jueves, 2 de febrero de 2012

El joven Mártir

Regada por la colina
su sangre llega al mar
y funde las olas.

Abre sus brazos en cruz
entregándose al Padre.

Su pecho recoge un Latido más hondo
y determina un camino de paz
total e invulnerable.

Brotando del cuerpo estragado
se eleva el dolor a Jesús
hasta las llamas de nubes.

Con dulce sonrisa su rostro confiesa
la inmensa victoria final.

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