miércoles, 1 de febrero de 2012

De Formas transfiguradas y Presencias

Dios conserva su obra, está presente en todo lugar con su poder, todo depende de su Aliento, de su divina inmensidad, para poder ser y seguir siendo.

También está presente de otra forma, por la Gracia, con su Santidad, que deviene en Sacramento.

En el Horeb la Presencia del Todopoderoso cobra apariencia de nube y fuego, se hace irradiante y llena de santo temor de Dios a su Pueblo.

Exodo 24, 12 El Señor dijo a Moisés: “Sube hasta mí, a la montaña, y quédate aquí.

17 El aspecto de la gloria del Señor era a los ojos de los israelitas como un fuego devorador sobre la cumbre de la montaña. 18 Moisés entró en la nube y subió a la montaña. Allí permaneció cuarenta días y cuarenta noches.

Desde las páginas desérticas del Éxodo la Presencia del Todopoderoso atraviesa el tiempo y el espacio y nos alcanza a nosotros por Cristo Transfigurado, estremeciendo milenios con su fulgor, fundiendo cordilleras de oro líquido con su fuego, forjando sagrarios con su santidad.

La luz fructificante de su Presencia, que vino a Moisés a bañar su rostro de potencia, nos alcanza también a nosotros a través del resplandor transfigurado de Jesús en el Tabor, que es el nuevo Horeb.

También Moisés está presente en el Tabor, con Elías, pues a ellos les fue dado contemplar la gloria de Dios.

Elías viaja al monte Horeb.

1 Reyes 19, 8:"8 Elías se levantó, comió y bebió, y fortalecido por ese alimento caminó cuarenta días y cuarenta noches hasta la montaña de Dios, el Horeb.

Vuelve a viajar al Monte de la Presencia cuando Jesús se transfigura.

La Presencia del Todopoderoso no reside ya en la nube ni en el fuego devorador, sino en el Cuerpo de Cristo.

La Presencia total de Dios en Cristo el Verbo habita en la filiación sobrenatural participada a que estamos convocados sus hermanos adoptivos.

La santidad de los hijos de Dios, es santidad de subida a la Presencia Transfigurada de Jesús.

Subir a la montaña de Dios es subir sacramentalmente a su Divina Presencia.

Cristo sube al Tabor, y toda su Divinidad cobra presencia fulgurante y transfiguradora.

Moisés sube al Viejo Tabor, el Horeb. Pero Moisés no se transfigura, porque sólo es un hombre. Cuando Dios Hijo se transfigura en el Nuevo Horeb, que es el Tabor, Moises contempla la plenitud de la Presencia, que antes sólo puedo ver bajo forma de nube y fuego irradiante.

Pero la forma de la Presencia es ahora la Presencia misma de Cristo

Tras la Ascensión del Señor, los bautizados, por Gracia, somos convocados a ser forma libre de la Presencia de Dios.

La santidad es presencia plena del Transfigurado en sus hermanos adoptivos.

La santidad nos hace portadores de la Presencia de Dios.

Es Presencia Adoptada, presencia Participada, no en forma de nube o fuego devorador, sino en forma filial, en forma de hijo, en forma de criatura transfigurada por el Transfigurado.

Es la Transfiguración Adoptiva de los santos, por la que portan la presencia irradiante de la Divinidad.

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