Cristo.

Acerca de la mirada transcendente, el ojo transformado, el mirar profundo, la mirada metafísica, etc. Todas estas expresiones hacen referencia a ver más allá, a descubrir el otro lado de las cosas, su sentido. Es muy significativo que, para reflejar lo que experimentamos con el descubrimiento de la verdad, usemos imágenes relacionados con la visión.

Sobre la ceguera: también con la escucha profunda sondeamos el mar de la luz.

Beethoven: seguiré componiendo, pero con la mirada.

Mirar de forma litúrgica lo bello: percibir la realidad transfigurada

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